Valencia
Terele Pávez: «Nunca presumí ni de soltera, ni de moderna»
Actriz. Triunfa con «Las brujas de Zugarramurdi», todo un taquillazo, y prepara su vuelta al teatro muy pronto. Ganas de vivir, desde luego, no le faltan
Es una actriz intensa y desgarrada; con mirada de fuego y voz cavernosa. Ha sido la mejor Celestina sobre el escenario, la inolvidable envenenadora de Valencia, la Régula de «Los santos inocentes» o Pura, la madre de Antonio Alcántara en «Cuéntame»... Ahora, por obra y gracia de Alex de la Iglesia, es una de «Las brujas de Zugarramurdi», el taquillazo de esta temporada.
-En los últimos cuatro años ha hecho cinco cortos, dos funciones, un par de películas y ha sido candidata a un Goya... ¡Todo el mundo requeando y usted cada vez mejor!
-Estoy genial porque la película de Álex es sensacional y estoy fascinada de formar parte de un peliculón.
-«Las brujas» llevan recaudado ya 2,3 millones. ¿Lo han celebrado?
-Sí. Nos ha invitado Alex a su casa. Ha sido un trabajo exhaustivo que ha contado con un equipazo de profesionales y que está hecha con grandes medios.
-Quinta colaboración con De la Iglesia. ¿Con «El día de la bestia» empezó una edad de oro para usted?
-¡La edad de oro la tengo yo! (risas) A mis años, la llevo puesta. Cuando hay un éxito, es un buen momento, pero ya veremos, porque este negocio es como es... Pero he tenido dos nominaciones conAlex, al Goya. Él confía en mí y yo en él. Le respeto y le quiero muchísimo.
-Incluso extrae de usted una vis cómica desconocida.
-Es que es así: aunque trabaje con arquetipos duros nunca pierde el sentido humano, siempre defiende al personaje desde algún ángulo, con un trasfondo cómico, cariñoso. Es como con los Simpson: por más que se hagan entre ellos, se miran y descubren que se aman.
-De haber vivido Sancho Gracia, ¿hubiera estado en esta cinta?
-¡Por supuesto! No lo he hablado con Alex, pero no lo dudo. Lo pensé desde que leí el guión. Hacia Sancho hay un cariño, un recuerdo, un reconocimiento y un «parasiempre», porque fue genial.
-Carolina Bang me dijo que trabajar con usted fue una «master class», pues le había dado los mejores consejos, cuánta falta haría de asesora del Gobierno.
-(tono de chanza) Ya que está todo tan raro, vale. Así, si me equivoco, no pasa nada (risas).
-Además como «compi» no tiene precio: les llevaba chuches al rodaje, les ayudaba...
-Fue mutuo. Todos debieron firmar una cláusula que decía: «Tratad a Terele como a una reina». Con decirte que me paseaba con el maquillaje de bruja, horrorosa, y me besaban como si fuera Heidi.
-Pero con Carolina fue un flechazo...
-¡Es que la he visto crecer como actriz! Imagina a una niña tan bella, que jamás alardea de ello, que sólo está atenta a escuchar y ser mejor intérprete, con entrega absoluta. A alguien así la adopto.
-También la poesía está en «el ojo que ve»....
-Tengo la mirada de persona mayor que sabe ver... , ¡y mucho!
-A pesar de que farde de edad, tenemos ganas de verla reguapa en una película.
-Por lo menos, normalita, ¿no? Pero conmigo no hay manera, les va la marcha de mi cara.
-Aunque le duela, tengo que preguntarle: ¿para cuándo su Bernarda Alba?
-Me cansa hablar de ello y parece que lo utilizo. Demasiado dolor. He vivido con esa sombra.
-Pero las cosas se van poniendo en su sitio. Cuando le dieron en Valladolid el premio a la mejor actriz por la obra «Mamá», la presentaron como la hija del político Ramón Ruiz Alonso.
-¡Precioso! Federico, para mí, es belleza, dolor y amor... Y mi padre sólo fue un diputado inocente como se ha demostrado.
-Sé que la veremos de Bernarda.
-Yo no sé nada, hija... Pero mi relación con Lorca se mueve en un plano muy íntimo.
-Está en una edad en la que lo malo no existe porque da pereza ¿cultura de la vida?
-Y por mis intereses interiores. Tener 74 años se tiene que notar, si no, de qué sirve vivir.
-Ha cantado, reído, llorado, bebido, fumado. ¿Mucho esfuerzo para ser libre?
-Han sido sólo circunstancias, y la libertad es muy relativa. Quizá no he tenido más remedio.
-Pero no ha pertenecido a ningún gruponi se ha significado políticamente...
-He sido consecuente. Por ejemplo, no creí en mi matrimonio por la Iglesia. No así para los demás porque creo en la familia. Nunca lo he contado, pero en el 73, para casarte por lo civil, debías apostatar... ¡Cómo iba a firmar eso, si soy creyente y doy un trabajo tremendo a mi ángel de la guarda! Por tanto, me lo tomé muy en serio. Preferí no casarme antes de renegar de mi fe.
-Y el precio es asumir las consecuencias...
-Pero no he presumido de soltera, ni de moderna, ni de nada. Sólo he sido consecuente. Tu vida es tuya, piensen lo que piensen los demás.
-Volviendo a su trabajo ¿cuánto de su fuerza interpretativa reside en su voz?
-Algo debe haber, aunque el tabaco me la está fastidiando...
-¿Cómo ha sido trabajar con Estrella Morente en el corto de Rafael Robles «Rafatal»?
-¡Qué maravilla ha sido hacer «Caen piedras del cielo!» y conocer a esta niña... Yo era una fan de ella, y por eso tenía derecho a quererla. ¡Cómo canta, ahora! ¡Con qué profundidad! Hizo una nana que nos quedamos mudos. No sé cuándo se estrena, pero tengo ganas de que se vea por ella. Le dije a Carolina (Bang): he conocido a Estrella; es como tú en flamenca.
-Para los actores no existe jubilación cuando todos la pedimos...
-Mientras haya un personaje para ti, hay trabajo. Estoy en la edad de la investigación, de poner sobre el tapete mi experiencia. Ser mayor es fantástico, pero que dure treinta años, por Dios.
-Antes de irme, dígame la frase de la película que me puso los pelos de punta: «No dan miedo las brujas, sino los hijos de puta».
-¡No la saques de contexto y no digas palabrotas! (risas)