Naturaleza
El bosque encantado de Aldán (Pontevedra): un cuento de hadas en el corazón de Galicia
Este lugar mágico surge de repente, a escaso metros de la civilización, transportando al visitante hacia el misterio
No muy lejos del mar, a vista de pájaro de la ría de Vigo, la parroquia de Aldán esconde uno de esos lugares inopinados de Galicia. Un pedacito de monte con aroma a magia de cuento infantil, de esos que los padres relatan a sus hijos por la noche, que surge repentino, en mitad de un lugar escondido y cercano al mismo tiempo.
Es el bosque encantado de Aldán, un lugar donde el otoño se alarga en el espacio y en el tiempo, del mismo modo que se acomodan las hojas por el suelo tiñendo todo de ocre y eternidad.
Conocido también como Finca do Frendoal o Casa do Conde, antes de ser bosque fue, precisamente, eso: propiedad de los Condes de Canalejas. El futuro, el progreso, o simplemente el asfalto de la PO-315 -que separó el bosque del Pazo-Torre de Aldán-, acabaron de escribir el relato de lo que es, que, como siempre, enlaza directamente con aquello que se fue.
El sendero de entrada discurre a través de un pequeño puente medieval, anticipo de otro tiempo, de otro ayer, que discurre pegado al río Orxas, uno de esos regatos tan gallegos en los que el agua nunca cesa de marchar entre las piedras.
Siguiendo su cauce, o atendiendo al devenir de las hojas siempre caídas sobre el suelo, uno accede a la finca casi sin saberlo. Un límite mágico que delimita un diminuto castillo sesentero, erguido en piedra y en verdín y que otorga al lugar, precisamente, eso: algo así como el encanto de lo que permanece encantado para siempre.
Campo de críquet
A los pies de la pequeña fortaleza, las hojas siguen amontonándose en una explanada que fue campo de críquet de los condes, y que hoy se configura como un pequeño claro de bosque por el que el sol se cuela confiriendo al lugar toda su esencia. La de un espacio mágico todavía por descubrir.
Si uno logra escapar de ese maravilloso encanto placentero, descubrirá un puñado de sendas que se entrecruzan aquí y allá, en todas direcciones, invitando a caminar a través de una sombra pincelada siempre por el sol.
Robles, castaños y laureles se amontonan entre puentes y molinos. Lugares asombrosos que invitan una y otra vez a continuar el paseo, a no cesar adentrándose en un bosque cargado de color y de leyenda. Un microscópico cuento de hadas en pleno corazón de nuestra tierra.