Impresionante colección
¿Dónde está el gran joyero de la Duquesa de Alba?
En el décimo aniversario de su muerte nos preguntamos por su valioso joyero.
Paseando por los pasillos de Dueñas, Liria o Monterrey, doña Cayetana Fitz-James Stuart contemplaba una de las colecciones privadas de arte más espectaculares del mundo. Se trataba del tesoro artístico que la familia había acumulado durante los siglos en los que gozaron del favor real. Pero abriendo la caja fuerte, lo cierto es que la difunta duquesa de Alba podía también disfrutar de una impresionante colección de joyas de las que poco o nada hemos vuelto a saber tras su fallecimiento.
Ni Sofía Palazuelo ni Belén Corsini quisieron lucir las joyas de la familia para sus enlaces. La futura duquesa, eso sí, se dejó retratar por el fotógrafo Javier Biosca con la tiara ducal, un diseño con hojas de apio, en diamantes y esmeraldas, que es uno de los símbolos de la casa y, al parecer, un regalo de la emperatriz Eugenia de Montijo a su hermana, María Francisca de Sales Portocarrero, consorte en aquel momento del ducado. Con esa instantánea Palazuelo dejaba claro que la coronita seguía en la casa, algo que no sucede con la otra aportación de la emperatriz de Francia a los Alba: la tiara de perlas y diamantes con la que se casaron doña Cayetana y su hija, Eugenia, pertenece ahora a esta última, y también se dejó retratar con ella, en este caso para la revista Harper’s Bazaar en 2018.
Perdida ya para la historia de la casa está la tiara rusa de los Híjar, otro espectacular diseño que hace poco se puso a la venta por dos millones y medio de euros, y del que doña Cayetana se deshizo hace décadas para pagar el caballo Gigiló para su hijo, Cayetano. En la boda de este último con Genoveva Casanova vimos otra de las piezas destacadas del joyero de la duquesa. La mexicana lució a modo de tiara un gran brazalete de diamantes diseño de Ansorena y regalo de Luis Martínez de Irujo a su mujer el día de la pedida de mano.
La duquesa de Alba tuvo a su disposición también una colección muy destacada de collares, entre los que llamaba la atención un diseño de esmeraldas cuadradas con el que se dejó retratar en 1959 por Juan Gyenes y que, al parecer, perteneció también a Eugenia de Montijo.
Las perlas, su joya favorita
Poseyó también otro de piedras similares, solo que menos aparatoso, así como un llamativo conjunto de perlas rodeadas de rubíes. De hecho, las perlas fueron una de las joyas favoritas de doña Cayetana, que se dejó retratar con muchas de sus piezas, como un collar de tres vueltas.
Destacado miembro de la aristocracia como era, la colección de la duquesa de Alba también incluyó un rivière de diamantes que lució en alguna fotografía en una configuración de dos vueltas. Se trata de un diseño clásico dentro de cualquier casa de la nobleza que se precie y del que posiblemente no volvamos a tener noticia en mucho tiempo, como sucede, o eso al menos todo parece indicar, con el resto de joyas que atesoró y que configuró uno de los joyeros más interesantes de la nobleza española de su tiempo.
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