De gran valor simbólico
El regalo de Carolina Molas a Tamara Falcó que tiene un lugar destacado en su salón
La madre de Íñigo Onieva quiso obsequiar a su nuera y su hijo el día de su boda con un detalle muy especial, con una simbología que les sienta como anillo al dedo
Aunque parece lejana la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, lo cierto es que tan solo han pasado seis meses desde que pronunciaron el ‘sí, quiero’. Quizá esta percepción desvirtuada del tiempo se deba a que pasaron de luna de miel más de un mes y se nos hizo largo su regreso, o por el hecho de que sigamos conociendo detalles inéditos del enlace cada cierto tiempo. Ha sido la propia marquesa de Griñón quien ha dado a conocer cuestiones de su boda que aún no había compartido con el público. Lo ha hecho en una entrevista para la revista ‘Hola’, donde ha confesado qué especial regalo le hizo su suegra, Carolina Molas, para desearle suerte en su nueva vida como la esposa de su hijo.
De sobra son conocidas las diversas dificultades que han impedido que Tamara Falcó se casase antes, pese a ser el sueño de toda su vida. Cuando anunció su compromiso también saltó a la palestra la infidelidad de su prometido, lo que echó por tierra sus planes de casarse. Después llegó la reconciliación y parecía que el camino al altar estaba al fin despejado, pero muchos otros inconvenientes pusieron en riesgo la ceremonia. Pero supieron sortearlos y ya son marido y mujer. Quizá gracias, en parte, al regalo que hizo a la pareja Carolina Molas, madre del novio, para ayudarles a mantener fuerte su unión y siempre viva la llama de su amor.
Se trata de una escultura que ya corona un espacio destacado del ático de Madrid que se ha convertido en el nidito de amor del matrimonio. “Tengo la escultura que nos regaló la madre de Íñigo por la boda. Se la encargó al tío de Íñigo y es una escultura muy bonita que se llama ‘Matrimonio en equilibrio’. Después, hay otras piezas que he ido coleccionando poquito a poco”, destaca Tamara Falcó en su entrevista para la citada revista al hablar de la decoración de su nuevo hogar.
Parece que la simbología que encierra la pieza de arte es ideal para Tamara Falcó e Íñigo Onieva. El equilibrio que necesitan ambos para acomodar sus vidas y formar una común en la que encontrar la felicidad. Pero, además, parece que como escultura en sí es hermosa y muy valiosa, como destacaba la marquesa de Griñón del regalo de su suegra: “Siempre que trabajas con artesanos y haces cosas a medida se multiplica el tiempo muchísimo. Está hecha con muchísimo detalle. Por ejemplo, en la cantera van sacando láminas de piedras y hasta que no dieron con el color perfecto no me la mandaron. Y todo así”, añade para inflar el valor de su obra.
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