Elecciones generales
Rajoy apuesta por un debate a cuatro en sitio neutral y sin duelo con Sánchez
El equipo de campaña valora que el actual escenario quita sentido al tradicional cara a cara
El equipo de campaña del PP valora que el actual escenario político quita sentido al tradicional cara a cara. No obstante, el debate a cuatro estaría en manos de las condiciones que fijen los partidos.
La campaña electoral avanza bajo las dificultades que están encontrando los partidos para encontrar un discurso, un relato o hasta un motivo de discusión que pueda emocionar a sus respectivos votantes. La cercanía de los anteriores comicios limita el argumentario y la capacidad de sorprender y de tomar la iniciativa, y así lo reconocen en los principales cuarteles generales, donde los equipos de campaña echan humo para encontrar una estrategia que movilice al votante y descoloque al adversario. Hay pocas incógnitas, pero la más decisiva es cómo quedan los debates electorales. En lo que afecta al PP, el director de campaña, Jorge Moragas, lleva la negociación con la máxima discreción, incluso ante la cúpula del partido. Pero la posición inicial de Mariano Rajoy ante esta negociación con las demás fuerzas apuesta por un debate a cuatro en un «sitio neutral», en el que todos los partidos puedan sentirse «cómodos», precisan fuentes solventes. Y en el que pueda haber, si así se acuerda, hasta un «pool» de televisiones y de la línea de retransmisión.
La opción de la Academia de Televisión se ha visto ensombrecida por la reciente dimisión, como secretario, del asesor de Ana Duato e Imanol Arias por su relación con el fraude a Hacienda por el que se investiga al bufete de abogados Nummaria. La Academia que preside Manuel Campo Vidal anunció el pasado día 10 en un comunicado que aceptaba la renuncia presentada por el que fuera secretario de la institución desde su fundación en 1997.
En cualquier caso, el debate a cuatro, que no se vio en la pasada campaña, está en manos de las condiciones que fijen los partidos. Pero a diferencia de las anteriores elecciones, en esta ocasión los estrategias del PP sí ven sentido a ese duelo que Rajoy evitó en diciembre. Y sus estrategas afrontan, por tanto, ese pulso negociador en un marco totalmente distinto. Si en diciembre era un «no» sin matices a que el presidente del Gobierno en funciones se sentase en la misma mesa con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, ahora, sin embargo, creen que es la opción más consistente, «si son asumibles las condiciones». Y a lo que ahora no ven apenas sentido es a un «cara a cara» con el secretario general del PSOE. De hecho, Rajoy ha planteado a su equipo que cuando les pregunten sobre el «cara a cara» respondan que «¿con quién?».
La explicación que dan es que el resultado de las elecciones de diciembre, y la gestión del mismo, ha cambiado los papeles y ha diluido la condición de Sánchez como alternativa a Rajoy.
Al PP ya no le interesa enfrentarse en un «tú a tú» con el líder socialista cuando su principal línea argumental de esta campaña es la idea de que la alternativa a Rajoy no es el PSOE, sino un pacto «radical» de izquierdas que necesita de Sánchez, «el aliado de Rivera desde diciembre». El equipo de campaña de Rajoy está diseñando un esquema que tiene como objetivo presentar a su candidato como «la única alternativa moderada» frente al pacto de izquierdas, resaltando en su relato que Rivera no fue determinante tras las anteriores elecciones y que, pese a eso, optó por la investidura fallida de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE.
Es muy difícil, por muchas que sean las condiciones que unos y otros coloquen en la negociación, que en esta ocasión se hurte a la opinión pública el debate entre los cuatro candidatos que no se vio en la anterior campaña. El puesto de Rajoy lo ocupó la hoy vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría. De partida porque ya no es válido el principal argumento que se utilizó entonces, que los debates eran entre fuerzas con representación parlamentaria, y Ciudadanos y Podemos entonces no la tenían.
El nuevo contexto político no sólo ha recolocado los objetivos y la estrategia del PP, sino también de los demás partidos. Por ejemplo, a Podemos le interesa aprovechar la discusión sobre los debates para insistir en su ofensiva, en la que lleva trabajando desde diciembre, para apuntalar a Pablo Iglesias como el referente del cambio y la alternativa a un Gobierno del PP. Podemos no rechazaría un «cara a cara» con Rajoy porque entienden que podría sumarles dentro de su guión para hacerse con la hegemonía de la izquierda. Y en medios populares señalan, con ironía, que hoy en día ese duelo tiene más sentido que el de Rajoy con Sánchez. «¿Con quién quieren que debatamos cara a cara si Sánchez y Rivera firmaron un pacto contra el PP, y sin Podemos no pueden formar Gobierno?», sentencia un miembro del Comité de Dirección. Esa hipótesis de un debate Rajoy-Iglesias sería dramática para Ferraz, ya que se enfrenta a una campaña en la que su adversario es casi más Podemos que el PP.
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