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Vicente Dalmau, conde de Creixell: “Mantengo contacto con Don Juan Carlos. Tiene ánimo y una fuerza inaudita”

Dueño de las bodegas Marqués de Murrieta, uno de sus vinos, Castillo Ygay, acaba de ser catalogado como el mejor del mundo

El conde de Creixell y barón de la Pobadilla elabora el mejor vino del mundo, el Rioja Castillo Ygay de 2010, sin embargo, no habla con Siri: «Soy muy emprendedor y activo cien por cien, pero básico en telefonía porque pierdo los nervios». No ha despedido a ninguno de los cien empleados que trabajan en sus bodegas en este año que la Covid ha paralizado el mundo, «porque esta empresa es como una gran familia y había que estar a la altura», asegura.

El bodeguero Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga ha conseguido una proeza única en España. Se ha alzado con el Oscar mundial del vino. En sus viñedos de La Rioja hace tres tintos: Marqués de Murrieta; Dalmau, que sale al mercado cada cuatro o cinco años, y Castillo Ygay, que es único en el mundo porque pasa diez años madurando en bodega. La revista «Wine Spectator», del poderoso grupo Shanken, que otorga el premio mundial del vino, por fin este año ha hecho justicia. Que se recuerde, es la primera vez que un vino español es elegido el mejor del planeta. El mismo día que se anunciaba, por la noche, Marvin R. Shanken, editor de la revista vinícola más importante del mundo, llamaba a Vicente Dalmau para comunicarle que su Castillo Ygay de 2010, después de haber probado el comité de catadores 11.000 vinos de todo el mundo, era el mejor.

El mensaje del Rey

En los diez segundos posteriores a recibir el notición, la mente de Vicente Dalmau fue un tsunami de emociones: por su mente pasaron esos 15 años que tenía cuando acompañaba a su padre a trabajar; la muerte prematura del progenitor; cómo tomó las riendas de los negocios y de su familia a sus inexpertos 25 años; el matriarcado de su madre; el bastón que supone su hermana Cristina y el vértigo por haber conseguido el sueño de ser el mejor. A las pocas horas de conocerse la noticia, el primero en felicitarle era Don Juan Carlos: el sábado, según abría el ojo, lo primero que leía era el mensaje de felicitación del Rey Emérito desde Abu Dhabi.

-¿Exportar el 70 por ciento de su producción le ha ayudado a ser el mejor del vino?

-El jurado que nos ha dado el premio al mejor del mundo también ha analizado ese posicionamiento mundial, al estar en más de 100 países, pero además aprecia que es un vino con alma, de una familia que transmite un equilibrio entre un viñedo único y el de las personas que lo cuidamos, que va más allá de los 170 años de historia que tiene la bodega. Castillo Ygay y Marqués de Murrieta han hecho marca España desde hace décadas. Sin duda, también nos han reconocido que tenemos un gran país, aunque no haya sabido venderse. Espero que este reconocimiento sirva para unirnos, en vez de vivir en la batalla campal en la que nos encontramos, porque realmente somos un diamante en bruto.

-¿Qué necesitamos para volver a ser los número uno de todo el mundo?

-No sabemos vender bien nuestra excelencia porque, como decía, somos un diamante. Nos apremian las prisas, querer resultados inmediatos. Hay que invertir en el largo plazo, ser humildes y creer más en nosotros. En vez de sentirnos unidos, estamos en una batalla campal interna. Vivimos en una incertidumbre que genera nerviosismo y, si hay nerviosismo, no se puede construir algo sólido. Las empresas lo que necesitamos es estabilidad para poder seguir trabajando y generar puestos de trabajo y riqueza. Este premio es bueno para todos, especialmente para ayudar a los vinos españoles a posicionarse, y yo quiero compartirlo con todos y aprovechar el tirón de ser considerado el número uno.

Entrevista con Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, Conde de CreixellAlberto R. RoldánLa Razón

-¿Cuántas botellas existen del vino premiado?

-Cien mil, más o menos, pero todas se vendieron mediante los cupos que repartimos entre cien países del mundo. Ya estaba vendido antes de ser nombrado el mejor vino del mundo. Yo, por honestidad, no he subido el precio, 140 dólares aproximadamente, pero el mercado, al haber más demanda que oferta, no lo respetará. Ahora se puede poner mínimo en 300 dólares y el doble si lo consumes en un restaurante.

-¿Ser colchonero, es decir, del Atleti, le ha hecho ser quizá más resiliente?

-Ser del Atleti me ha hecho ser luchador. Tengo la piel más dura que los demás porque hemos llegado a muchas finales y no hemos podido tocar la Copa. Eso es una demostración de resiliencia.

-Reúne en su persona una «alianza de civilizaciones». Su condado es catalán, la baronía aragonesa, ha nacido en Madrid, veranea en el pazo gallego de Barrantes y ha estudiado en Navarra...

-Mis padres han sido los pilares de actuación toda mi vida. De ellos he recibido un mensaje de esfuerzo continuo, he vivido pruebas infinitas de extrema dificultad y mi educación ha sido la estricta de un internado inglés y la austeridad de la Universidad de Navarra. Hago mía la frase «Gracias, Dios mío, porque en la vida todo me ha sido difícil». Me he forjado en la dificultad y eso me ha hecho ser más fuerte y constante. Soy un capricornio tenaz y soñador. El 1 de enero cumpliré 51 años y no he parado de trabajar nunca.

Entrevista con Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, Conde de CreixellAlberto R. RoldánLa Razón

-La nobleza consideró ordinario trabajar. Usted no hace honor...

-Si fuese así, posiblemente sería el hombre más ordinario del mundo. Mi padre me puso a trabajar con 15 años, acabé la doble licenciatura con 23 y a los 24 tuve que estar al frente de sus negocios porque mi padre murió muy joven, con 47 años. Toda mi vida me he dedicado a generar valor añadido trabajando. Si todos, nobles y no nobles, nos dedicáramos a generar ese valor, este país sería un gran líder mundial.

-Usted es un galán soltero. Torres más altas han caído... ¿El anillo «pa’cuando»?

-Ya estoy casado con este proyecto del vino. He vivido obsesionado con las trayectorias de nuestras bodegas y ahora que he conseguido este éxito, igual ha llegado el momento de dedicarme un tiempo a mí. Será el momento de tomar una decisión y, aunque tengo muchos sobrinos, claro que me gustaría tener mis propios hijos. Gabriela, mi novia, es fantástica y una mujer con valores muy similares a los míos, pero no he tomado ninguna decisión y ahí sigo en la lucha de la soltería, aunque caeré seguro.

-Hablaba antes de estabilidad en los negocios. ¿Cree que las noticias que rodean al anterior Jefe del Estado nos perjudican internacionalmente?

-Cuando pienso en la figura de Don Juan Carlos, lo hago con un balance y pienso en todo lo positivo que ha hecho por España. Es una figura histórica enorme. Indudablemente, las noticias desfavorables que se debaten sobre él pueden ser perjudiciales, pero a mí no me hacen olvidar la etapa anterior de indiscutible entrega a este país.

Entrevista con Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, Conde de CreixellAlberto R. RoldánLa Razón

-Precisamente Don Juan Carlos descorchó en su castillo de Ygay una botella del año de su nacimiento, 1938, y otra de 1968 para brindar por su hijo. ¿El Rey Felipe conoce su bodega riojana?

-Aún no, pero espero que pronto pueda venir. Me encanta oír que Castillo Ygay es el vino favorito del Rey Emérito y también me consta, porque su padre me lo dice, que el Rey Felipe conoce bien los vinos españoles. Don Felipe está invitado permanentemente y esperamos que, cuando se normalice toda la situación, nos pueda acompañar en la inauguración del nuevo proyecto de producción en nuestros viñedos de La Rioja, en el que llevamos invertidos seis años y que suponen casi 30.000 metros cuadrados nuevos dedicados a la producción de vino.

-En estos casi cinco meses de ausencia del Rey Emérito ¿ha podido hablar con él? ¿Cómo está?

-Sí, claro. Nos mantenemos en contacto con frecuencia. Él me dice que está bien, con toda su fuerza y ánimo intactos, pero entiendo que echando de menos España y con ganas de volver. Estoy segurísimo de que no ha perdido el ánimo y dentro de la dificultad de estar alejado tiene ese ánimo que le caracteriza y una fuerza inaudita.

-Usted, que es noble por partida doble y, además, amigo de Don Juan Carlos, ¿le ha ofrecido el Pazo de Barrantes o el Castillo Ygay ante la dificultad de encontrarle alojamiento en España?

-Las puertas de mi casa están abiertas para él. Tengo un profundo respeto a la Corona. He tenido el privilegio de haber recibido al Rey Emérito en varias ocasiones en mi casa, tanto en el Pazo Barrantes en Galicia como en La Rioja, y en ambos lugares tiene y tendrá siempre las puertas abiertas tanto Don Juan Carlos como Don Felipe.