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David Summers: “Este Gobierno genera mucho miedo y desconfianza"
Aparcada la gira de Hombres G por américa, su líder se ha convertido en una de las voces contra la pandemia. Desde su casa de Madrid, nos da detalles de su confinamiento
“Estoy cabreado, pero… bien”. Pese a este agridulce descorche, no esperen encontrar en David Summers (Madrid, 1964) el discurso destructivo que planea en algunos círculos en estos sinuosos momentos. El hijo del aclamado director de cine y humorista Manuel Summers, que nos dejó allá por 1993, huye del lamento pero no de la crítica. “Mi padre siempre nos decía: ‘Lo importante del día es llegar a la noche. Pasar un día estupendo y llegar a la noche’. Es un planteamiento optimista que siempre he seguido. Yo estoy bien, estoy sano... ¡Cómo me voy a quejar!”. ¿Y cómo viviría él este confinamiento?, pregunto. “Cabreadísimo. Estaba todo el día en la calle, rodeado de gente y haciendo localizaciones. Así que imagínatelo”.
Al líder de Hombres G, el mítico grupo español de los 80, tampoco le habríamos pillado en casa este pasado jueves si el Covid-19 no hubiera cambiado nuestras hojas de ruta: “Ahora mismo deberíamos andar entre Ecuador y Colombia, porque teníamos 2020 repleto de conciertos: 26 solo en Estados Unidos y casi todos con ‘sold out’. Allí están enloquecidos con nosotros. Nos íbamos a llevar a los niños de gira... Esto es una putada. Hemos tenido que anular media gira por México, Ecuador y España, y los gastos siguen siendo los mismos, claro... Pero, mira, me preocupa más la gente que antes ya vivía con lo justo. ¡Cómo estarán ellos ahora mismo!”.
Una versión de ‘Resistiré’, ‘Pongamos que canta Madrid’ y conciertos diarios desde Instagram junto a su hijo Daniel (20 años) le han rellenado esa agenda, ya despejada de aviones y hoteles. Cuando le pregunto por su implicación solidaria en esas iniciativas, tira de un “porque me llaman” y, cuando insisto, el intérprete de ‘Sufre mamón’, ‘Venezia’ o ‘Voy a pasármelo bien’ confiesa: “Para los autores no es momento de autocompadecernos ni de protestar. Porque además vamos a ser los últimos que podamos hacer nuestros trabajos. Ahora es momento de aportar. Los directos que hago en Instagram con mi hijo son mi pequeña aportación y me siento mal cuando la gente me da las gracias por amenizarles la cuarentena. ¡Ojalá pudiera hacer más! Siento una gran impotencia. La música es mi forma de mantener el contacto con la gente, con mis fans...”.
Si le recuerdo que el ministro José Manuel Rodríguez Uribes ha prometido ayudas a la Cultura que se explicitarán el 28 de abril, David, que lleva cuatro décadas siendo un galáctico de los escenarios, se muestra escéptico: “Los músicos no esperamos nada de las instituciones. A los músicos, el Ministerio de Cultura no nos sirve para nada. He viajado por todo el mundo, llevando la música y la cultura, y a mí ningún gobierno me ha pagado un billete de avión. Y me da igual quién mande porque por los músicos no van a hacer nada. De hecho, incluso cuando los actores hablan de la cultura, tampoco están pensando en música, y eso que mueve un montón de dinero en la industria del espectáculo. Estamos muy jodidos y vamos a ser los últimos en trabajar. ¿Un concierto con miles de personas? Eso va a tardar”.
Posponemos ese opaco futuro para centrarnos en su presente de indicativo, donde cada tarde los Summers se abrazan a sus guitarras y nos cantan: “Mi hijo Daniel está todo el día esperando a ver cuándo puede tocar conmigo. Yo estoy componiendo con una home studio y él quiere estar ahí ayudándome. Además, estudia composición. Entras en su habitación y la tiene repleta de fotos mías... Es genial. Eso sí, echo de menos a mi hija Lucía (melliza de Dani), que está con su madre. Llevo dos meses sin verla, aunque hablamos a diario. Igual que con mi madre, a la que ahora llamo sin parar”.
Ya asomados a las cuestiones domésticas, me explica su rutina: “Me levanto temprano, sobre las 8 u 8 y media. Los días que tengo ánimo, hago un poco de cinta. Y, si no, me subo a mi estudio. Pero luego recojo el salón, paso la aspiradora... Ni hago pan ni nada. Cocinar no, porque no tengo ni puta idea y la verdad es que mi chica cocina bien”.
Cortarse el pelo y un concierto
David, separado de Marta Madruga tras más de 20 años, mantiene actualmente una relación con Christine, profesora de inglés. Para duradero, su romance artístico con Rafa Gutiérrez, Dani Mezquita y Javi Molina, los otros tres talentazos que forman desde 1982 Hombres G y con quienes David espera hornear la música que lleva amasando en su encierro: “Cuando me preguntan qué es lo que más ganas tengo de hacer, además de cortarme el pelo, siempre digo que dar un concierto multitudinario. Pero, antes, cuando ya se pueda salir, quiero ofrecer la ‘cosecha’ de estas semanas. Un disco nuevo, algo que mole. Deseo componer un saco de canciones de amor para grabar cuando estemos juntos. ¡Pero no un tema del coronavirus, solo faltaría!”.
El Covid-19 vuelve a contagiar nuestra charla y nos recreamos en la enorme labor de los sanitarios: “No sé cómo les vamos a devolver lo que están haciendo, porque tienen mi agradecimiento infinito. Y me pone de mala ostia que le coloquen un cartel a un médico o a un enfermero en su casa diciéndoles que se vayan. ¡Ese médico que te puede tener que estar salvando la vida mañana mismo!”. De aquí a hablar del Gobierno, un acorde: “El coronavirus le habría venido grande a cualquiera, porque no tenemos precedentes de algo así. Dicho esto, pienso que dentro de lo que se podía hacer no lo están gestionando bien –sentencia David–. Tú tienes que coger al personal sanitario y decirles ‘'pedid por esa boca’' y darles lo que necesitan para trabajar. Y no lo están haciendo. Están todo el día dando bandazos. No tienen ni idea de lo que hay que hacer y me indigna que además se crean que lo están haciendo de puta madre y que uno no tiene derecho a quejarse. Aquí traen mascarillas defectuosas y no dimite ni Dios. Este Gobierno genera mucho miedo y desconfianza”.
David se define como “liberal y apolítico”, y, por eso, tras este tirón de orejas a los de Sánchez, extiende su zasca al resto del arco: “Con lo que está pasando podrían olvidarse de las ideologías, del rencor, de los odios, unos y otros, pero no lo hacen. No aparcan las diferencias ni cuando el mundo está colapsado y ante la mayor crisis económica, mayor aún que la del 29. Deberían intentar olvidar quién mató a sus abuelos y estrecharse la mano”. Summers hace una excepción: la política municipal: “Es la única que se preocupa de las necesidades de sus vecinos. Yo estoy encantado con nuestra presidenta, Isabel Díaz Ayuso, y eso que no comparto muchas cosas, pero se está dejando la vida en esta pandemia. Todo el día con la mascarilla recorriendo Madrid. Hace cuatro o cinco días nos llamó para ver cómo estábamos. Está dando el cien por cien con el marrón que le han dejado”.
A punto de despedirnos, tras casi una hora, me acuerdo de su agarrada tuitera de hace días con Irantxu Varela, una militante feminista que recriminó el apoyo popular a los militares. “Yo aplaudo a quien me sale de los cojones. No te jode”, fue la aplaudida respuesta de David. “Me indignó porque no dijo ‘no escupáis’, dijo que no podíamos aplaudir porque están haciendo su trabajo. Una gente que se está dejando la vida, haciendo hospitales de campaña... ¿Que no aplauda? Y ese tono que usaba, como si fuéramos niños pequeños. Es el mismo tono con el que nos habla este Gobierno, como si fuéramos niños, cuando deberían defender la libertad y la igualdad. Tuve muchos apoyos aunque también alguno que me llamó facha”.