Es su apuesta personal que arranca de manera incontestable con los primeros volúmenes de la trilogía «1Q84», de Murakami, posiblemente, los «Cien años de soledad» en lengua nipona, con su genuina dosis onírica y dotado de una prosa hipnótica en la que una asesina selectiva y un «negro literario» que reescribe una inquietante novela cruzarán sus caminos en un mundo paralelo al 1984 en el que habitan... La pena es que nos deja al filo del precipicio, a falta de la tercera y última parte, que no verá la luz hasta el año próximo. Philip Roth continuaba con las alegrías literarias del curso. Tras las malas críticas de «La humillación» despejaba cualquier duda sobre su posible decadencia con «Némesis», donde despliega la buena pluma del ágil narrador que es.

Una sorpresa muy «climática» fue la del autor que formara parte de los «Siete novísimos británicos» que nacieron a la realidad durante la Inglaterra gris del thatcherismo y el cine de Greenaway. Si «Expiación» le dio el espaldarazo, este «Solar» (Anagrama) le ha convertido en el más popular de todos. Como otros libros del autor, llevan la marca de la casa: satírico, plural y divertido, capaz de construir ficciones sobre nuestras más profundas verdades. Avanzado el «curso literario» nos llegaba «Purga», de Sofi Oksanen, que nos ayudaba a entender la olvidada Estonia desde la invasión soviética hasta la resaca de la Perestroika, a través de un vaivén temporal que alterna pasado y presente. La dura historia de un país y su conflicto identitario, contada a través de la mirada de sus personajes.

El primer mes del año amanecía con Pere Gimfererer y su espléndido poemario «Rapsodia» escrito en el rapto poético de una semana. Tenía que llegar la primavera para que las «sospechas literarias» de Justo Navarro tuviesen la luz que precisaba su ficción. En «El espía» sigue la huella dejada por el poeta Ezra Pound en Italia, cuando estuvo preso en un campo de concentración, y juega con la posibilidad de que, más que un nazifascista, hubiera sido un agente doble traicionado por todos pese a su inicial deslumbramiento por Mussolini. Dos libros nos sorprendieron también: «Nada», de Janne Teller (Seix Barral), y «Gilead» de Marilynne Robinson, acaso una de las más ambiciosas novelas de los últimos tiempos.

Durante estos meses han caído desde la nueva obra de Juan Marsé («Caligrafía de los sueños», Lumen) hasta un inédito de Juan Ramón Jiménez («Arte menor», Linteo), sin olvidar el libro póstumo de Roberto Bolaño («Los sinsabores del verdadero policía», de Anagrama). El esperanzador Menéndez Salmón no hizo reflexionar en si «La luz es más antigua que el amor» (Seix Barral). Quedan muchas lecturas. Esas historias policíacas y las novedades de los sellos independientes, bien trazadas que se nos enredan entre los mechones de cabello hasta altas horas de la madrugada... Pero eso es harina, de otro artículo.

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