D.E.P.

Rafael Aguilera, el gran AMOR imposible de Mila Ximénez

Recordamos al hombre que siempre ocupó un lugar en el corazón de la tertuliana de ‘Sálvame’.

Mila Ximénez con un ramo de flores
Mila Ximénez con un ramo de floresKABGTRES

En contra de los que creen que Manolo Santana fue el gran amor de Mila Ximenez, la realidad es bien distinta y nos lleva a la ciudad marroquí de Tetuán. Allí ejercía como psiquiatra Rafael Aguilera, el hombre por el que bebía los vientos la periodista, el amor de su vida, con el que mantuvo una relación Intermitente de diez años hasta su ruptura definitiva en 1998.

Se conocieron a finales de los ochenta, él era un millonario empresario y psiquiatra de renombre, ella una “estrella” mediática que acababa de salir de un complicado divorcio con su hasta entonces marido, el tenista Manolo Santana. Enseguida se dieron cuenta de que eran almas gemelas, de que estaban hechos el uno para el otro.

¿Que pudo romper una pareja tan unida? Pues ni más ni menos que la obsesión de Rafael por alejar a su pareja del mundo de la comunicación. Era demasiado discreto, no le gustaba el mundo en el que Mila se movía. Pero ella no dio su brazo a torcer y las discrepancias en torno al tema propiciaron una ruptura que dolió a ambos por igual. Acabaron entonces las románticas historias que Rafael solía contar a su pareja, en veladas nocturnas interminables en las que la pasión era principal protagonista de un amor tan sincero.

Años más tarde, en el 2013, la colaboradora de ‘Salvame’ me confesaba que “sigo llevando a ese hombre en mi corazón, imposible olvidarle”. Se querían pero no se entendían por igual. Hablaban por teléfono de vez en cuando para contarse sus cosas, pero la reconciliación brilló por su ausencia.

Ironías de la vida, Aguilera murió víctima de un infarto el 23 de febrero del 2018, mientras comía en un restaurante a escasos cuatrocientos metros del domicilio de la mujer a la que idolatraba. Una despedida infeliz marcada por la desgracia.

GRAF968. MADRID, 29/01/2020.- La colaboradora televisiva Mila Ximénez luce una de las creaciones de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, durante su desfile de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid 2020, celebrado este miércoles en Madrid. EFE/ J.J. Guillén
GRAF968. MADRID, 29/01/2020.- La colaboradora televisiva Mila Ximénez luce una de las creaciones de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, durante su desfile de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid 2020, celebrado este miércoles en Madrid. EFE/ J.J. GuillénJ.J. GuillénAgencia EFE

Fue su íntimo amigo, Kiko Hernández, quien le dio tan fatídica noticia, minutos después de que una persona cercana a Rafael le comunicara su fallecimiento. Ella se puso inmediatamente en contacto con esa persona, quizá buscando que la noticia no fuera cierta, pero tras confirmarla llamó a la hija de Rafael, quien, emocionada, le dijo que su padre le confesó que Mila era su gran amor, la mujer que llevaba siempre en su corazón.

La tertuliana ratificó lo anterior con sentidas palabras: “fue el amor de mi vida, no he vuelto a mantener una relación sentimental tan profunda desde que rompimos. Estoy escarmentada. Hoy mis amores son mi hija y mis nietos. No me compensa volver a enamorarme. Ya he vivido lo que tenía que vivir en esa parcela… mi tiempo ahora es para mi y los míos. Quiero estar tranquila”.

Ese adiós irreversible la sumió en una depresión terrible, y más al descubrir que podían haberse cruzado en la calle aquel día tan fatídico. Una semana más tarde, en su blog de la revista Lecturas, una desconsolada Mila lanzaba un mensaje e que demostraba un estado de dolor e impotencia absolutos: “hoy se ha ido una parte de mi vida. La muerte me ha arrancado un futuro cargado de pasión y caricias ajenas al mundo. Jamás volveré a abrazarle en ese mundo mágico de clandestinidad”.

El amor perduró más allá de la muerte. Y no se le conoció una nueva relación estable desde entonces, aunque dejó entrever que tenía un amigo muy especial en Portugal.

Su carácter indomable, su independencia infinita, no eran de fácil aceptación. Rafael, dicen, la amaba por encima de los desafueros, más allá de las absurdas discusiones. Fue un hombre inflexible, tenía muy claro que Mila debía estar a su lado en Tánger y no en los sinuosos pasillos de la televisión. Y esa insistencia fue su perdición.

El destino fue reacio a que aquella gran historia de amor no tuviera un final feliz.