![Sol y buen tiempo en Benidorm](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2025/02/06/0A59A623-B41B-442F-8788-29DA46F5CEC6/66.jpg?crop=3246,3246,x811,y0&width=150&height=150&optimize=low&format=webply)
Refugio
El día que Alberto de Mónaco decidió huir a Puente Viesgo
El príncipe se enamoró de un hotel anticuario, tras una visita oficial a Santander. Este es el lugar que visita con frecuencia
![Alberto de Mónaco en una imagen reciente](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2024/11/29/D39746FA-89EF-4A57-974C-E35A77A8D5A2/alberto-monaco-imagen-reciente_98.jpg?crop=1920,1080,x0,y0&width=1900&height=1069&optimize=low&format=webply)
El palacio de la Helguera, emblemático y heráldico caserón cántabro del siglo XVII, entre Torrelavega y Puente Viesgo, lleva más de tres siglos enviando certeros dardos de Cupido a lo más florido de la aristocracia internacional. El espaldarazo definitivo para esta fascinante mansión, ubicada en el corazón emocional de Cantabria, el valle del Pas, es la pasión desatada en Alberto de Mónaco por este lugar. El inmueble, de la cadena Relais & Châteaux, no solo se distingue por ser un hotel anticuario inmerso en la naturaleza de los valles pasiegos, sino también por la inusual profesionalidad (superando convencionalismos) y la discreción de la que todo su equipo hace gala.
La historia de la relación del príncipe monegasco con este palacio comenzó hace dos años, cuando con motivo del centenario de las excavaciones de las cuevas del Castillo en Puente Viesgo y una visita oficial del marido de Charlène de Mónaco al centro de Arte Rupestre que lleva el nombre de su tatarabuelo, el Príncipe Alberto I. Entonces, el príncipe se alojó en la Helguera durante todo un fin de semana. Y ahí, surgió el flechazo. No hay que olvidar que el hijo de Grace Kelly adora el interior de España. Con su fundación, también visitó la granja sostenible El Milagro, en la comarca de la Campana en Toledo, de la empresaria Blanca Entrecanales.
![Palacio de Helguera, en Cantabria](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2024/07/17/62152E38-13E2-42DE-B6E5-893FDA8877C3/palacio-helguera-cantabria_58.jpg?crop=1200,680,x0,y61&width=1000&height=567&optimize=high&format=webply)
Aquí, en el interior de Cantabria, Alberto ha encontrado un refugio que visita con relativa frecuencia. El lugar tiene un amplio pasado aristocrático. De hecho, sus once habitaciones tienen los nombres de once ilustres huéspedes. La también aristócrata española Malales Canut y su marido José Antonio Revuelta hacen que cada huésped se sienta como el duque de Wellington o los Trastamara, ilustres visitantes que en su día honraron con su presencia esta linajuda casa.
![Piscina del Palacio de la Helguera](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2024/11/29/B5C9BDA1-548C-4E61-BC45-5987FA9EC094/piscina-palacio-helguera_58.jpg?crop=1200,680,x0,y59&width=1000&height=567&optimize=high&format=webply)
Las anécdotas surgidas en las estancias del príncipe reflejan su fino y entrañable sentido del humor. Como cuando le explicaron el astuto lema familiar de los Ceballos, dueños originales de la estancia, «es ardid de caballeros Ceballos para vencellos». Un juego de palabras que acompañó una tarde agradable entre dueños y huésped.
El príncipe Alberto, de carácter sosegado y reflexivo, considera que la mansión es su segunda casa, enfatizando el cariño, la minuciosa (pero no atosigante) atención por parte del equipo y el confort de las instalaciones. Ojo, que es sello distintivo del palacio de la Helguera, que cada huésped aquí se siente tratado como miembro de la realeza.
![Piscina del Palacio de la Helguera](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2024/11/29/9DA8922D-FE85-4F33-B867-BE6BDE08C0AF/piscina-palacio-helguera_58.jpg?crop=1200,680,x0,y59&width=1000&height=567&optimize=high&format=webply)
El monegasco adora la gastronomía local. Tanto que un canapé de tortilla de patata, especialmente elaborado para él, lleva ya su nombre. La bodega de la casa, digna de Hemingway, con un Ribera de Duero específicamente dedicado al local, hace que Alberto no pueda resistirse a llevar con él varias cajas de ese vino en su regreso a Mónaco. El lugar, en suma, es un cóctel embriagador que obliga a pedir siempre segunda ronda.
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