Vuelta a la escena pública

Lalla Khadija, la hija del rey Mohamed de Marruecos, reaparece en una recepción a Macron

Llevaba cinco años sin participar en las labores diplomáticas de su padre.

Lalla Kadhija y Brigitte Macron, en Rabat
Lalla Kadhija y Brigitte Macron, en RabatGtres

Emmanuel Macron está de visita oficial a Rabat, un viaje de tres días para fortalecer las relaciones diplomáticas entre Francia y Marruecos, tras cinco años de distanciamiento. Por ese motivo, el rey Mohammed VI ha recibido al mandatario galo en el aeropuerto de Rabat-Salé, acompañado de una gran representación de la familia real. Incluida sorprendentemente por la princesa Lalla Khadija, que llevaba cinco años sin participar en ningún acto público. Además, se encontraban presentes el príncipe heredero Moulay Hassan, el príncipe Moulay Rachid y la princesa Lalla Meryem.

La presencia de Lalla Khadija, que en su juventud acompañaba con frecuencia a su padre, antes de desaparecer de la escena pública, ha sido visto como un gesto de compromiso y reconciliación.

La prensa local ha recibido la reaparición de Lalla con sorpresa y ha destacado su elegancia y serenidad. Medios como "The 1" han elogiado su "gracia juvenil" y la definen como una "sorpresa luminosa". La princesa no es heredera al trono pero comenzó su formación a los cuatro años en el colegio real, que se encuentra en el interior del palacio de Rabat. Habla español, inglés, francés y árabe y ha recibido clases del Corán. Le gusta la música y es una experta tocando el piano y la guitarra. Además le encanta pasear y practicar deporte. Su primer acto oficial a solas fue a finales de 2019, en una visita al zoo de Rabat, cuando tenía 13 años.

Lalla Khadija es la segunda hija del rey Mohamed VI y Lalla Salma , de la que el monarca se divorció en 2018. Su hermano, el heredero al trono, Mulay Hassan, tiene 21 años. La princesa mantiene relación con varias causas filantrópicas y humanitarias y los observadores la ven como la forma que tiene el rey en mente de transmitir calma, estabilidad y continuidad de una monarquía que debe ganarse el favor de sus súbditos.