Copa del Rey

Casa Real
En Cabo Verde el campo está en el mar. En realidad, más que verde, este país es azul. El medio millón de habitantes que se reparten en las nueve islas habitadas viven del Océano Atlántico. Con unos ingresos por turismo del 25% del PIB y el pescado como principal alimento, lo que sucede en estas aguas es una cuestión de vida o muerte. Solo el uno por ciento del país es tierra firme.
Mindelo, ciudad de nacimiento de la mítica cantante Cesaria Évora, ha recibido esta mañana a la Reina en el Mercado do Peixe. En la isla volcánica de San Vicente, fue la capital del país a partir del siglo XVII por el paso de los barcos ingleses que venían a cargar el carbón y ahora es la segunda en importancia.
Las pescaderas han dado la bienvenida a doña Letizia en la lonja. Han bailado y han cantado para ella con las tinas que suelen llevar en la cabeza cargadas hasta con 20 kilos de producto. Son un sector estigmatizado por los caboverdianos, que las desprecian por el olor que se les pega como una segunda piel. Como si la población de este país no dependiera de ellas para acercarles el sustento cada día.
Para hacer la pesca artesanal sostenible e integrada, la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) financia un proyecto de apoyo a la Asociación de Pescaderas de Mindelo a través de la ONG Paz y Desarrollo. Con un presupuesto de más de un millón de euros desde 2022, el objetivo es impulsar “una cadena pesquera integral más inclusiva” que fomente el acceso a derechos de las mujeres y juventudes en la isla de San Vicente. Todo ello con una vocación de igualdad entre hombres y mujeres.
En el puerto de Mindelo la Reina ha podido escuchar los detalles de una vida dura. Estas semanas están siendo muy malas para la pesca. Los hombres no traen apenas nada en sus barcas y ellas no pueden vender ni en la calle ni en el mercado. María Guillerma, una de estas mujeres que lleva 30 de sus 58 años surtiendo de pescado a los habitantes de la isla, se muestra agradecida a la ONG española que contribuye a restablecer la dignidad robada.
La presidenta de Paz y Desarrollo, Estibaliz Táboas, explica que ya han podido ayudar a más de un centenar de estas mujeres gracias a la solidaridad española: "Se trata, fundamentalmente, de empoderarlas porque están en una situación vulnerable, tanto social como económicamente. Procuramos trabajar con ellas la autoestima y la autovaloración".
Este viaje de cooperación de doña Letizia, el décimo de una década de reinado, se produce en un momento clave. Mientras en el Congreso de los Diputados el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguraba que no habrá ni un recorte en lo social debido al rearme europeo, ella ponía en valor la cooperación española. Ha sido esta mañana en una escuela que ha visitado en la isla de Santiago, donde ha acudido a conocer el trabajo de sensibilización para prevenir el maltrato de género entre los adolescentes. Preguntada por periodistas españoles que la acompañan, la Reina ha afirmado que el trabajo de los cooperantes españoles es "admirable e imprescindible".
En Puerto Mosquito andaban muy preocupados ayer porque no sabían qué hacer con los cerdos. La visita de la Reina a este rincón remoto de la isla de Santiago había generado grandes expectativas y nadie quería dar mala imagen. Al final, los animales (también gallos y gallinas) corretearon libremente y doña Letizia fue recibida a lo grande a ritmo de batuk (sobre paquetes de arroz) con una canción escrita para ella.
Fue un día especial también porque esta suerte de Macondo caboverdiano, en el que viven 867 personas, había perdido a una de sus habitantes. La llegada de la Reina coincidió con el entierro pero nada se notó. Aquí está a punto de arrancar un proyecto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en colaboración con la ONU con una inversión de 700.000 euros para tres años que puede cambiar mucho las cosas.
El objetivo es reducir la desigualdad, desde la económica a la de género y la educativa. Este pequeño pueblo de pescadores paga el precio de estar a desmano de todo. Sobre todo lo sufren las mujeres (una vez más), que llevan solas el peso de siete de cada diez familias. El alcoholismo, el abandono del hogar, los embarazos precoces o la emigración a Europa (la localidad lucense de Burela acoge una amplia comunidad) revienta las costuras sociales.
La Reina se interesó por cómo se va a aterrizar este plan integral de reconversión de la zona que cuenta con el visto bueno del Gobierno, pero, sobre todo, quiso saber cómo es el día a día de las mujeres. Cómo se apañan para sacar todo adelante en una de las comunidades más desfavorecidas del rosario de islas.
Llama la atención el carácter de este pueblo, alegre y pausado, que siguió la presencia de la Reina con una naturalidad pasmosa. Más cerca de la curiosidad que de la euforia. Los niños siguieron con sus juegos en el mar mientras doña Letizia hablaba a dos metros con los pescadores. Ni selfies, ni fotos a lo loco, ni aglomeración.
Copa del Rey