Italia
Al rescate de España en Eurovisión
El reparto de votos avanzaba en la noche del sábado y a España le costó largo rato abandonar los «zero points» que tan célebre hizo a Remedios Amaya. Al final: 50 puntos y un antepenúltimo puesto que deja mal sabor de boca.
Lo cierto es que «¡Ay!, ¿quién maneja mi barca, que a la deriva me lleva?» bien podría ser el lema de la participación española en Eurovisión en los últimos años, a pesar de que haya quien mire para otro lado soltando un «Que me quiten lo bailao». Nadie duda de la profesionalidad, el buen hacer y la soltura en el escenario de Las Ketchup, D'Nash, Daniel Diges, Soraya o Lucía Pérez. Incluso de la broma de Chikilicuatre, un chiste que el Terrat bordó. Sin embargo, algo falla en el proceso de selección de TVE para que no salgamos del abismo eurovisivo en lo que a resultados se refiere.
Adiós a la democracia
«El sistema de la preselección a través de internet es muy cómodo para TVE, porque así se quitan la patata caliente de tener que decidir. Es muy fácil abrir una página web, porque es más democrática y todo el que quiera puede presentarse, pero ya estamos viendo la calidad de las canciones», comenta el maestro José Luis Uribarri, que tiene claro qué haría él para acudir al rescate de nuestro país: «Volvería a la invitación personal, esto es, pedirles a tres o cuatro autores relevantes de nuestro país que hagan sus propuestas con sus cantantes sin que nadie lo sepa. Y aunque los intérpretes no sean de peso ni tengan mucha fama, las canciones sí que tienen que ser fuertes y de mucha categoría».
La misma opinión tiene José García, subdirector de eurovision-spain.com y periodista especializado en el festival: «La clave está en que hay que profesionalizar la selección del cantante y sobre todo de la canción. No entiendo la obsesión de democratizar la elección porque es un festival profesional donde hay que llevar a los mejores». García defiende la teoría de que TVE debe plantear un proyecto serio que aúne imaginación, profesionalidad y criterio musical, y apunta a una buena promoción del artista elegido. «Es absurdo que se promocione por España cuando aquí no podemos votarle. Habría que llevarle, por ejemplo, a programas como el de Rafaella Carrá en Italia y me consta que TVE ha declinado alguna invitación de este tipo».
El compositor Chema Purón, que participó en el festival con Anabel Conde y Serafín Zubiri, también incide en que hay que ser muy exigente con el cantante, pero también con el tema que ha de interpretar. «Cuando los dos factores son buenos, el país hace un buen papel independientemente de en qué puesto se quede, porque siempre existirán los favoritismos en las votaciones».
Existe una leyenda urbana que dice que TVE no envía una propuesta mejor a Europa porque no quiere acoger el festival. Algo que Uribarri desmiente de forma categórica. «No habría mayor orgullo para TVE que acoger el certamen. Además, si por la situación económica fuese complicado, se podría renunciar a celebrarlo en nuestro país, porque lo que hace la UER es una invitación al país ganador, no es una obligación. En 1969, cuando ganó Salomé empatando con cuatro países, se declinó a favor de Holanda, otro de los ganadores, por el esfuerzo financiero que suponía». García difiere de esta opinión y achaca esta desgana española a que «TVE no quiere ganar. La excusa es el coste económico, pero no tienen en cuenta la rentabilidad de los patrocinios y la imagen que se daría del país en todo el mundo. Azerbaiyán llevaba mucho tiempo buscando la victoria para que situáramos el país en el mapa».
¿Falete al festival?
Chenoa e incluso, de nuevo, Soraya son algunas de las propuestas que para José García encajarían a la perfección en el festival, «siempre que TVE les ofreciera un plan serio de trabajo y no cortara las alas a las innovaciones que quisieran proponer, algo que pasa ahora y es muy criticado». Falete, («¿por qué no? Sus canciones y su espectáculo son muy valorados por los extranjeros») es otra de las atrevidas apuestas que propone este apasionado del certamen.
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