Sevilla

Suplente benévolo por Lucas Haurie

La Razón
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La convalecencia de Mercedes Alaya ha devuelto la esperanza a Manuel Ruiz de Lopera y la libertad a los principales implicados de la trama de los ERE. Se suele representar a la Justicia como una dama ciega, cualidad que comparte con la mitológica Diosa Fortuna, y no en vano la jerga jurídica utiliza la expresión «caer en suerte» cuando una causa le es atribuida a un determinado juez. Como los lotes de cornúpetas que estoquea cada matador, cuya bravura determina las posibilidades de triunfo, de la mansedumbre de un togado depende que los malos paguen sus fechorías a precio de angula o de gula, ese sucedáneo baratujo. Porque si en los círculos de la Junta se atribuye la rigidez de la titular del Juzgado nº6 de Sevilla a la ojeriza que le tiene a los socialistas y a, según un diputado en cortes, «su especial relación» con un político del PP, ¿podemos colegir que el magistrado Escalera es afín al PSOE y le besa los morros a alguno de sus dirigentes? El respeto a la justicia que proclaman a modo de premisa todos cuantos se disponen a arrearle un zurriagazo no es más que retórico porque aquí sólo se respeta al que absuelve al amigo y condena al adversario. Ni siquiera los acatamientos son de buen grado, pues se retrasan hasta que media apremio, e incluso una cátedra en obstruccionismo podría ostentar más de un prócer autonómico. Como se prolonguen las migrañas de doña Mercedes, se abre la causa de beatificación de Guerrero y canonizan al consejero que obró el milagro de trabajar desde la incubadora.