París
España en verano: Un enlace poco real
Lejos del glamour monegasco, el país celebra su primera boda bohemia
A las 11:46 de la mañana, Andrea Casiraghi abandonaba la soltería para convertirse en un hombre casado. Las campanas repicaron a la vez que el hijo mayor de Carolina de Mónaco y su ya esposa, Tatiana Santodomingo, se daban el «sí, quiero» en una ceremonia civil que tuvo lugar en el Salón del Trono del palacio monegasco, el mismo en el que Carolina contrajo matrimonio con Stefano Casiraghi en 1983. La plaza, abarrotada de curiosos nativos y foráneos que querían acompañar a la familia real más glamurosa del mundo, irrumpía a mediodía en aplausos. La alegría corría por las calles del Principado, a pesar de que los alrededores del palacio se convirtieron ayer en un aislado búnker en el que ni entraba ni salía información, gracias a un dispositivo especial de Carabinieri. Y es que junto a la invitación al enlace, los 350 asistentes habían recibido una petición que tenía tintes de mandato: nada de fotografías y nada de comentarios en las redes sociales. La familia real considera que se trata de un enlace privado, ya que, al menos por el momento –y mientras Charlene Wittstock esté aún en condiciones de proporcionarle un heredero al príncipe Alberto–, Andrea no es heredero al trono. Sin embargo, las primeras instantáneas comenzaron a circular por las redacciones de medio mundo a la hora del almuerzo: una de las primeras fue la de dos de las cuatro damas de honor, vestidas de un chocante amarillo con sendos vestidos de encaje. La autora de la publicación fue Natalia Blaskovicova, una de las mejores amigas de Tatiana, que decidió compartir la instantánea a través de su perfil de Instagram. Minutos después, era el hermano mayor de la novia, Julio Mario Santodomingo III, el que, con largas patillas, gafas espejo y cerveza en mano, posaba con cuatro de las mejores amigas de Tatiana.