Reino Unido
Regreso a la vida
Experimentar una muerte clínica y contarlo es una experiencia muy dura, pero el cerebro no lo ve así. Algunos de los que pasan por ello hablan de una sensación de paz, tranquilidad, flotación, visión de personas, luces y sombras… entre las referencias más comunes. La Ciencia busca respuestas a este hecho y algunos apuntan a que el cerebro pueda trabajar de forma «autónoma»
Quienes se han enfrentado a la muerte y han regresado a la vida cuentan, no todos, que han estado en un lugar lleno de paz, tranquilidad, que han oído o visto a seres queridos vivos o muertos, y que han ido a hacia una luz que no quería que estuvieran allí. Y por eso volvieron. Casi siempre son las mismas historias, los mismos recuerdos… por este motivo, la Medicina busca respuestas «lógicas» a estos hechos y emprende estudios para contestar a los incrédulos. Pero, ¿por qué se siente tanta paz y tranquilidad? ¿Por qué hay una luz al final del túnel? ¿Por qué escuchan las voces de quienes los rodean?
Algo innegable, como apunta José Miguel Gaona, psiquiatra forense de la Universidad Complutense de Madrid, es que lo que cuenta la gente tras encontrarse al borde de la muerte resulta cierto. «No se puede cuestionar este hecho, la gente no lo cuenta por inventar. Al contrario, mucha prefiere no contarlo y tarda en relatárselo a su entorno más íntimo», subraya Gaona. Para dar respuesta a las incógnitas de la Ciencia y que los pacientes sientan que lo que les sucede es normal, recientemente un trabajo de las universidades de Cambridge y Edimburgo (Reino Unido) proporcionaba algunas pistas.
En la investigación, publicada en la revista científica «Trends in Cognitive», se describen estos fenómenos que obedecen a un síndrome denominado Cotard, que también puede ayudar para explicar las sensaciones en relación a las experiencias cercanas a la muerte. Este síndrome debe su nombre al neurólogo francés Jules Cotard y a que el paciente se creía muerto y que caminaba como un cadáver entre los vivos, como explica Dean Mobbs, neurólogo de la Unidad de Ciencias Neurológicas y del Conocimiento de la Universidad de Cambridge . También Moobs menciona que la experiencia cercana a la muerte es todo un conjunto complejo de fenómenos con muchos componentes aún por conocer. Al que uno de cada cinco personas que han experimentado la muerte clínica hacen referencia, según los científicos.
Coincide así con la perspectiva de muchos expertos, como Carlos Tejero, portavoz de la Sociedad Española de Neurología, que manifiesta que «existe algún tipo de fundamento neurológico que pueda explicar todo esto, pero aún no hay nada claro». «Las evidencias científicas existentes en la actualidad sugieren que hay una base neurofisiológica que hace que el cerebro se desconecte del organismo y tenga una especie de autonomía propia, que no llegamos a comprender», concluye Moobs. Gaona pone luz a esta afirmación y explica que «aún desconocemos muchos sobre este órgano, pero en lo que a este fenómeno se refiere tiene más que ver con las teorías de la física cuántica y las realidades paralelas».
Por su parte Tejero realiza una aportación interesante al comentar que «hay estudios en prestigiosas revistas, uno de ellos muy interesante en "The Lancet", que hablan de que un cerebro en estado de encefalograma plano puede encontrarse en funcionamiento en un segundo plano. Es decir, ahora sólo somos capaces de observar la superficie cerebral». Así, tanto Tejero como otros expertos consultados por este semanario lamentan la escasez de estudios, ya que no hay muchas vías de poder observar a los seres humanos en estos estados.
Una de las formas con las que más se acerca la Medicina a estos estados es a través de algunos tipos de drogas, como la ketamina, o através de algunos tipos de patologías, «como ocurre con los narcolépticos de tipo catapléjicos, ya que en éstos se induce un bajo metabolismo celular a nivel neuronal, como en la muerte clínica», añade Tejero. Pim van Lommel, neurólogo del Hospital Rinjstate en Arhem (Holanda) y uno de los responsables del estudio de «The Lancet», apunta que es necesario recopilar todos los datos que refieren los pacientes no sólo sus experiencias, sino también en qué situación pasó para poder analizar con profundidad qué ocurre y por qué.
Sin embargo, esto no resulta posible. En la mayoría de los casos, las personas rechazan el hablar sobre ello, «no es algo de los que quieran hablar, les cuesta y cuando se desahogan por fin, lo hacen a espaldas de la familia», explica Gaona. Quizás, por ello los expertos animan a través de foros, controlados por ellos mismos a que la gente, «es la única forma de encontrar las claves de la ECM», subraya Gaona.
¿Cuál es la explicación fisiológica de este fenómeno?
Una de las teorías más reciente apunta a que los sistemas de excitación son uno de los principios básicos que explicarían muchos de los componentes de la experiencia cercana a la muerte. Interesante es el enfoque del trabajo de «Trends in Cognitive», que se adentra en la «locus coeruleus», una región del cerebro medio que participa en la liberación de la noradrenalina, sustancia involucrada en la excitación relacionada con el miedo, el estrés y la hipercapnia, y que está muy conectada a las regiones que intervienen en la emoción y la memoria, incluyendo la amígdala y el hipocampo. De hecho, se ha demostrado que la estimulación del sistema noradrenalina mejora y consolida la memoria, y juega un papel fundamental en el ciclo sueño-vigilia, incluyendo el sueño REM.
En «The Lancet», Pim van Lommel y sus colegas presentan una visión general de los enfoques de la neurociencia para explicar la experiencia cercana a la muerte (ECM) que se centra en el posible papel de la hipoxia –falta de aire–, la hipercapnia –Aumento anormal de la concentración sanguínea de dióxido de carbono y ácido carbónico–, los neuroquímicos, como las endorfinas y la serotonina, una actividad inusual en los lóbulos temporales, y las alteraciones del estado REM, que lleva a «la hipótesis de la muerte cerebral».
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