Ibiza
Ana Boyer Preysler: «En mi familia hay secretos»
La hija de Isabel Preysler y Miguel Boyer, que en dos semanas obtiene su segunda licenciatura, recibe a LA RAZÓN en Ibiza: «En mi familia hay secretos, pero si mi hermano Enrique se casara, seríamos los primeros en saberlo», confiesa ante los rumores de boda del cantante
Su documento de identidad la delata. Es hija de una de las familias más importantes de España, pero, en las distancias cortas, Ana Boyer pierde la imagen frívola y superficial con la que alguno de los miembros del clan tantas veces ha hecho caja. La hija de la mujer más glamurosa de España habla con LA RAZÓN en Ibiza, donde ejerce de embajadora del nuevo proyecto de Ron Brugal en el que, a través de un concurso en Facebook, invitarán a ocho jóvenes a vivir un verano de ensueño en la isla Pitiusa a gastos pagados, con chófer y mayordomo incluido las veinticuatro horas del día. Algo que, probablemente, a Boyer no le resulte ajeno, pero de lo que no alardea. Sus modales son exquisitos y, a pesar de tener 24 años, su conversación descubre a una mujer con las ideas claras y una gran madurez; tanto es así, que incluso intenta apremiar nuestra entrevista para volver cuanto antes a Madrid y continuar estudiando. Como una joven más, tiene los exámenes finales de la carrera y ésta siempre ha sido su prioridad.
–El año pasado se licenció en Derecho y este mes lo hará en Administración y Dirección de Empresas, ¿tiene ganas de empezar a trabajar?
–La verdad es que me apetece terminar la carrera, aunque me da un poco de pena dejar la vida de estudiante, pero ya toca empezar a trabajar.
–¿En qué área le gustaría hacerlo?
–Me interesa la de consultoría estratégica. Ahí querría hacerme un hueco.
–¿Nunca le ha tentado la política?
–No.
–Supongo que es consciente de la situación laboral de los jóvenes. ¿Tiene pensado marcharse fuera?
–No. Quiero quedarme en Madrid, aunque, si no queda otra, me tendré que ir. Pero todavía hay oportunidades en España y yo es donde quiero estar. Soy consciente de que está complicado, pero hay que intentarlo. He visto cómo en estos años compañeros de clase han encontrado trabajo y espero que hacerlo yo también. Además, mi situación familiar también influye en que quiera quedarme en casa de mis padres.
–¿No le gustaría independizarse?
–No es algo que me haya planteado hasta el momento. Considero que lo más normal es que, siendo estudiante y al cursar mi carrera en la ciudad en la que vivo, resida en casa de mis padres. Aunque también es cierto que no proyecto irme a vivir sola una vez que acabe mis estudios.
–¿Han sido sus padres muy exigentes con usted en los estudios?
–No, porque desde pequeña siempre he sido bastante trabajadora, por lo que ellos me han dado mucha libertad. Soy y he sido una chica responsable y confiaban en que fuera yo quien juzgara y organizara mis estudios.
–¿Qué piensa cuando se refieren a usted como la lista y estudiosa de los Preysler frente a la simpatica y dicharachera de su hermana Tamara?
–(Risas) De mis hermanos, la más estudiosa he sido yo, porque soy la única que ha estudiado dos carreras en la universidad, así que es lógico que lo digan, pero no me molesta. También considero que Tamara es una chica listísima y el resto de mis hermanos, igual. Son roles que se nos han ido adjudicando, así que no le doy más importancia. Estoy muy orgullosa de mis carreras y mis estudios, pero, sinceramente, me podrían poner muchos más adjetivos aparte del de estudiosa.
–¿Cuándo y por qué decidió comenzó a trabajar como imagen de marcas y proyectos comerciales?
–No fue algo premeditado. Hago cosas puntuales cuando son proyectos que me resulten interesantes en cierto modo. Siempre que me gusta y puedo hacerlo, lo hago.
–¿Se siente cómoda posando y hablando con la Prensa?
–Sí, pero obviamente se nota que estoy menos acostumbrada que mi madre o mi hermana a este tipo de trabajos. A ellas se les da mucho mejor y les sale todo de manera más fluida.
–¿Es muy crítica Isabel Preysler con sus trabajos públicos?
–Ni más ni menos que cualquier otra madre. Me dice lo que le gusta y en lo que necesito mejorar. Por ejemplo, cuando me ve en televisión me dice: «Tienes que ponerte recta, que estás siempre econcorvada». Y tiene razón.
–¿Es cierto que cobra hasta 20.000 euros por asistir a una fiesta?
–No me gusta hablar de dinero. Nunca lo he hecho. Cobro por mis trabajos como cualquier otra persona, pero no creo que sea necesario comentar lo que me pagan, ni que lo hagan otros. No tengo necesidad. Además, en muchas ocasiones no es verdad lo que se dice. Son informaciones inciertas.
–Entre los exámenes y las promociones, ¿le queda tiempo para el amor?
–Ahora mismo, no. Aunque creo que realmente lo que ocurre es que todavía no he conocido a nadie especial. Pero no estoy cerrada al amor. Eso sí, no busco novio, si bien cuando aparezca alguien en mi vida con quien lo pase bien y esté contenta, también estaré encantada.
–¿Teme al compromiso?
–No. Lo que ocurre es que sólo he tenido una pareja en mi vida. Cuando estás con alguien se disfruta mucho, pero también estoy muy bien sola. Voy de viaje con mis amigos, me apunto a todo lo que puedo...Me gusta tener independencia, algo que, en cierto modo, pierdes cuando tienes novio.
–¿Qué piensa sobre la explosión mística de su hermana Tamara?
–Respeto que ella esté tan contenta con su religión. Eso sí, en la familia no la vemos como un bicho raro. Mientras esté contenta a nosotros nos vale. La fe la hace feliz y si ella está contenta con su religión, nosotros la apoyamos y estamos felices por ella. No hay ningún problema, aunque sí que hay veces que chocan un poco ciertas cosas.
–¿Es usted igual de religiosa?
–No. Yo no vivo la fe como ella.
–¿Irá a su Confirmación la semana que viene?
–No, porque justo ese día tengo un examen por la tarde.
–En febrero se cumplió un año del derrame cerebral de su padre, una trágica noticia que supongo que cambió sus vidas por completo....
–Es tremedamente difícil afrontar lo que le ocurrió a mi padre. A día de hoy nos hemos hecho a la idea de esta situación, pero, en ocasiones, cuando te paras a pensar y comparas cómo estábamos antes, te das cuenta de cómo puede cambiarte la vida de repente. Fue un palo muy duro.
–¿Cómo lleva Miguel Boyer su recuperación?
–En los primeros meses fue más rapida. Ahora cuesta más ver las mejoras. Los pacientes cerebrales tienen recuperaciones muy lentas. Para mí, lo más importante es verle con ganas de seguir adelante. Yo le encuentro contento, porque, además, como paso mucho tiempo con él, veo que disfruta de mi compañía.
–Su madre ha renunciado a su vida social por estar con su padre...
–Ellos siempre han estado muy unidos, pero esto los ha unido más. Mi madre no se ha separado de él ni un segundo, ha sido la más cariñosa y su mejor apoyo, le ha cuidado muchísimo. En cierto modo, acude a menos actos porque quiere estar a su lado y porque no le apetece. Además, es necesario estar junto a él porque tiene muy restringidas las actividades que puede realizar y mi madre está volcada en esa tarea. Ya no hacen casi nada de lo que antes realizaban.
Los secretos familiares de los Falcó-Iglesias-Boyer
«Somos una piña», confiesa Ana Boyer, mientras explica que, aunque entre ellos «existen secretos, si mi hermano Enrique se hubiera casado hubiéramos sido los primeros en enterarnos». Y es que esta semana se comentó que Enrique Iglesias y su novia, Anna Kournikova (en la imagen), contraían por fin matrimonio en los próximos días, después de 12 años de relación. Pero nada más lejos de la realidad: «Precisamente le llamé el miércoles porque era su cumpleaños y estuvimos hablando de esto. Me dijo: ''Pero si me casan cada dos por tres''. Está acostumbrado y no le da importancia», asegura Ana. A pesar de la distancia, los Boyer-Falcó-Iglesias están muy unidos: «Hablamos todas las semanas», afirma la pequeña del clan, quien lamenta no disfrutar más de su nueva sobrina, Sofía, la segunda hija de Chábeli, debido a que reside en Carolina del Norte. Sobre su cuñada Kournikova, todo son halagos: «Es encantadora y en casa desde hace años contamos con ella como una más». Eso sí, habrá que esperar para ver a toda la «troupe» reunida para un nuevo «sí, quiero».
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