La madrugada del pasado 22 de febrero Vigo vivió, sin darse cuenta, una de esas persecuciones de película que, por fortuna, acabó sin graves consecuencia. Todo comenzó en torno a las 04.50 horas, cuando agentes de la Policía Local detectaron, en la calle Arenal, un vehículo que circulaba de manera sospechosa.

Inmediatamente, los efectivos solicitaron al conductor que aminorase la marcha y se detuviera. Sin embargo, lejos de obedecer, aceleró bruscamente embistiendo a un agente, quien tuvo que saltar para evitar ser atropellado, recibiendo un golpe en la pierna derecha con la aleta del turismo.

El vehículo emprendió la fuga a gran velocidad por la avenida de Beiramar en dirección Bouzas, iniciándose una persecución en la que se llegó a comprobar, mediante el radar del túnel, que el coche alcanzó los 130 km/h.

Durante su huida, el conductor ignoró repetidamente las señales de tráfico, rebasando varios semáforos en rojo en calles como Coruña, Severo Ochoa, Eugenio Fadrique y Lalín, generando un peligro manifiesto para el resto de los usuarios de la vía pública.

La persecución se intensificó con la intervención de una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), que logró interceptar al vehículo en la calle Quintela. En ese momento, los agentes se dirigieron a la puerta del conductor para evitar que continuase con su peligrosa maniobra. El hombre mostró una gran resistencia, negándose a salir del coche, por lo que tuvo que ser reducido en el exterior del mismo.

Una vez asegurado, los agentes comprobaron que el detenido, de 36 años y residente en Vigo, presentaba claros síntomas de embriaguez.

Al ser sometido a las pruebas de alcoholemia, los resultados confirmaron una tasa de 0,67 y 0,64 mg/l de alcohol en aire expirado, casi el triple del límite permitido y por encima del límite penal. Ante estos hechos, se procedió a su detención por un delito contra la seguridad vial.