Cataluña
Moción de censura: tres escenarios y la llave la tiene (de nuevo) el PNV
La endiablada aritmética parlamentaria que arrojaron los comicios de 2016 y que ha impedido al PSOE llegar al gobierno hasta ahora sigue plenamente vigente y la moción de censura presentada por Pedro Sánchez adolece de la misma debilidad que le ha imposibilitado dar el paso hasta este momento.
La endiablada aritmética parlamentaria que arrojaron los comicios de 2016 y que ha impedido al PSOE llegar al gobierno hasta ahora sigue plenamente vigente y la moción de censura presentada por Pedro Sánchez adolece de la misma debilidad que le ha imposibilitado dar el paso hasta este momento. El artículo 113 de la Constitución recoge la potestad del Congreso de los Diputados para exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante una moción de censura que requiere la mayoría absoluta de la Cámara, esto es, 176 votos. Una cifra que, dada la fragmentación política actual, se antoja prácticamente inalcanzable, reservada solo a cuestiones de extrema trascendencia, como el reciente caso de los Presupuestos.
A día de hoy, el PSOE tiene asegurados algunos apoyos que, sin embargo, resultan insuficientes para afrontar con éxito el trámite de la moción de censura. A los 84 votos socialistas, habría que añadir el parlamentario de Nueva Canarias, que concurrió a las elecciones en coalición con el PSOE.
Podemos, sin condiciones
A estos 85 votos se suman los 71 de Pablo Iglesias. «Nuestro sí ya lo tienen», señaló ayer el líder de Unidos Podemos, que esta vez no ha exigido a Sánchez entrar en su gobierno ni ha pedido contrapartidas por su voto favorable. A partir de ahí –de estos 156 apoyos–, se abren dos escenarios para que Pedro Sánchez llegue a La Moncloa, aunque con el «no» de partida de la formación de Albert Rivera, el PSOE se vería obligado a contar con los votos de los partidos independentistas, una opción que desgastaría a los socialistas interna y políticamente.
«Vía Ciudadanos»
La presentación de la moción de censura por parte del PSOE se precipitó tras la reacción de Albert Rivera dando por agotada la legislatura. Los socialistas entendieron que la formación naranja sería proclive a apartar a Mariano Rajoy del Gobierno y que esta vez sí sería posible un acuerdo a tres de las fuerzas del cambio –PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos–. En caso contrario, tendrían que retratarse sosteniendo a un PP «anegado por la corrupción». Sin embargo, los socialistas no calcularon que difícilmente un partido en estado de gracia en las encuestas y que se cree alternativa de gobierno iba a facilitar que un tercero llegara al poder.
La «vía Ciudadanos» permitiría al PSOE sumar 188 votos de partida, lo que supondría que aunque los partidos independentistas apoyaran la moción, éstos no serían determinantes para sacarla adelante. Esta «dependencia» de los soberanistas para llegar al gobierno es el que tensiona las costuras internas de un PSOE que apenas se acaba de recuperar de la crisis que supusieron las primarias. Por ello, los dirigentes que siempre han mantenido que no se podían hacer tratos con los soberanistas se enfocan en las últimas horas en defender la viabilidad de un pacto a tres con Podemos y Ciudadanos. En este sentido, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, emplazó ayer a «aquellas fuerzas que han llevado en sus programas electorales la regeneración que apoyen la moción del PSOE».
El apoyo de Rivera está condicionado, y pasa obligatoriamente por que la moción lleve aparejada la inmediata convocatoria de elecciones, esto es, una moción «instrumental». Sin embargo, Sánchez ya manifestó ayer que la moción que el PSOE defenderá será «constructiva» y que se constituirá una alternativa que «garantice la gobernabilidad». Los socialistas comparten la forma, no descartan convocar elecciones como les pide Ciudadanos, pero discrepan en el tiempo, ya que éstas no serían con carácter inmediato como quiere Rivera, sino que se priorizaría «recuperar la estabilidad, la normalidad, limpiar de corrupción las instituciones públicas en nuestro país y atender las urgencias sociales» antes que promover una cita con las urnas.
«Gobierno Frankenstein»
y el PNV, clave
Cegada la «vía Ciudadanos», ante la disconformidad sobre el momento en que deben convocarse los comicios, se abre un peligroso escenario para el PSOE: quedar en manos de los independentistas. Un escenario que además de no ser idóneo por la situación de excepcionalidad que vive Cataluña, tampoco sería suficiente para superar la investidura.
Con los votos de ERC (9), PDeCAT (8) y Bildu (2), Sánchez se quedaría al filo de la mayoría que necesita: con 175 apoyos. Desde estas formaciones ya se ha explicitado su aval al secretario general socialista. El ex convergente Carles Campuzano lo hizo incluso antes de que el PSOE anunciase la moción, aunque ayer el portavoz adjunto de JxCat, Eduard Pujol, dejó este apoyo en el aire al considerar a Sánchez un «cómplice» del 155. EH Bildu decidirá el sentido de su voto el lunes y deslizó que solo la apoyarán si se respeta el derecho a decidir en el País Vasco. Por su parte, Joan Tardá (ERC) avaló la moción pero pidió a Sánchez que corrigiese sus «ofensas» contra Quim Torra, al que llamó «racista».
Pero aún contando con los votos de las tres formaciones descritas anteriormente, Sánchez necesitaría un diputado adicional. En este contexto entraría el PNV –después de que Coalición Canaria haya descartado unirse a los independentistas–. Los nacionalistas vascos vuelven a ser decisivos y se encuentran ante la disyuntiva de haber apoyado al Gobierno en la aprobación de los Presupuestos hace escasos tres días. Ayer el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, se mostró partidario de entablar un diálogo con el PSOE, pero solo si su proyecto es constructivo y no como una mera ficción para atraer la atención mediática. Además, los socialistas sostienen y participan del Gobierno del País Vasco, lo que hace que Ferraz cuente con los cinco votos jeltzales.
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