Rocío Jurado
El día más agridulce de José Fernando en el psiquiátrico San Juan de Dios
El hijo de Ortega Cano y Rocío Jurado alcanza los 30 años
Tal día como hoy, hace ya 30 años, nacía José Fernando, el hijo de Ortega Cano y Rocío Jurado, en Colombia. Cuando solo era un niño, su vida y la de su hermana Gloria Camila cambiaron para siempre tras ser adoptados por el diestro y la cantante, uniéndose así a una de las familias más mediáticas del país. Desde entonces, la opinión pública ha seguido de cerca todos sus movimientos, unos movimientos que no siempre han sido acertados. Tras la muerte de su madre, el joven se sumergió en una espiral de autodestrucción marcada por las drogas y las malas compañías, que le llevó incluso a terminar en prisión.
Desde el año 2017, después de que Ortega Cano solicitara a las autoridades que se incapacitara a su hijo, el colombiano permanece ingresado en el ala de psiquiatría del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, donde intenta rehabilitarse y, además, cumple parte de su condena. Hoy celebra desde allí su cumpleaños, un día de lo más agridulce para él porque le gustaría pasarlo allende los muros del centro. Desde la clínica confirman que en los aniversarios de los pacientes “siempre se hace algo especial”, ya sea con sus compañeros o con los familiares que vayan a visitarlo, aunque esto último depende de las circunstancias de cada interno.
En el caso de José Fernando, el hijo de Ortega Cano y Rocío Jurado sí está recibiendo visitas de forma regular, así que se espera que su padre o su hermana se acerquen hoy hasta el Centro San Juan de Dios para reunirse con él en este día tan especial. Aunque en ocasiones anteriores la joven ha compartido imágenes de su encuentro con José Fernando, el hermetismo con el que tratan su ingreso y todos los asuntos relacionados lleva a pensar que no trascenderá ninguna fotografía.
Aunque el año pasado se publicó que José Fernando podría estar a punto de abandonar el Centro San Juan de Dios, más tarde se dio a conocer que las autoridades pertinentes habían deliberado que debería permanecer ingresado durante, al menos, un año más. Sin embargo, pasado este tiempo, no parece que su alta esté cerca de llegar. Desde la familia se mantiene un absoluto silencio al respecto, y se limitan a celebrar que se encuentra “bien” cuando se les pregunta.