Sesión de investidura
Pedro Sánchez: «Ni Puigdemont romperá, fuera de nuestro lado hace mucho frío»
En la mesa está ya una reunión inmediata con los verificadores internacionales
El proyecto de gobierno de Pedro Sánchez tendrá como eje principal la confrontación territorial y el entendimiento con la plurinacionalidad de España. Los colaboradores del candidato socialista estaban ayer exultantes tras ver llegar a buen puerto una investidura que valoran como un triunfo sobre la oposición de derechas, pero también sobre los que dentro del PSOE dudaban, y dudan, de hacia donde lleva la nueva etapa que se inicia. Todo salió como estaba previsto y revalidó el Gobierno con 179 votos a favor, incluidos los de Junts tras la tensa sesión del miércoles, y 171 en contra. Hoy promete su cargo en Zarzuela.
El objetivo de Sánchez en la complicada y polémica negociación con los socios era lograr la hazaña de ser el primero en seguir en el gobierno tras perder las elecciones y eso lo ha conseguido, por lo que desde el grupo parlamentario y desde Moncloa hacían correr su entusiasmo, sin matices. «Contra todo pronóstico, y por más que le moleste a algunos, ha conseguido salir a hombros».
Ahora, lo que venga después está por escribirporque no hay plan más allá de la convicción que tienen estos colaboradores de Sánchez de que, por más que les amenacen y tensen la cuerda, ninguno de sus socios, ni siquiera Carles Puigdemont, les abandonará en los próximos cuatro años porque «fuera de nuestro Gobierno hace mucho frío».
Las jornadas parlamentarias de la investidura también han sido la primera puesta en escena de la obsesión del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont por marcar terreno y diferenciarse de Oriol Junqueras, y esa diferenciación es siempre a costa de apretar más a Sánchez para que avance en sus cesiones. En los próximos días, nada más se constituya el nuevo Gobierno, se celebrará la primera reunión con los verificadores internacionales que ha exigido Puigdemont como árbitros de una «mesa» con la que el dirigente soberanista, prófugo de la Justicia española, lanza el mensaje para España, y para la comunidad internacional, de que se sientan dos naciones, la española y la catalana, que necesitan de un mediador de conflictos. Ésta es una de las grandes cesiones que ha hecho el PSOE en esta negociación por las consecuencias que tiene a la hora de enmarcar lo que pasó en Cataluña en la etapa del «procés» y lo que está sucediendo en la actualidad.
Ayer, los socialistas cercanos a Sánchez sólo estaban ya pendientes de las quinielas sobre los futuros ministros. Aquellos que se ubican más cercanos siembran la expectativa de una revolución, necesaria para distraer la atención, limpiar la imagen de Sánchez y darle un impulso a una Legislatura en la que la competición entre Puigdemont y Oriol Junqueras llevará continuamente al fango del debate territorial que tanto interesa al independentismo. Porque no sólo es la ley de amnistía, que centrará el debate parlamentario de los próximos meses con enmiendas que llegarán de Junts y de ERC, sino que también tendrán que ir dándose pasos en el desarrollo del pacto político que incluye las cesiones de financiación a Cataluña y despejar el camino para una consulta, como fórmula presentable del referéndum de autodeterminación.
La seguridad del núcleo duro de Sánchez de que tienen la «sartén por el mango», y podrán ir dando largas a la concreción de estas concesiones, hasta agotar la Legislatura, se irá sometiendo a prueba ya desde los próximos días. Significativamente, tanteando ayer a las dos partes, en lo que parece un juego de trileros, tan convencidos están en Moncloa de que a Puigdemont le vale con la amnistía, y «con resolver su situación personal y la de los suyos», como lo están en el núcleo duro de Junts, que pilota en Madrid Miriam Nogueras, de que harán que Sánchez pague lo acordado si quiere continuar siendo presidente del Gobierno.
Ya en el lado de la derecha, el PP ha vuelto a tomar conciencia en las dos jornadas de investidura de que su gran lastre es Vox. A partir de que eche a andar el nuevo Gobierno, la dirección popular tiene por delante el reto de revisar su estrategia con el partido de Santiago Abascal después de que haya sido una de las razones de que no se cumplieran sus expectativas electorales en las generales y sea, hoy en día, el principal escudo para que Sánchez justifique todo y mantenga unida a la alianza independentista y nacionalista.
El reto es grande porque es la clave que está condicionando la capacidad de la derecha de sumar una mayoría alternativa. De momento, el primer paso de Feijóo será convocar una Junta Directiva para reordenar el grupo parlamentario y hacer los ajustes que de ello se deriven en el comité de dirección. En el Congreso necesita un perfil de negociador capaz de entenderse en clave económica con PNV y Junts, si hay oportunidad legislativa, y en Génova el interés está en ver de qué lado cae la Secretaría General, si del de Cuca Gamarra o del de Miguel Tellado. Y dónde encajan en el nuevo organigrama Borja Semper y Elías Bendodo, que seguirán en la cúpula nacional.
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