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Puigdemont: Un gobierno de radicales para blindar el 1-O
Cede a las presiones de Junqueras, releva al secretario del Govern, azote de ERC y la CUP, y a los consellers de Interior, Presidencia y Enseñanza, las tres áreas claves para el referéndum
Cede a las presiones de Junqueras, releva al secretario del Govern, azote de ERC y la CUP, y a los consellers de Interior, Presidencia y Enseñanza, las tres áreas claves para el referéndum.
Carles Puigdemont tuvo que relevar ayer a tres consellers que en la recta final «han querido dar un paso a un lado por motivos personales». Este es el argumento oficial. Y dicho así parece que los consellers de Presidencia, Neus Munté; Interior, Jordi Jané, y Enseñanza, Meritxell Ruíz, no estén dispuestos a jugarse el patrimonio personal por la independencia de Cataluña, una de las amenazas que pesan sobre los organizadores del referéndum en caso de ser llevados a juicio. Pero coincide que los departamentos remodelados son áreas claves para llevar a cabo la consulta y que Oriol Junqueras había exigido a Puigdemont cambios en el Govern para relevar a los consellers de perfil más moderado por independentistas de cuna. Jordi Turull, presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí, relevó a Neus Munté. Joaquim Forn, el más apacible del desestructurado «pinyol» que aupó a Artur Mas como sucesor de Jordi Pujol, asumió Interior. Y la economista Clara Ponsatí, una de las primeras defensoras del referéndum de autodeterminación, se hizo cargo de Enseñanza. Los tres tomaron posesión del cargo la misma tarde de ayer.
Puigdemont y Junqueras, que no suelen comparecer juntos, salieron a dar el parte de los cambios, seis horas antes, por la mañana. Tejieron un relato para evitar dar la razón al Gobierno del PP que sostiene la teoría de que las luchas cainitas acabarán con el proceso independentista. Pero no convencieron. Puigdemont siempre pone como argumento que esta es una legislatura «extraordinaria», tan extraordinaria como que le dieran el gobierno hecho y no pudiera elegir con quién trabajar. Tuvo la oportunidad de hacer cambios tras la moción de confianza a la que se sometió hace casi un año cuando la CUP le traicionó y no aprobó sus primeros presupuestos. Pero entonces, el proceso estaba en el punto de negociar con el Estado un referéndum pactado. Visto el fracaso, Puigdemont se las ingenia ahora para organizar un referéndum al filo de la ley que no sea un 9-N 2.0 y para ello necesita un equipo que no tenga miedo a desobedecer la Constitución. Un gobierno a medida para encarar el 1-O, donde no caben consellers con dudas, al menos de cara a la galería.
Además de relevar a tres consellers, los tres del PDCAT, el president de la Generalitat anunció el cese del secretario del Govern, Joan Vidal de Ciurana, un hombre de Artur Mas que incomodaba a los republicanos, pues es quien más se ha enfrentado a los de Junqueras y a la CUP. En su lugar, puso a Víctor Cullell. Este hombre, el secretario general de la Vicepresidencia, Josep Maria Jové, Puigdemont y Junqueras formarán el órgano de coordinación del referéndum. Este comité oficial no inhabilita el sanedrín a la sombra que integran Artur Mas, Xavier Vendrell y el omnipresente David Madí, que influye sobre las decisiones del president. No ha sido una semana fácil para el president huérfano de un equipo de confianza, que ha recibido presiones de ERC y de su partido.
Junqueras asume las competencias de los procesos electorales, el único sacrificio que pedía el PDCAT. Pero vuelve a meter un gol a los ex convergentes, porque a cambio ha conseguido que el Govern tome todas las decisiones relativas al referéndum de manera colegiada, una fórmula para asegurarse de que nadie buscará que sólo lo inhabiliten a él de cara a una futura convocatoria electoral. El martes llegará la primera decisión para adquirir urnas, después de que el concurso quedara desierto.
Esta crisis llega tras el cese de Jordi Baiget, que puso en duda que el referéndum pueda celebrarse. Fue un golpe de autoridad de Puigdemont para demostrar que no valen medias tintas. Pero la destitución de Baiget y el relevo de otros tres consellers del PDCAT deja al partido en entredicho ante el electorado independentista: tres consellers que no lo ven claro versus cero dudas en el frente republicano. Puigdemont jura que la decisión ha sido consensuada con el partido. El reajuste llega tras verse con los consellers del PDCAT, pero no de ERC. Insiste en que todas las decisiones están encaminadas a posibilitar el 1-O y a que las urnas estén llenas. ¿Y después del 1-O? Ese día se acaba la legislatura, dice, y luego «Cataluña empieza a caminar como un estado independiente o se abre una nueva etapa autonómica», para la que habrán elecciones. A Munté se la veía ayer afectada, aunque puede ser el as que se guarda el PDCAT si hay elecciones autonómicas, al fin y al cabo podría haber sustituido a Mas y estar ejerciendo de Puigdemont.