Literatura

Santiago de Chile

Gonzalo Rojas marinero en tierra

«Escribo cada día al amanecer cuando el duchazo frío me enciende las arteriolas del seso. Siempre me funcionó el crepúsculo matinal; el otro, el vesperal, mucho menos; será cosa de respiro imaginario.

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Porque de veras soy aire y eso tiene que ver con el océano del gran golfo de Arauco donde nací y también con las cumbres de Atacama donde (allá por mis 20 años) los mineros de cobre me enseñaron mucho más que el surrealismo a descifrar el portento del lenguaje inagotable del murmullo, el centelleo y el parpadeo de las estrellas».

Eran las palabras del poeta nacido en Lebu, Chile, en 1917, el hombre tocado con una gorra marinera oscura. Palabras que resonaban en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares durante la entrega del Premio Cervantes en 2004. Fatídica coincidencia que a 48 horas de que Matute, compañera de página, recoja el galardón, él, que lo poseía, acaba de morir. Gonzalo Rojas estaba enfermo y ayer falleció en una clínica de Santiago de Chile a los 93 años.

Un oficio sagrado
Las condolencias llegaron de todo el mundo: desde el presidente de Chile, Piñera, a escritores como José Emilio Pacheco, a las que sumó Carmen Caffarell, directora del Cervantes. Su discurso era fecundo, profundo y lúcido y, a pesar de lo avanzado de su edad se consideraba un joven, un hombre que «encima de los ochenta se sentía intacto, nadando en el coraje de las pubertades cíclicas, de encantamiento en encantamiento y de desollamiento en desollamiento», según sus propias palabras de años atrás.

En 1992 se hizo, fecha en que obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Chile y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, su creación no pasaba de 18 títulos. Y es que reconoció siempre su condición de «lentiforme» (el que se demora en hacer alguna cosa) y fue un autor no apabullante, pero sí con obra suficiente, a pesar de que entre la primera y la segunda («La miseria del hombre» y «Contra la muerte») mediaron 16 años. «Demórate todo lo que puedas, ritmo es ocio y sosiego, prisa para qué, publicidad vergonzosa para qué. Este oficio es sagrado y nunca se llega», repetía.

Profesor por medio mundo, exiliado tras la llegada de Pinochet al poder en Chile y frecuente visitador de España, de su producción destacan «Transtierro» (1979); «Antología breve», (1980); «50 poemas» (1980); «Antología personal» (1988); «Desocupado lector» (1990); «Antología de aire» (1991); «Las hermosas. Poesías de amor» (1991); y «Metamorfosis de lo mismo» (2000). En 2004 presentó «La reniñez», en 2007 «Del agua» y un año después «Contra la muerte y otras visiones».