Opinión
La crónica de Amilibia: El centro sigue aún sin encontrar el «punto G»
Parece mentira que el Partido Popular no encuentre la zona erógena femenina cuando busca tan ansiosamente la erótica del poder
Charo López, la actriz que nunca quiso ser solamente guapa, trajo a España la obra de Darío Fo «Tengamos el sexo en paz». Preguntaba al público si sabía dónde estaba el «punto G2». Ni idea, oigan. Y añade: «Aún los hay que siguen sin dar con él». El Partido Popular incluido, y eso que anhela tanto el centro. No da con él pese a todas las pistas que va dejando Cayetana Álvarez de Toledo para guiar a los pulgarcitos por el bosque en su búsqueda del mítico Santo Grial del placer. Me gusta Cayetana porque cada vez que se asoma a la pista central del circo monta el pollo, se mete en la jaula de las fieras y las fustiga como Pablo Iglesias ansiaba azotar a Mariló Montero en sus fantasías sexuales.
Ahora ha largado por lo fino de Teodoro García Egea diciendo que lo suyo es el «ordeno y mando más crudo y más brutal», que entiende la política «como la sumisión a través de una acción testosterónica que va causando devastación interna».
Parece mentira que el Partido Popular no encuentre la zona erógena femenina cuando busca tan ansiosamente la erótica del poder y teniendo en su interior nada menos que un encendido volcán que chorrea lava contra Isabel Díaz Ayuso y Cayetana por todas sus numerosas coladas, cuentan, pero sin acertar con su «punto G». Extraña que Irene Montero no haya intervenido ya al respecto, con lo que ella odia los volcanes misóginos, y más cuando provienen de un atleta testosterónico que sedujo a su hoy esposa tocando la bandurria después de rondarla cinco años, que ya es rondar. Claro acoso de tuno, ministra. Lo tienes duro, Cayetana. Esto no lo arreglas ni cantándole «Clavelitos».
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