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Dicen que Carmen Calvo busca un guardaespaldas que sepa planchar
«El temazo no es a qué hora se plancha, sino quién plancha». La frase de Carmen Calvo lleva camino de inscribirse en mármol como aquella otra de ella misma: «El dinero público no es de nadie». El precio del tramo de uso mayoritario de electricidad es el más alto desde que dejamos de iluminarnos con lámparas de queroseno, pero qué importa que nos quedemos a dos velas después de pagar el recibo. Lo que importa, el temazo, es quién plancha. Si nuestra pareja (ella o él) se levanta a planchar de madrugada, va a ser difícil que aumente el índice de natalidad, aunque es posible que Irene Montero o la misma Carmen Calvo pasen a explicarnos ya cómo pueden conciliar plancha y sexo o cómo esa tarea doméstica puede calentar la noche convirtiéndola en un juego erótico digno de la Ley de Libertad Sexual. Siempre que la plancha ya esté desenchufada, claro. Seamos prudentes: pueden darse reacciones imprevisibles en la planchadora o el planchador si el otro o la otra se acercan por detrás sin avisar. A Berlanga le ponía mucho una mujer con tacones altos pasando la aspiradora. El porno le debe mucho a la asistenta con minifalda que se agacha a pasar el plumero. En Nueva York se liga mucho en las lavanderías. Y está en nuestra literatura picaresca lo que les pasaba a las mozas cuando hacían la colada en el río. De cualquier forma, y pensando en el recibo de la luz, ¿qué franja horaria es la mejor para cargar el Satisfyer? Por cierto, cuentan las lenguas de vecindona monclovitas que la vice primera anda buscando un guardaespaldas que sepa planchar. Se publicó hace años (no hubo confirmación oficial ni tan siquiera foto en «Diez Minutos») que la política divorciada disfrutó de amistad gozosa con uno de sus escoltas, de nombre Julián. Me imagino que entonces el temazo no era quién planchaba y mucho menos si el agente de seguridad poseía habilidades domésticas además de las esperadas o exigidas. Probablemente Calvo se fijaba entonces en otras cosas, como Mae West cuando se le acercó un atractivo joven a pedirle un autógrafo y tras un fugaz vistazo a los bajos le soltó: «Cariño, ¿llevas una pistola en el bolsillo o te alegras mucho de verme?». Temazo.
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