Ascenso en la corte

La intrahistoria de la condesa que consiguió que su hijo fuera el amante del rey Jacobo I de Inglaterra

Mary Villiers ha pasado a formar parte de la historia de la familia real británica por su ambición desmedida y el apoyo incondicional de su hijo George

This image released by Starz shows Julianne Moore, left, and Nicholas Galitzine in a scene from "Mary & George." (Sky UK/Starz via AP)
TV Mary & GeorgeASSOCIATED PRESSAgencia AP

Mary Villiers ascendió rápidamente en la corte británica debido a una ambición que la llevó a protagonizar algunos de los momentos más impactantes de la historia de Reino Unido. La condesa de Buckingham nació en el seno de una de las familias nobles anglo-normandas más importantes, los Beaumont. Dejando a un lado sus títulos y los juegos dentro de la corte, en lo que más destacó fue en su manera de criar a su hijo George, quien tenía el objeto de conseguir éxito en la corte del rey Jacobo I de Escocia (1567) y de Inglaterra (1603).

Mary Villers no puso límites a su ambición y no se detuvo hasta que fue una de las cortesanas con más títulos y mayor influencia para el rey. No se privó de urdir todo tipo de manipulaciones y tramas que la hicieron tener gran poder en la corte y a su hijo ser el amante todopoderoso del monarca. Una historia conocida, pero que podría pasar desapercibida de no ser por la apuesta de la nueva serie que se estrenó el 5 de marzo, “Mary y George”. La historia de uno de los romances homosexuales más impactantes que se conocen del pasado de la Corona Real británica, así como el ascenso hasta el mismísimo corazón del poder de la condesa de Buckingham. La propuesta emplea como base el libro de Benjamin Woolley 'El asesino del rey' y está protagonizada por Julianne Moore y Nicholas Galitzine y, aunque a día de hoy hay historiadores que no terminan de darle veracidad al relato, no cabe la menor duda de que dará que hablar revolucionando a toda la sociedad británica, como ya pasó con el estreno de “The Crown”.

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En 1570 nació Mary Villiers, una aristócrata descendiente de una de las personalidades más importantes de las Guerras de la Independencia Escocesa. A los diecisiete años de edad contrajo matrimonio con George Villiers, convirtiéndose en su segunda esposa y su prima. De esta relación nacieron sus cuatro hijos Susan, condesa de Denbigh, John, vizconde Purbeck, George, Duque de Buckingham, y Christopher, conde de Anglesey. Sin embargo, su popularidad y poder fueron dadas por su segundo hijo. Desde un principio supo ver el potencial de George y quiso aprovecharse de ello para ascender rápidamente en la corte como una de las personas más ricas y poderosas.

La muerte de su marido en 1606 supuso un revés en los planes de la condesa, pues quedó con cuatro hijos a su cargo y en la más absoluta miseria. No contenta con su situación, Mary ahorró todo cuanto pudo para enviar a su hijo George a estudiar en Francia, donde consiguió hacerse ágilmente con las costumbres cortesanas, así como algunas de las destrezas propias de un joven noble. A su regreso a Inglaterra, su madre le envió rápidamente a la corte del rey Jacobo I, donde el joven de 22 años se convirtió en el favorito del monarca.

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La familia de Mary ascendió en la corte británica, pero no sin ganarse a muchos enemigos debido a la actitud fría y calculadora con la que la condesa hilaba todos sus planes. Por su parte, George fue el consejero más cercano a Jacobo I y el único, por aquel entonces, que había sido nombrado como duque de Buckingham (1623) que no pertenecía a la familia real. También se convirtió en el mentor del hijo del rey, el que sería el futuro rey Carlos I de Inglaterra.

A pesar de su gran poder, la impopularidad de la familia era notoria debido a las muchas enemistades que Mary se había ganado a pulso. George fue asesinado (1628) por un soldado llamado John Felton en Portsmouth, tres años después de la muerte del rey. Se dice que la propia Mary “tuvo un presentimiento tan fuerte de su muerte que se quedó bastante tranquila al enterarse”. En honor al gran apoyo que había sido para su padre, el rey Carlos I decidió enterrarlo en la Abadía de Westminster, concretamente en la capilla de Enrique VII que era un lugar de reposo para miembros de la realeza.