Opinión
Moción de censura a la política
Creo que Vox subestimó a Tamames pensando que podría utilizarlo como elemento que “desradicalizase” y “centralizase”
Decía Iñigo Errejón, con esa carilla que oscila entre el prepuchero y la cándida estupefacción, que no se sabe muy bien a qué partido representa Tamames. Lo de “candidato independiente” es un concepto que a los de Podemos y su reguero de gremlins satelitales les suena a chino mandarín. Es lo que pasa cuando militas en la lealtad mal entendida, que todo lo que no sea bracear al dictado del capo dei capi (o de su señora, en su ausencia real o figurada) es algo así como ciencia ficción. Esta reacción, junto a un PP que silba con las manitas en el bolsillo evitando el contacto visual directo, un Vox atónito ante el exceso de independencia del independiente y un PSOE sobreactuado tomándose más en serio la medida que los propios impulsores, me reafirma en mi convicción de que esta moción de censura no es de Vox al PSOE sino de Tamames a todos las formaciones políticas.A la política actual, en definitiva. Mientras nosotros andábamos tratando de elucidar el asunto del tono exacto de Farmatint, su querencia por el cárdigan o su envidiable optimismo vital (ese por el cual no se perdonaría el resto de su vida desaprovechar esta oportunidad), Tamames se perfilaba como el nuevo rey del punk.
Parecía una buena opción para Vox un candidato como él tras aquella otra fracasada. No habría manera de mantener, ni siendo de Podemos podrían, a un candidato que fracasa dos veces en el abuso de una medida extraordinaria. Por un elemental sentido del decoro. Por eso Tamames era perfecto: descontento con el gobierno actual viniendo de la izquierda, con un pasado comunista, firmante de la Constitución, reconocido economista y… mayor. Tanto como para que en su imagen de viejecito venerable ahorrase al respetable la típica exhibición de bruxismo cínico con esputo soberbio de Sánchez cuando se tensa. Aunque solo fuera por educación, era de prever que se tragaría su bilis (y alguna muela) pero no faltaría al respeto a alguien como Tamames. Y eso permitiría a Vox soltar su soflama por persona interpuesta. Pero Tamames, se siente, se ha tomado todo lo al pie de la letra que puede ser tomado el epígrafe de “independiente”. Y eso no está sentando bien en el ala más radical de Vox (disculpen el pleonasmo), que preferiría que bajo el caoba extraño y el cárdigan hubiese alguien más dócil, más instrumentalizable. Independiente ma non troppo. O como diría Íñigo Errejón, uno que quede bien claro a qué partido representa.
Creo que Vox subestimó a Tamames pensando que podría utilizarlo como elemento que “desradicalizase” y “centralizase” (a lo Superratón) una moción de censura que, tan cerca de las municipales y autonómicas, podría provocar la movilización de un electorado de izquierdas desmotivado por los continuos enfrentamientos entre los socios de gobierno y las pifias de las leyes monteriles. Que lo subestimó el Partido Popular tratándolo como al abuelo al que se le va la chaveta y es mejor no llevar la contraria pero tampoco vamos a prestar atención, no piensen que estamos igual. Lo hizo Podemos (era de esperar, adanistas y arrogantes como son) al pensar que no tiene nada que explicarles a ellos, que al revés. Y el PSOE, al pensar que la astracanada de Vox, una vez más, les salvaba el pellejo (alerta fascista) y que solo tenían que darse al aspaviento y fingir tomárselo muy en serio (uh-uh). Y todo esto, me enmiendo la plana a mí misma que no daba un duro por su utilidad, creo que demuestra que esa moción de censura sí tiene sentido. Porque no es Vox quien la presenta contra el Gobierno de coalición: es el espíritu de la transición, de la concordia, quien presenta una moción de censura a la política actual.