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Carmen Martínez-Bordiú: "Ser duquesa de Franco no cambia mi perspectiva de vida"
Alejada del foco mediático y recluida en su vivienda de Lisboa junto a su nuevo amor surfero, Timothy Mckeague, la «nietísima» habla por primera vez tras recibir el polémico título familiar.
Alejada del foco mediático y recluida en su vivienda de Lisboa junto a su nuevo amor surfero, Timothy Mckeague, la «nietísima» habla por primera vez tras recibir el polémico título familiar.
Desde el pasado lunes Carmen Martínez-Bordiú ya es oficialmente duquesa de Franco. Un título con Grandeza de España que heredó a la muerte de su madre y que, tras los trámites pertinentes y la firma del Rey, ya figura en el Boletín Oficial del Estado como registrado. El título estuvo rodeado de polémica y el PSOE de Pedro Sánchez solicitó en aquel momento que se suprimiera. Carmen nunca ha querido alimentar esos desencuentros públicos y zanjo la cuestión con unas manifestaciones muy claras: «Nunca he hecho declaraciones relativas a comentarios que se hagan sobre mí o mi familia. De política no hablo».
A diferencia de su hermano Francis, que se convirtió en portavoz tanto en los temas relativos a la expropiación del Pazo de Meiras como a la exhumación de los restos de su abuelo del Valle de los Caídos o a la solicitud de legalización de la Fundación Francisco Franco, la duquesa se ha mantenido al margen desde su retiro portugués. «Ser duquesa no cambia mi perspectiva de vida. Es un título que me corresponde y por lo tanto hice las gestiones pertinentes para que tuviera efecto. No hay mas historia». Aseguran desde su entorno familiar que no tiene intención de utilizar el ducado para su vida cotidiana. «Mi madre no lo hizo nunca. Para ella era un honor recibir ese título que le otorgó el rey don Juan Carlos en noviembre de 1975», afirma.
Los que la conocen confirman ese dato y añaden que la idea de solicitar la carta de sucesión y no cederle el título a su hermano tenía que ver con la intención de pasárselo en un futuro a su nieta, Eugenia Borbón Vargas. Aunque la niña tiene tratamiento de princesa, los títulos de duque de Borgoña y duque de Berry (en posesión del padre) los heredarán sus hermanos pequeños Luis y Alfonso, ya que en Francia se mantiene el ser varón por encima de la primogenitura. En España, la Ley de Igualdad suprimió los derechos de los hombres sobre las mujeres y es el primero que nace quien hereda, al margen de su sexo. Esta podría ser una de las razones por las que Carmen inició los trámites de sucesión.
No hay que olvidar que fue duquesa de Cádiz al casarse con Alfonso de Borbón y lo dejó todo para convertirse en señora de Jean-Marie Rossi cuando se fue a vivir con él a París. De aquellos inicios amorosos en la Francia de la «liberté, legalité, fraternité» aprendió del anticuario que sus oropeles anteriores importaban poco en la República vecina y menos haber estado casada con un nieto de Alfonso XII. La nueva aristócrata recibió la noticia en su casa de Portugal, donde vive con su novio, el surfista y profesor de yoga, Timothy Mckeague.
En agosto se cumplirá un año de ese cambio de vida que, de nuevo, le ha servido a Carmen para reciclarse. Esta manera de reinventarse cada cierto tiempo es una de las características más destacables de su biografía. Lo hizo con sus sucesivas relaciones afectivas. Primero a París, por su matrimonio con el anticuario; después a Sevilla, donde se compró una casa y una finca que aún mantiene, al enamorarse del arquitecto italiano Roberto Federicci. Carmen no es mujer de mantener historias sentimentales que no funcionan y volvió a cambiar de planes. Conoció a José Campos, un hombre de apariencia campechana y con pocas cosas en común, y se fue a vivir a Santander. Otro desengaño que la devolvió de nuevo a Madrid, donde se enamora perdidamente de Luis Miguel Rodriguez, dueño de Desguaces La Torre y actual novio de Ágatha Ruiz de la Prada. Ese capítulo también lo cierra, y entonces es cuando conoce, en un crucero de amigos por la Costa Azul, al bello surfero.
McKeague ha demostrado lo que pocos creían: que no quería ser famoso y menos aún utilizar a su pareja como trampolín para tener proyección mediática. El deportista ha viajado recientemente a Australia, de donde es oriundo, y aunque le han ofrecido reportajes en solitario o acompañado de su novia ha dicho que no: «Su mundo es otro y no quiere exposición pública. Cuando Carmen se lo ha propuesto ha dicho que no. Timothy es consciente de lo que supone esa perdida de intimidad», cuentan a LA RAZÓN, fuentes cercanas a la pareja. Por amor, la madre de Luis Alfonso cambio su actividad social en España, sus exclusivas y hasta sus viajes por medio mundo por la soleada playa de Nazare y la apacible campiña de Sintra. Ha solucionado sus desajustes con Hacienda, espera vender el edificio de la calle Hermanos Bécquer que fue domicilio familiar y aunque se aburre en su retiro portugués los amigos que la han visitado aseguran que es feliz. Por ahora no hay más cambios que los viajes a Madrid para estar con sus nietos.
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