Herencia
Las joyas más secretas de la Familia Real española
¿Qué piezas conserva Irene de Grecia? ¿Pasarán a los reyes españoles? ¿Será su diadema de círculos la elegida para Leonor?
De todos es sabido la pasión que tenía la reina Federica de Grecia por las joyas, que le hacían ser una de las grandes coleccionistas de Europa. Los diseños más destacados pasaron a la línea principal, la del recientemente fallecido Constantino de Grecia. Su mujer, Ana María de Dinamarca, fue la encargada de mostrar la riqueza del joyero heleno en los distintos actos sociales a los que estuvieron invitados a lo largo de su vida. La diadema de esmeraldas, la kedive de Egipto o la de diamantes y rubíes con ramas de olivo dan buena cuenta de ello, así como la tiara de diamantes de la reina Sofía de Prusia, que es con la que siempre hemos visto últimamente a Marie-Chantal.
La reina doña Sofía también resultó agraciada con algunas joyas. La más icónica es la tiara prusiana, que tanto la emérita como doña Letizia lucieron en su boda: un diseño de estilo imperio en platino y diamantes con un diamante central colgante en forma de lágrima. Doña Sofía también suele llevar el fantástico colgante de rubí en cabujón, rodeado de dos filas de diamantes, que suele prender de un collar de perlas (como hacía también su madre). Mucho más desconocido es el juego de brazaletes en forma de torque en oro y piedras preciosas que solía llevar con bastante asiduidad la reina Federica y que se dividió entre doña Sofía y la mujer de su hermano. La reina española heredó los de diamantes, esmeraldas y zafiros, mientras que Ana María recibió el de rubíes.
En el reparto del joyero heleno también tuvo su papel la más pequeña de los hermanos. La princesa Irene de Grecia, conocida familiarmente como la tía ‘Pecu’, cuenta por tanto con un joyero muy desconocido, pero que proviene principalmente de la herencia de su madre: «Tiene joyas de turquesas y diamantes, perlas y varios pequeños broches familiares”, asegura David Rato, el especialista en las joyas de la Familia Real española responsable del perfil de Instagram SpanishRoyalJewels. «También tiene su colgante con una gran piedra rosada en forma de pera, similar al que tiene la reina Sofía en forma de concha, pero las hermanas y la cuñada compartían muchas joyas así que es difícil decir exactamente cuáles pertenecen a la princesa Irene».
La gran herencia
Lo que sí que está claro es que hay una joya muy especial que sí recibió como herencia: «La princesa Irene llevaba bastantes joyas en su juventud y sabemos que en su joyero está la tiara de círculos que perteneció a su abuela, la reina Sofía de Grecia, y que es la pieza más conocida de las que le pertenecen», asegura Rato. Se trata de una tiara de 14 semicírculos de diamantes que puede ser adornada con un diamante colgando del círculo central. Es un diseño sencillo y elegante que no solo ha sido lucido por la hermana de la reina emérita. La tiara se la vimos también a la infanta Elena, en 1983, para el baile organizado por Federico de Wurttemberg y la princesa María de Wied con motivo de su matrimonio. Esta tiara se completa con un collar a juego, posiblemente un encargo posterior para crear un «parure» completo.
Ya en el terreno de las especulaciones, desde prácticamente el reparto de la herencia de la reina Federica de Grecia se viene hablando sobre otra tiara que podría estar en posesión de Irene: «Es probable que haya heredado más joyas porque hay varias que ‘no aparecen’. La princesa ha sido fotografiada con otras dos pequeñas diademas desconocidas y con el gran collar de perlas y diamantes de su madre, convertido en diadema. Este podría estar a día de hoy en su posesión».
El collar-tiara en cuestión es un espectacular y versátil diseño que Irene lució mucho en su juventud. Su madre lo usaba como collar, variando la pieza central, e Irene lo combinaba con su collar de círculos de diamantes. Esa pieza lleva décadas sin verse y siempre se ha comentado que posiblemente podría estar en posesión de la hermana de la reina doña Sofía.
Estas joyas, eso sí, han estado envueltas en cierta confusión, ya que se llegó a pensar que se subastaron con fines benéficos en 1990, pero no fue así: «Esas piezas no eran las de la tía ‘Pecu’. En la Familia Real griega hay varias mujeres que llevan el nombre de Irene, como la duquesa de Aosta. Aquellas joyas eran diseños de los años 40 y 50 y pertenecían a la mujer del príncipe Pedro de Grecia, hijo de la excéntrica María Bonaparte. Irina Ovtchinnikova era rusa y se casó con Pedro contra la voluntad de la Familia Real. Era su marido quien la presentaba como la princesa Irene, pero era un título que no tenía en realidad».
Solventada la confusión, y con una princesa heredera a punto de cumplir la mayoría de edad, ¿podrían ser algunas de esas tiaras las que luzca Leonor? «La diadema de círculos estaría muy bien para una joven princesa como ella, pero a mí personalmente me gustaría vérsela a la infanta Sofía, que se parece mucho a su tía abuela», concluye Rato. El tiempo dará o quitará razones.
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