Mariana, en el restaurante Fogar de Breogán.

Un retorno al lugar “donde debía estar”

Mariana Doldán nació en Montevideo pero creció como una gallega más disfrutando, con su familia, del centro Unión Hijos de Morgadanes, un lugar donde aprendió a bailar muiñeiras y en el que mantuvo el nexo con la tierra de su familia, esa a la que ha vuelto gracias a una de las becas BEME que cada año ofrece la Xunta de Galicia

Hay historias que muestra la vida y que podrían escribirse solas, en un devenir fluido de letras, palabras y frases que dotan de sentido cada instante, cada año, cada década. Lo sabe bien Mariana Doldán, Montevideo, 30 años y un mundo ya vivido y por vivir.

Son relatos que huelen a polvo acumulado entre los libros, a jazmín en primavera, a salitre del mar húmedo de otoño. Savias que se separan, se pierden y se alejan solo para volver a unirse de modo misterioso, casi improcedente, arrulladas a través del azul eterno del Atlántico. Resultan, en definitiva, pedacitos de mundo, crónicas de nuestra emigración.

Beatriz Lorenzo nació en Sada (A Coruña) en 1934, dos años después de que Julio Doldán lo hiciese en San Pedro de Nós, un espacio diminuto y con encanto, hoy más que ayer, del municipio de Oleiros (A Coruña).

Beatriz y Julio el día de su boda.
Beatriz y Julio el día de su boda. Cedida

Como buenos hijos de la guerra y la post guerra, tuvieron una infancia feliz -porque todas las infancias lo son o deberían- y en blanco y negro. Años cargados de morriña, de futuro, de hambre, de esperanza. Adolescencia y juventud. Bailes en primavera, en verano y en invierno. Y en uno de ellos, la historia ofrece el primero giro de guion. Beatriz y Julio se conocen, se enamoran y comienzan a salir.

Pero es la década de los 50, y en esa España el hambre todavía aprieta lo suficiente como para dejar atrás la tierra en busca de aquello que llamaban porvenir. Así, una mañana de junio del 57 Beatriz embarca rumbo a Montevideo, dejando todo atrás. También a Julio, que poco después se suma, desde Vigo, a aquella diáspora de tiempos peores ya vividos. Pero él no va a Uruguay, sino esta historia se escribiría por sí sola. Julio acaba en Caracas, en Venezuela, a apenas 5.000 kilómetros de tierra y aire.

Una distancia que salvan entre cartas cargadas de paciencia, de miedo y de suspiros. Tantos, que un día Julio se marcha a Montevideo para casarse con el amor de su vida. Porque los finales made in Hollywood también se dan de vez en cuando. Un matrimonio gallego del que salen cuatro hijos: Julio, Andrés, Ricardo y Alejandra. El segundo, Andrés, años más tarde, se casa con Laura Cortada, y tiene dos hijos.

“Estaba donde debía estar”

Y así, cerrando un círculo imposible, volvemos al principio de la historia, a Mariana Doldán, gallega y uruguaya al mismo tiempo. O no. “Cuando llegué a Galicia, por primera vez en mi vida sentí que estaba donde debía estar, en el lugar al que pertenecen mis raíces”.

Estamos hablando del verano de 2011 y del programa Campamentos, ahora Conecta con Galicia. Una iniciativa impulsada por el gobierno gallego que cada año permite a cientos de jóvenes como Mariana volver a casa, a esa esquinita de península bañada a partes iguales por el océano y el mar de la que un día se fueron sus abuelos.

Mariana, en el del centro gallego Unión Hijos de Morgadanes de Montevideo.
Mariana, en el del centro gallego Unión Hijos de Morgadanes de Montevideo. Cedida

Una Galicia que se muestra sorpresiva, incluso para alguien que, sin saberlo, creció siendo gallega hasta la médula. “Mi infancia transcurrió en el centro gallego Unión Hijos de Morgadanes de Montevideo”, recuerda. Un lugar en el que aprendió lo que eran las vieiras, que los mondongos son callos o cómo se baila una muiñeira.

Las becas BEME

Pero la Galicia real es otra cosa. “Más ciudad, menos rural”. “Galicia tiene de todo. Playa, montaña, gastronomía… Es increíble”. Un mundo inesperado al que Mariana volvió años más tardes, en 2019, gracias a las becas BEME, acrónimo en gallego de Bolsas Excelencia Mocidade Exterior (Becas Excelencia Juventud Exterior).

Este programa, que cada año impulsa la Xunta de Galicia y que tiene actualmente abierta una nueva convocatoria, ofrece a los jóvenes gallegos del exterior completar su formación en las universidades públicas de la Comunidad, contribuyendo así a la lucha contra el reto demográfico.

Con su madre y su hermano.
Con su madre y su hermano. larazon

Las becas -parte fundamental de la Estrategia Retorna promovida por la Xunta para facilitar la vuelta a casa de cerca de 30.000 gallegos en los próximos años-, alcanzan este año su octava edición. Y lo hacen con un incremento de la dotación económica, que aumenta en 500 euros las cuantías de la ayuda. El objetivo: traer de vuelta a Galicia a 250 titulados universitarios gallegos y de currículo brillante, residentes en el extranjero y con una titulación de grado, licenciatura, ingeniería o arquitectura, que quieran cursar estudios de máster en la Comunidad.

Como Mariana, que cursó un Máster en genómica y genética a caballo entre la Universidad de Santiago, la Facultad de Veterinaria de Lugo y la de Ciencias del Mar de Vigo. La puerta de entrada al que es su mundo. Un mundo, por supuesto, ubicado en Galicia. “Ahora trabajo como nutricionista autónoma en distintos ayuntamientos: Ourense, Xinzo, Monforte…”, apunta, antes de aclarar que “Galicia sigue dando oportunidades”.

Maríana, con el Puente de Rande y la ría de Vigo de fondo.
Maríana, con el Puente de Rande y la ría de Vigo de fondo. larazon

Una tierra a la que, sin saberlo, siempre quiso volver. Y ahora que lo ha hecho, no se quiere marchar. Lo mejor, tal vez, esté por venir. Mientras tanto, Mariana no olvida lo que es, ni lo que ha sido, y sigue apegada a sus raíces, al baile y a la danza tradicional gallega, que practica en la Asociación Cultural Rebulir en Ramirás (Ourense). Porque hay cosas que nunca cambiarán.