Centro de Arte Reina Sofía
Ramón Masats: «Odio esta imagen, todos la quieren comprar»
Con bastón y una humildad que es pura elegancia. Ramón Masats, un mito con años, pero todavía con ilusión. Metió un gol con aquella instantánea que le convirtió en otro mago del instante. «Odio esa fotografía –comenta el maestro sonriendo durante un encuentro con la prensa–. Todo el mundo me la quiere comprar. Me parece espléndida, pero odio que únicamente quieran adquirir esa». Masats reconoce que «no hago fotos desde hace quince años. Ya no voy por la calle buscando fotos, sino que miro para no tropezarme con nada y evitar caerme», bromea. Al recordar los años de la revista Afal, no titubea, los genios fueron Artero y Siquier, dos revolucionarios, «dos locos de Almería» que llegaron para cmabiarlo todo. Y apostilla: «Más que la inteligencia y la individualidad de cada uno, lo que existía entre nosotros era una concienca social». Después recuerda el contexto, aquella España de represión y de grises, de los picoletos que rondaban por los pueblos, la atmósfera aún aldeana que se había estancado en los pueblos como una niebla persistente: «No temíamos la censura. En realidad, nosotros nos autocensurábamos. Muchas fotos las tomabas para ti, para nosotros. En realidad, hacíamos lo que nos gustaba», asegura. Reconoce cuál fue su gran influencia: Henri Cartier-Bresson, el ideólogo del instante preciso. «Para todos nosotros era muy importante». Entre los trabajos favoritos que realizó a lo largo de su carrera está el impresionante reportaje de los San Fermines –que se exhibe en las salas del Museo Reina Sofía–. Un conjunto de imágenes que dan cuenta de cómo era la fiesta en los sesenta. Pero en su voz resuena un lamento, como una queja que, ahora este reconocimiento, parece ahora: «Hubo un momento en que sentimos mucho desprecio de algunos jóvenes que no nos valoraba lo suficiente lo que había logrado. Pero ahora, con el renacimiento de nuestra obra se ve que Afal resultó muy importante». Masats se convirtió ayer en una de las grandes presencias de la inauguración de la muestra, que no dudó un momento en aceptar que «ahora hay grandes fotógrafos digitales» y en recordar la amistad que mantuvo con algunos artistas de ElPaso, a los que fotografió, incluidas sus obras, porque Masats no es solo imagen ya, también es memoria, testimonio.
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