Casa Real
Las quince estaciones de «Juanito»
Se convirtió en heredero de una Corona por la que nadie apostaba de verdad, en una España en la que Franco se había propuesto perpetuarse. Tras 39 años de reinado abdicó en su hijo Felipe VI
Se convirtió en heredero de una Corona por la que nadie apostaba de verdad, en una España en la que Franco se había propuesto perpetuarse. Tras 39 años de reinado abdicó en su hijo Felipe VI.
Cuando, el 5 de enero de 1938, en plena guerra civil española, vino al mundo en Roma aquel niño «feo y sietemesino» según su abuela la reina Victoria Eugenia, llamado Juan Carlos de Borbón y Borbón, casi nada hacía presagiar que un día llegaría a rey de España. «Juanito» empezó a llamarle Alfonso XIII, y con ese nombre quedó en la familia. El mismo que utilizará después en la intimidad doña Sofía.
Con tres años, el 28 de febrero de 1941, al fallecer Alfonso XIII, se convierte en heredero de una Corona por la que apenas nadie apostaba de verdad, en una España en la que Franco se había propuesto perpetuarse.
Exiliado y sin colegios
Durante años, la vida de «Juanito» no fue fácil. Sufrió el exilio en Roma, Suiza y finalmente en Portugal, y experimentó una infancia desarticulada, sin estudios normales, pasando de la soledad de los marianistas de Friburgo a los colegios a medida en «Las Jarillas» (Madrid) y en Miramar (San Sebastián).
El 9 de noviembre de 1948, cuando, con solo diez años, pisó España por vez primera, hablaba castellano con alguna dificultad. Vino luego una Academia General Militar en la que tuvo que hacerse su sitio, incluyendo alguna pelea nocturna a puñetazos en el picadero.
El 29 de marzo de 1956, en Estoril, se le dispara la pistola que manejaba y alcanza en la cabeza a su hermano menor, Alfonso, que muere en el acto. Y tiene que escuchar de su padre, don Juan, una demanda terrible: Júrame que no lo has matado a propósito.
Acabadas las academia militares, en 1961 se instala en La Zarzuela, un palacete medio abandonado que Franco había puesto a su disposición.
«El chico de los Barcelona»
El 8 junio asiste en Londres a la boda de Eduardo duque de Kent, y el protocolo le asigna como acompañante a Sofía de Grecia. Dicen que hubo un flechazo.
El 13 de septiembre, en Lausana, se hace público el compromiso matrimonial del «chico de los Barcelona», como era conocido en las familias reales europeas, con la princesa Sofía.
A la vuelta de viaje de novios, se instalan en La Zarzuela Es la época de la que doña Sofía habla diciendo «cuando no éramos nadie», en la que personal de servicio en palacio telefoneaba diariamente a El Pardo para dar el parte de todo lo que allí ocurría.
Por fin nace un varón
El 20 diciembre de 1963 nace el primer hijo, Elena, y el 13 junio de 1965, Cristina. Recién cumplidos los treinta años, el 30 de enero de 1968 viene al mundo Felipe, el deseado hijo varón. Su llegada, y la presencia en el bautizo, en Madrid, de la reina Victoria Eugenia, «animan» a Franco a poner en marcha el plan de sucesión que se había inventado: saltarse al heredero dinástico don Juan de Borbón, del que nunca se había fiado, y nombrar a su hijo sucesor a título de rey.
Escribir a su padre la carta para informarle de la voluntad del general y de que había decidido aceptar fue uno de los momentos más duros de Juan Carlos.
Miedo a ser un perjuro
El 22 julio de 1969 Franco proclama a Juan Carlos sucesor a título de rey. Al día siguiente, el príncipe firma en La Zarzuela, y por la tarde, en las Cortes, pronuncia el discurso de aceptación vestido con uniforme de capitán de Infantería,la graduación alcanzada y que Franco no quiere modificar.
La designación no trae la tranquilidad a La Zarzuela, porque abundan las conspiraciones de inmovilistas y falangistas, contrarios a la instauración de la monarquía y partidarios de la continuidad del régimen. Y encuentran en Alfonso de Borbón Dampierre la posibilidad de implantar una «monarquía azul», una «monarquía del Movimiento». Juan Carlos y Sofía nunca perdonaron a su primo que se hubiera prestado a tales manejos. Sin embargo, Franco mantuvo su palabra.
Franco muere el 20 de noviembre de 1975. Dos días después, Juan Carlos es proclamado rey tras jurar en las Cortes las Leyes Fundamentales. Un paso que le había quitado el sueño por temor al perjurio, y que Torcuato Fernández Miranda le garantizó que no se produciría porque era posible desmontar el régimen por el sistema de ir «de la ley a la ley». Siendo ya rey, siempre tuvo en su despacho de La Zarzuela una fotografía de Torcuato.
Democracia forjada a base de golpes de mano
Juan Carlos se dispone a convertir España en una democracia plena. Y da el primer golpe de mano el 1 de julio del año siguiente, cuando obliga a dimitir a Arias Navarro, que se había convertido un obstáculo para la apertura política, y nombra por sorpresa presidente del Gobierno a un joven político, casi desconocido, Adolfo Suárez, que se convirtió en aliado, y amigo, para poner en marcha la transición democrática.
El segundo éxito lo logró el 18 de noviembre, cuando las Cortes franquistas, dominadas por el «búnker», se hicieron el harakiri al votar milagrosamente su autodisolución. El 15 de diciembre de 1976 se aprueba en referéndum la Ley de la Reforma Política, y Juan Carlos y Sofía participan por vez primera en una votación.
Los comunistas también caben
Otro problema grave son los comunistas, el partido más importante en la lucha contra el franquismo. El rey envía emisarios a Santiago Carrillo para garantizarle que el PCE será legalizado. El 24 de enero de 1977, tres pistoleros de ultra derecha asesinan a tiros en la calle Atocha a cinco abogados, en un despacho laboralista vinculado al PCE y a Comisiones Obreras. Un hecho que para algunos historiadores constituyó el momento más peligroso para la transición a la democracia, que podía haberse visto abortada definitivamente. El 9 de abril de 1977, conocido desde entonces como el «Sábado Santo rojo», quedó legalizado el PCE. Al mes siguiente, el 14 de mayo, su padre, don Juan de Borbón renuncia a sus derechos, en un muy discreto acto celebrado en La Zarzuela, confirmando así a Juan Carlos como rey dinástico.
Una Constitución que le quita todos los poderes
El 15 de junio de 1977 se celebran las primeras elecciones democráticas, que gana la UCD de Adolfo Suarez. Las Cortes se articulan como cámara constituyente para elaborar la nueva Constitución, en la que Juan Carlos renuncia a los poderes excepcionales heredados de Franco para convertirse en rey constitucional. Es aprobada el 6 de diciembre de 1978, en un referéndum en el que los reyes vuelvan a votar otra vez. El 27 diciembre, Juan Carlos sanciona en las Cortes la Carta Magna, de la que proclama: «Es el mejor aval para que España inicie un periodo de grandeza».
Suárez atraviesa dificultades graves, en el Gobierno y en el partido, donde proliferan las intrigas. En mayo de 1980 tiene que someterse a una moción de censura de los socialistas, que logra superar. La situación se agrava, hay conspiraciones contra él dentro de UCD, ha perdido la confianza de don Juan Carlos, y el 29 de enero de 1981 presenta la dimisión irrevocable.
Despierta el peligro militar
Una preocupación más. El peligro militar, una oscura amenaza durante todos esos años, primera expresión grave en noviembre de 1978, cuando fue desarticulada la «Operación Galaxia», se convierte en realidad el 23 de febrero de 1981, precisamente cuando se votaba en el Congreso la investidura de Calvo Sotelo. Pero los golpistas cometen un error: no tomar La Zarzuela. Y esa noche La Zarzuela resistió.
Durante aquella horas fue decisivo el «general teléfono», es decir, la serie de llamadas del rey a los capitanes generales para transmitirles que él no estaba con los golpistas. Un trabajo en el que resultó clave la figura de Sabino Fernández Campo, secretario de la Casa del Rey, que, entre otras cosas, atendió al general Juste, jefe de la División Acorazada, cuando llamó preguntando por Alfonso Armada, y le respondió con el famoso «Ni está ni se le espera». A la 1,23 de la madrugada, TVE emite el discurso de un don Juan Carlos ojeroso y vestido con uniforme de capitán general. El golpe ha fracasado. Y el rey asienta de modo definitivo su figura.
A buenas con los socialistas
El 28 de octubre de 1982, los socialistas ganan las elecciones y Felipe González se convierte en presidente del Gobierno. Algunos afirmaron entonces que la transición había quedado completada con la alternancia en el poder y la llegada de la izquierda, el PSOE, a La Moncloa.
El 12 junio de 1985 se consuma un largo sueño de tantos políticos y ciudadanos: la entrada de España en Europa. Ese día, Juan Carlos preside en el Palacio Real la firma del Tratado de Adhesión a la CEE.
El 30 de enero de 1986, un paso más en la consolidación institucional: el príncipe Felipe cumple 18 años, alcanza la mayoría legal, y con ese motivo jura la Constitución, asentando así de forma definitiva su condición de heredero. La continuidad está asegurada. El 14 de mayo de 1987, Juan Carlos y Sofía celebran públicamente las bodas de plata.
Malas noticias
A partir de 1990, sin embargo, los problemas parecen resurgir. En diciembre anterior, Juan Carlos sufre un accidente de esquí en el Valle Arán, que obliga a una intervención quirúrgica, cuatro días de hospitalización, y dos meses de recuperación.
Peor impresión producen las primeras informaciones sobre Marta Gayá, las amistades del rey en Palma, y la llamada «Corte de Mallorca», que en el verano de 1992 provocan un escandalo cuando se difunde que Juan Carlos se encuentra fuera de España, en Suiza, y que por ese motivo no podía procederse al nombramiento del nuevo ministro de Exteriores. La Olimpiada de Barcelona ofrece un paréntesis de popularidad a la Familia Real, pero en diciembre se produce la abrupta y amarga salida de Sabino Fernández Campo.
En esos meses finales de 1992, don Juan se encuentra internado en la Clínica de la Universidad de Navarra, donde fallecerá el 1 de abril de 1993. El entierro en El Escorial da ocasión a impactantes imágenes de dolor de don Juan Carlos y de lágrimas de doña Sofía.
Amigos suyos en la cárcel
Es la época en que saltan a la luz definitivamente los casos de corrupción del PSOE, todavía en el poder, escenificados sobre todo en Filesa, Malesa y Time Sport, que obligan al presidente del Gobierno, Felipe González, a adelantar elecciones al 6 de junio de 1993. Es detenida la directora del BOE, Luis Roldán cesa como director de la Guardia Civil, ingresa en prisión el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio... En el Congreso hace fortuna el grito «¡Váyase, señor González!».
Y acaban también en la cárcel varios oscuros personajes que habían llegado, y dominado, al entorno de La Zarzuela, como Prado y Colón de Carvajal, Javier de la Rosa y Mario Conde. El prestigio de la corona empieza a declinar por esos escándalos.
El 3 de marzo de 1996, el PP gana las elecciones y José María Aznar. Si las relaciones de La Zarzuela y La Moncloa habían sido durante los años anteriores amistosas, empieza un nuevo tiempo en el que lo que dominan son la frialdad y la distancia. El 12 de marzo de 2000, Aznar revalida el cargo con mayoría absoluta.
Y problemas en la familia
La familia empieza también a dar problemas. Y unas primeras noticias aparentemente venturosas, como los matrimonios de las infantas, Elena y Cristina, irán trocándose casi en una pesadilla.
En 1995, el 18 de marzo, Juan Carlos casa en la catedral de Sevilla a Elena con Jaime de Marichalar. En julio de 1998 nace el primer nieto del rey, Felipe Juan Froilán y de Todos los Santos, que con el paso del tiempo se convertirá en el preferido de Juan Carlos. El matrimonio, sin embargo, acabará en divorcio, ratificado el 15 de diciembre de 2009.
El 4 de octubre de 1997, en Barcelona, Cristina había contraído matrimonio con Iñaki Urdangarín, otra unión que provocará fuertes dolores de cabeza a La Zarzuela por los negocios del duque de Palma, su procesamiento y condena en el «caso Nóos», un sumario en el que la propia infanta se convierte en la primera integrante de la Familia Real que se sienta en el banquillo. Las conversaciones y hasta negociaciones para que, pensando en la Institución, ella se desvincule de su marido o bien renuncie a los derechos sucesorios, resultan baldías.
El 1 de noviembre de 2003, el príncipe Felipe anuncia su compromiso con la periodista Letizia Ortiz, recibida con reticencias en algunos sectores. La boda se celebra el 22 de mayo de 2004, en la catedral de La Almudena. Al año siguiente, el 31 de octubre, nace la infanta Leonor, heredera del heredero. La continuidad dinástica queda remachada.
La década desastrosa
Entrado ya el nuevo siglo, la década inicial se convierte en un calvario para Juan Carlos. En febrero de 2004, conoce a Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una teórica princesa alemana, durante una cacería en «La Garganta» (Ciudad Real). Se inicia entonces una larga relación, al principio discreta, que estallará ocho años después y será uno de los factores del final del reinado.
El 8 de mayo de 2010, Juan Carlos es operado en el Clinic de Barcelona, donde le extirpan un tumor benigno del pulmón. Es el inicio de una larga lista de achaques y problemas de salud, en las piernas, en la cadera, que al final acabarán obligándole a moverse en público con muletas. Al año siguiente, el 12 de octubre.
«Lo siento, me he equivocado»
La Zarzuela intenta desvincularse del «caso Nóos». El jefe de la Casa, Spottorno, califica de «poco ejemplares» los negocios de Urdangarín, y don Juan Carlos proclama, en el discurso de Nochebuena de 2011 que «la Justicia es igual para todos». La suma de escándalos provocó que la Familia Real dejara de ser intocable.
Mucho más aún cuando, en abril de 2012 salta a la luz la relación con Corinna, al sufrir Juan Carlos una fractura de cadera cuando se encontraba con ella de safari en Botsuana. El prestigio de la Corona desciende. Ante ello, el monarca declara ante una cámara de televisión. «Lo siento. Me he equivocado. No lo haré más». Una iniciativa muy discutida, pero que de hecho frena el desplome.
El rey titubeante
Con las muletas a cuestas, Juan Carlos emprende una agotadora actividad de viajes internacionales, en un último intento por recuperar protagonismo personal y prestigio para la institución. El esfuerzo resulta inútil. El 6 de enero de 2014 Juan Carlos aún convaleciente de la última operación de cadera balbucea en el discurso, se le ve debilitado. Ese día, se llevó uno de los sofocos más fuertes de su vida. Y a partir de ese momento se desencadena a toda prisa el proceso de abdicación, anunciada por sorpresa el 1 de junio. Su hijo, es proclamado rey, como Felipe VI. Un cambio generacional, un cambio de persona, de estilos, de mensajes, que muy pronto provoca una clara recuperación del prestigio de la monarquía.
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