Toni Bolaño
¿Quién ganará?
Sánchez ha dado fortaleza a la moción porque así lo dice la ley
Los agoreros han fracasado de nuevo. Los políticos y los periodistas que afirmaban, sin saber muy bien quién era la fuente, que el presidente Sánchez había enviado un mensaje muy claro a la presidenta del Congreso: la moción de censura cerca de las elecciones. No han acertado ni una porque no hay cosa peor en política, y en la vida en general, que confundir deseos con realidad. Y no hay cosa más patética que ponerse en la piel de otro para interpretar lo que piensa. Y no hay nada más lejos del raciocinio que mentir en las predicciones a sabiendas. Sólo con el ánimo de enredar.
Todos ellos, el pelotón de los torpes, ha fracasado de forma estrepitosa. La presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, ha puesto día y hora a la moción de censura del candidato sin partido. No superará la moción los mínimos de nada, pero también cometería un error quien la quisiera ningunear porque no hay nada más serio en nuestro ordenamiento parlamentario que una moción de censura. Se puede ganar o no. Se puede perder ganando como hizo Felipe González y se puede presentar para conseguir, sorpresivamente, ganarla como hizo Pedro Sánchez. O se puede presentar para perder pero dejar la impronta como hizo Abascal en la anterior dejando herido de muerte a un Pablo Casado que fue encumbrado casi a héroe por la opinión publicada y acabó en la hoguera de su propio partido. Y se puede presentar para perderla siempre vigilando no darse un tiro en el pie como hizo Antonio Hernández Mancha.
Ahora se nos presenta otro formato. Tras el clamoroso fracaso contra el «gobierno ilegítimo», el ultra Santiago Abascal se sitúa tras un candidato independiente. Ramón Tamames presenta una moción sin un partido detrás y afirma sin titubear que no representa a este partido. Nos contaron que el candidato discrepa de las propuestas de sus apoyos –feminismo, modelo territorial, violencia de género– y solo coincide en que el gobierno es un desastre, pero ya no es ilegítimo.
Sánchez ha dado fortaleza a esta moción porque así lo recoge la ley. Les ha cagado en el zurrón a todos aquellos que jugaban a profetas y les ha enviado un mensaje al resto de fuerzas políticas: «Yo me lo voy a tomar en serio», parece decir el presidente. El PP ha tirado en estos días litros de agua al vino y haría bien el equipo de Feijóo en preparar sus respuestas de forma concienzuda porque aunque el líder no esté en el hemiciclo no es indemne al tsunami que se puede desatar. También Podemos y la mayoría de la investidura no deben tomarse el cuento a la ligera, porque un error puede ser garrafal para sus intereses y un regalo para la ultraderecha. Abascal también debería tomar buena nota porque la música y la letra de Vox debe parecerse a la letra y la música de Don Ramón, porque sino inaugurará un nuevo modelo de moción: la del ridículo, que va con tiro en el pie incluido.
La moción ya tiene fecha y hora, cerrada en tiempo y forma. Se ha hecho en el tiempo formal y político correcto. Ni se ha alargado la agonía para llegar a los días previos del 28-M, pero a nadie se le escapa que todo lo que pase en el debate será utilizado por unos y otros. Para lo bueno y para lo malo. Sabemos que Tamames no ganará porque solo cuenta con los diputados de Vox, al menos de salida. No quiero imaginar una bronca tal entre candidato y proponentes que la moción salga sin votos a favor, pero no voy a poner la mano en el fuego. Pero, no tenemos respuesta a la gran pregunta: ¿Quién ganará? Solo un aviso a navegantes. En la moción no se trata de revolcar al candidato. En la moción se trata de presentar una propuesta ganadora, solvente y transversal. A ver si sus señorías están a la altura.
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