Rompiendo tabúes
La actriz Charo López denuncia el acoso sexual del que ha sido víctima
La interprete recuerda episodios en los que los hombres le hicieron sentirse mal por su cuerpo y cómo estaba obligada a guardar silencio
Aunque para muchos sea algo nuevo, lo cierto es que los episodios de acoso sexual a mujeres están a la orden del día desde tiempos inmemoriales. Desde hace unos años la tendencia a cambiado, principalmente porque las mujeres se han cansado de callar lo que antes vivían en silencio y con resignación. Así está sucediendo ahora cuando Íñigo Errejón ha anunciado su salida de la política por la puerta de atrás, después de haber sido señalado como “acosador sexual” y “auténtico monstruo”, aunque son muchas las que señalan que es tan solo un hombre más con una actitud machista. Ahora que el debate está candente, ante la aparición de más y más testimonios de mujeres denunciando los actos del portavoz de Sumar, Charo López, veterana actriz de 80 años, ha puesto sobre la mesa cómo ella misma ha batallado contra esta lacra a lo largo de su fructífera carrera, que comenzó en 1965. Tantos años dan para muchas anécdotas, algunas de ellas muy desagradables que antes estaba obligada a callar. Por fortuna los tiempos están cambiando y el silencio ya no es una opción.
La actriz se ha confesado en el programa de Cadena SER, ‘Por el principio’, poniendo el foco en las dificultades que presentó cuando comenzó a tener un cuerpo de mujer, cuando aún no había madurado: “Yo he sido una niña reprimida, porque la educación que he tenido ha sido muy opresora”, comienza a plantear cómo su aprendizaje vital le obligó a agachar la cabeza, lo que le hizo ser especialmente tímida en cuanto a sus relaciones interpersonales. “Yo sí he tenido vergüenza por todo siempre, esa se me ha quedado”. Algo agravado cuando en la pubertad su cuerpo cambió y comenzó a despertar el interés de los hombres, que no atendían ni a su juventud ni a sus propios deseos, convirtiéndola en víctima de situaciones enmarcadas en el acoso sexual, con comentarios inapropiados, especialmente desagradables teniendo en cuenta su corta edad. Esto le ha marcado de por vida, como así confiesa en su entrevista.
“Me llamaban Maicena, dos veces buena, pero era horrible, porque yo no sabía qué significaba. No tenía ni idea. Eran comentarios de un salido seguro, un tío al que yo le gustaba”, planteaba en su última intervención radiofónica. Tal era su inocencia, que narra cómo en una ocasión tuvo que preguntarle a su madre qué eran los peones, pues se lo habían gritado a viva voz por la calle y no sabía a qué hacía referencia. “Pero esas cosas no se preguntan” fue la única respuesta que obtuvo, lo que le obligaba de nuevo a guardar silencio ante la ocurrencia de un hombre al que nadie le pedía que se callase.
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