Quién es Kina Méndez, la exmujer maltratada de Diego El Cigala

El verano pasado, Diego El Cigala, que el próximo viernes cumplirá 56 años, hablaba con LA RAZÓN para presentarnos su próxima gira. De paso, nos relataba con humor cómo al nacer, en lugar de llanto, emitió la primera bulería, que sonó en todas las corralas próximas al Rastro de Madrid. Aquel niño gitano creció, se encanalló y cuando se desencanalló ya fue tarde.

Este pura sangre, el cantaor jondo más universal, hizo llorar lágrimas negras a la madre de sus hijos, Kina Méndez. Y fueron lágrimas más negras que aquellas que escuchó por primera vez en el piano de Bebo. Profundamente religioso y convencido de que el arte todo lo salva, se nos confesó inocente, pero a quien le correspondía juzgar era a un tribunal. Esta semana, Diego El Cigala ha sido condenado a dos años y un mes de cárcel por malos tratos contra ella y un delito leve de vejaciones en el ámbito doméstico.

La exmujer denunció al cantaor en 2021 por maltrato físico y psicológico continuado. En verano de 2023, la jueza de violencia sobre la mujer de Jerez de la Frontera concluyó la investigación del caso con indicios racionales suficientes para iniciar el juicio por delitos de maltrato "hasta la sumisión" y vejaciones. La sentencia dictada ahora por el juzgado de lo Penal número 3 de la ciudad gaditana, contra la que cabe recurso, incluye 25 días de localización permanente y alejamiento de la víctima de al menos 200 metros durante seis meses.

Dolores Ruiz Méndez, nombre real de Kina, tiene 43 años y es también artista flamenca. Su tía fue Francisca la Paquera de Jerez, cantaora gitana muy popular en la radio de los 50 y 60 por la profundidad de su cante. El Cigala la conoció cuando acababa de enviudar de su primera esposa, Amparo Fernández, que falleció en 2015 víctima de un cáncer. De este primer matrimonio, que duró 25 años, nacieron Rafa y Diego, sus dos hijos mayores. Kina, por su parte, antes de conocer a El Cigala vivió durante años en Nevada, Estados Unidos, casada con un guitarrista estadounidense que adoraba la cultura andaluza y con el que realizó algunos trabajos musicales.

En una ocasión se presentó en un programa de Canal Sur como "una mujer de una estirpe gitana" que llevaba el flamenco en la sangre. Consiguió grabar un disco que tituló "Sevillanas de Sevilla a Jerez", pero su trayectoria se frenó a raiz de su romance con Diego El Cigala. Por él lo dejó todo y se trasladó a Punta Cana, en República Dominicana, donde estaba él instalado.

De esta relación nacieron sus hijos menores Manuel y Aurora. El calvario de Kina comenzó pronto, hacia 2017, con su primer embarazo. Dos años después, en 2019, le acusó de abandono del hogar. El Cigala, tratando de justificarse, confesó que, después de la pérdida de su primera esposa, le estaba resultando difícil "querer a otra mujer".

Con más sombras que luces, según se desprende de la sentencia, la relación siguió adelante, más por empeño de Kina. Su voluntad no fue suficiente para impedir el comportamiento por el que ha sido condenado a pena de cárcel. "Desgastada… cansada… pero con una fe inquebrantable en mí misma, en la verdad y en la fuerza del amor que me dan mis hijos… Por ellos todo… Primero, Dios… Gracias por todos los mensajes de ánimo por privado que tanto agradezco y agradeceré de por vida…", escribió en su cuenta de Instagram antes de conocerse la sentencia.

Según ha quedado probado, la artista vio interrumpida su carrera musical y durante el tiempo de la relación dependió económicamente de él, sin disponer jamás de "una tarjeta ni una cuenta bancaria propias". También han sido a la luz los insultos con los que se dirigía a ella, como "maldita perra" y algúnn otro impronunciable, y los detalles de los malos tratos. Por ejemplo, una bofetada en la cara en verano de 2017, cuando se encontraban en un hotel de Jerez, o el intento de estrangulamiento tras recriminarle el consumo de drogas delante de los niños.

Menospreciando su dolor, El Cigala se defendía con un desprecio aún mayor que extendía al resto de las mujeres: "Ellas solo quieren dineros". Lejos de asumir cualquier culpa, acusaba a su mujer de tener una mente "vil y retorcida". En los últimos años le han ofrecido mucho dinero por contar su infierno, pero ha preferido callar. Y si rompió su silencio ante el juez fue porque vio peligrar la seguridad y el bienestar de sus hijos. Según consta en la sentencia, Kina empezó a sentir "miedo constante sobre lo que podía pasar con ella y con sus hijos".