Estética

Las cirugías estéticas fantasma, todos hablan de ellas, pero nadie las ha visto

Las alternativas reales a la extracción de costillas flotantes o la técnica Fox Eyes

New York (United States), 12/09/2021.- US actress Megan Fox arrives on the red carpet for the MTV Video Music Awards at the Barclays Center in Brooklyn, New York, USA, 12 September 2021. (Estados Unidos, Nueva York) EFE/EPA/JASON SZENES
New York (United States), 12/09/2021.- US actress Megan Fox arrives on the red carpet for the MTV Video Music Awards at the Barclays Center in Brooklyn, New York, USA, 12 September 2021. (Estados Unidos, Nueva York) EFE/EPA/JASON SZENESJASON SZENESAgencia EFE

O sí, pero hay que buscarlas y quizá encontremos que haya modelos, famosos o personas muy obsesionadas con su físico que se las hayan hecho. Pero, desde luego, no son operaciones demandadas por los pacientes de cirugía estética y, en algunas ocasiones, se encuentran en el límite de lo saludable y lo seguro.

Es el caso de la marcación de la silueta, con especial atención a la cintura, mediante la extracción de costillas flotantes. Según explica el cirujano plástico Moisés Martín Anaya esta práctica no está recomendada por la mayoría de los profesionales estéticos, por tratarse de un procedimiento no exento de riesgos. Personalmente, explica no conocer a ningún compañero que la lleve a cabo y cuenta que la única manipulación que se realiza a nivel estético en relación a las costillas es la extracción de una pequeñísima parte de cartílago para ayudarse en dos cirugías faciales.

La primera es la otoplastia, en la que se extrae una pequeña parte de este material para trabajar una microtia, que no es otra cosa que una pequeña malformación, una oreja pequeñita o la ausencia de oreja. El cartílago es también un material donante en la reconstrucción nasal, concretamente en la zona del dorso de la nariz.

En ambos casos, cuenta el especialista, se extrae un trocito pequeño de cartílago. Si hiciéramos lo propio con dos costillas eliminaríamos la protección física que estos elementos suponen para los órganos que cubren, en especial para los pulmones. Se aumentaría así el riesgo de neumotórax y se sacrificaría fisiología por estética, una decisión cuestionable para Martín Anaya.

Además de los riesgos inherentes a la extracción de estas dos últimas costillas, la paciente que se interese por esta cirugía debería saber que puede tardar hasta seis meses en recuperarse, que la cicatriz no es fácil de esconder y que el dolor postoperatorio tampoco es fácil de calmar ni de hacer desaparecer.

Por supuesto, estamos pensando en el ejercicio y la dieta para evitar el paso por el quirófano, pero si ni con uno ni con otro conseguimos marcar cintura ni tener vientre plano, la solución quirúrgica existe. Es la lipoescultura y no precisa de quitar huesos, sino grasa. Mucho menos invasiva y de grandes resultados, convierte a la extracción de costillas flotantes en una solución extrema y rara.

También es raro, por otro lado, que una paciente acuda a un cirujano estético para remodelarse el ombligo. O sólo para remodelarse el ombligo. Esta técnica quirúrgica suele ir asociada a la abdominoplastia. En la distensión de los músculos del abdomen por el crecimiento del útero, explica Martín Anaya, puede producirse un cambio de forma del ombligo, que se aplana o se abulta.

El problema estético llega cuando, pasados seis meses —el tiempo medio de recuperación del abdomen tras el parto— el ombligo no ha recuperado su forma original. Es entonces cuando se puede recolocar junto con los músculos y tejidos de la zona.

También se llevan a cabo umbilicoplastias dentro de la corrección de los tejidos que cuelgan por las pérdidas masivas de peso tras la cirugía bariátrica, esto es, la reducción de estómago para personas con marcado sobrepeso y obesidad.

En caso de que una modelo o una actriz quisiera corregirse su ombligo por no gustarle como sale en las fotografías, por ejemplo, debería saber que la intervención es sencilla, que no alcanza la hora de duración y que, puestos a elegir ombligos a la carta, los cánones de belleza nos remiten a un ombligo almendrado a unos trece centímetros por encima del pubis.

No en los cánones de belleza sino en las modas y excentricidades que de vez en cuando se asocian con la estética, entran procedimientos como los llamados Fox Eyes. Los ojos de zorro, también conocidos como mirada felina, no son otra cosa que un estiramiento marcado de la piel del rostro a nivel de la mirada con hilos tensores, de manera que queden muy rasgados.

Esta mirada oriental se consigue también en el quirófano. La técnica se denomina cantopexia. Con resultados algo más naturales, es también un rara avis de la cirugía estética. Advierte Martín Anaya que la cantopexia puede cambiar para siempre la expresión de la mirada. Se puede trabajar en esta zona, estirando el párpado inferior por motivos funcionales, cuando éste es demasiado laxo, lo que puede producir un lagrimeo constante.

Otros retoques menos definitivos son los que se realizan cada día en la blefaroplastia o cirugía de corrección de los párpados, que rejuvenece la mirada. En ella se consigue dar tensión a los párpados caídos por la grasa o la edad y se modifica también el ángulo de la apertura ocular, pero con el objetivo de la naturalidad y la armonía.

Otro retoque al que a veces se alude por su presencia en la anatomía de algunas diosas que han desfilado para Women Secret son los hoyuelos de venus, nombre con que se denomina a esas pequeñas hendiduras que algunos tienen de manera natural en la espalda.

No es verdad, explica Martín Anaya, que esté normalizado entrar un quirófano para hacérselos. Se consiguen pero bastaría una liposucción profunda en la zona para que los agujeritos sexys quedaran marcados.

Conclusión: la cirugía estética tiene recursos tradicionales, seguros y eficaces para posibles demandas excéntricas. ¿Existen estas demandas? Desde luego, todos hablan de ellas, pero, como a los fantasmas, nadie ( o muy pocos) las han visto.

Moisés Martín Anaya es director de Clínica de Moisés Martín Anaya,

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