Crisis política en Italia
La crisis de los aparatos
¿Es que millones de votantes del partido socialista tienen que avergonzarse de haber votado a esta opción socialdemócrata?, ¿es que acaso no es la izquierda moderada la solución a muchos de los problemas del país para una mayoría de ciudadanos? No hay crisis del bipartidismo, hay crisis de los aparatos, de la vieja forma de hacer política que ha llevado la democracia al límite. Los socialistas nos sentimos orgullosos de poder ser una mayoría social y poder llegar a ser una mayoría electoral siempre y cuando los fundamentos de nuestra organización vuelvan a recobrarse tras una regeneración profunda y la despedida de la actual dirección.
El Partido Socialista, desde aquel primer escaño en las Cortes en las elecciones de 1910, ha visto pasar muchos partidos políticos. Las Cortes de primeros de siglo, la República y la actual democracia han tenido en su seno muchos partidos, pero sólo uno de espectro nacional se ha mantenido a lo largo de los años: el Partido Socialista.
Nuestro proyecto socialdemócrata aspira a la hegemonía social, buscando entre la mayoría de la población, los trabajadores y las rentas medias, la perspectiva de clase y la de los aliados de ésta. Un grupo parlamentario que en el futuro apoye a un gobierno fuerte que prosiga las reformas que necesita nuestro país.
Cuando Matteo Renzi, desde la Alcaldía de Florencia, se planteó la posibilidad de ser presidente del Gobierno de la República no podía imaginar que, en pocos meses, lograría que la formación italiana de centro izquierda alcanzara el 40% de los sufragios en las europeas. Del mismo modo, como vasos comunicantes, la crisis de la socialdemocracia, recurrente en el tiempo, hace aflorar a pequeños partidos conformados de cuadros que provienen a su vez de diversos fracasos y que se alimentan de la propia crisis del partido socialista.
Sin embargo, cuando el PSOE supere su propia crisis, estos partidos –nacidos de la propia crisis socialista– verán que sus expectativas son mucho menores que las que se esperaba. Y el PSOE superará la crisis, no por reformas endogámicas internas, sino por su vuelta a los ciudadanos a quienes ha dado la espalda. Recuperar la política para la gente, para los más cercanos, para los vecinos de nuestras ciudades.
Así es, hay que devolver la política a la gente. Que los ciudadanos vuelvan a apoderarse del noble arte de la política y expulsar al basurero de la historia a la profesionalización de la misma, a los aparatos anquilosados, a la falta de alternativas colectivas, que es lo que asfixia a las organizaciones. En ese sentido será cuando, creo que apropiadamente, logremos recuperar la política para los ciudadanos y al Partido Socialista para la gente. Entonces la mayoría de centro izquierda aflorará en una nación que sigue creyendo en sí misma.
No hay crisis del bipartidismo. Hay crisis del partido socialista y este pasivo supone el activo de numerosos pequeños partidos que lógicamente se alimentan del descontento. Hay crisis de la política, crisis de la democracia, crisis económica y social.
Así que, en resumidas cuentas, cuando nuestra organización se logre desprender de los viejos aparatos y encuentre el camino de la participación de los ciudadanos, volveremos a recuperar nuestro espacio y no se hablará más de la atomización de la política española.