Papel
Resistir hasta ser presidente
De fracaso en fracaso. En algunos países la derrota en las urnas es sinónimo de jubilación política, en España repetir en varias campañas seguidas no es ninguna novedad
De fracaso en fracaso. En algunos países la derrota en las urnas es sinónimo de jubilación política, en España repetir en varias campañas seguidas no es ninguna novedad.
Nada nuevo bajo el sol. Volveremos a las urnas y lo haremos un domingo como cada cita electoral desde el inicio de la democracia. Será en noviembre. Acudiremos al colegio con más ropa que en abril pero casi con idéntica papeleta electoral que en la pasada convocatoria. Los mismos nombres y las mismas caras, como dice la canción. Eso sí con mayor hartazgo. Cansados del panorama político que atraviesa España y engañados por los representantes del pueblo que no lograron desbloquear la situación después de cinco meses para negociar y acordar una investidura.
Estamos faltos de líderes, de caras nuevas, de más nación y menos partido, de más voluntad política. Prueba de ese hartazgo es que hasta el momento, alrededor de medio millón de ciudadanos no recibirán en esta ocasión propaganda electoral. Y lo que nos espera. Centenares de promesas electorales, eslóganes, debates... un «deja vú» que en los últimos cuatro años se ha repetido cuatro veces.
Sin embargo, pese su fracaso el 28 de abril las formaciones acuden con las misma apuesta política ¿por qué no hay renovación y rotan los candidatos? ¿A qué se debe esta hartura? La transformación de la política española en los últimos cuatro años ha sido espectacular. De la alternancia de la derecha e izquierda y las mayorías absolutas pasamos a un panorama más disperso en el que las viejas y nuevas formaciones se reparten los escaños y los votos. En este nuevo escenario resulta sorprendente que se mantenga una tradición de otra época: la supervivencia de los candidatos a pesar de las derrotas, las expectativas inalcanzadas y los cuestionamientos internos más o menos explícitos.
El consultor de asuntos públicos de MAS Consulting, Luis Tejero, subraya que «en algunos países, fracasar en las urnas es casi sinónimo de jubilación política. Pero en España, repetir cabeza de cartel en varias campañas seguidas no es ninguna novedad». No olvidemos que tanto Felipe González y José María Aznar como Mariano Rajoy y Pedro Sánchez perdieron dos veces antes de alcanzar por fin la victoria. «Lo que ocurre es que ahora, con cuatro elecciones en menos de cuatro años, las estadísticas se disparan y los aspirantes parecen envejecer a toda velocidad pese a que su edad media es de solo 40 años», reconoce.
De misma opinión es el politólogo de la Universidad de Comillas, Roberto Rodríguez, que insiste en la idea de que las sociedades modernas se definen por un continuo cambio en la política, los valores, las formas de pensar y relacionarnos, en la educación, el mundo laboral. Lo que el sociólogo Zygmunt Bauman acuñó como vida líquida. «Ahora hay más impaciencia para conseguir buenos resultados. Aupamos muy rápido a los líderes y nos cansamos también muy rápido de ellos», reflexiona. El experto pone como ejemplo a Emmanuel Macron cuya popularidad bajó a la misma velocidad que sus éxitos previos.
Si comparamos las papeletas del próximo 10 de noviembre con las de 2015, las únicas novedades entre las formaciones de ámbito nacional son los rostros de Pablo Casado e Iñigo Errejón. En cambio, para Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santigo Abascal, igual que para Pedro Sánchez, este será su cuarto intento consecutivo. «Son ya veteranos», dice Tejero. Según su punto de vista los actuales líderes políticos «tienen ADN de corredores de fondo y, lo más importante, controlan de manera bastante férrea los engranajes internos de sus partidos». Sea cual sea el resultado, «mientras sus barones y militantes no digan lo contrario, lo más probable es que buena parte de los candidatos continúen resistiendo contra viento y marea», concluye.
En este sentido, Roberto Rodríguez destaca que al situarse está nueva cita electoral tan próxima a la anterior «no hay tiempo suficiente para realizar cambios ni consecuencias sobre los liderazgos, algunos en el punto de mira». Ahora bien, donde sí hay cierto margen de maniobra es «en la elaboración de las listas», recuerda. Por lo tanto hasta el 14 de octubre -fecha hasta la que se pueden registrar- quizás haya alguna sorpresa.
¿Cómo se canalizará este malestar político en el liderazgo de cada uno de los líderes? El periodista y consultor Eduardo González Vega de la Universidad Camilo José Cela señala que sobre Sánchez pesa «la responsabilidad de no haber evitado unas elecciones y una credibilidad dañada». De Casado apunta que «su gran baza será aprovechar el voto útil» mientras que de Rivera destaca que «es la primera vez que se presenta con una expectativa de voto a la baja». De Iglesias, dice, se postula «tocado» por la irrupción de Iñigo Errejón por lo que «puede verse perjudicado por la percepción de que su voto no ayude a la gobernabilidad y la sensación de que está solo». De hecho, reconoce el «papel bisagra a la izquierda» del líder de Más País. Por último, de Santiago Abascal subraya que «su imagen no ha sufrido desgaste» y que «gana protagonismo en un escenario de campaña».
Con el reloj de la repetición electoral en marcha y en un contexto marcado por la desafección política y la ralentización de la economía, casi los mismos candidatos volverán a pujar por ganar el mismo relato en una previsible campaña centrada en la única diferencia con la anterior: quién fue el culpable de que no haya Gobierno. En cinco semanas, la respuesta.
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