Junqueras cae en el dominio de ERC

La guerra tuitera de Puigdemont para tumbar las defensas de ERC

En ERC está la "aristocracia" con cargos y con miedo al ecosistema mediático-tuitero de Puigdemont. Está el sector que cree que su obligación es dejar paso a Salvador Illa. Y está el expresidente catalán que vuelve a señalar con el dedo a los "botiflers"

Carles Puigdemont
Carles PuigdemontGlòria SánchezEuropa Press

La negociación en Cataluña puede haber dado un giro por el "golpe" del Tribunal Supremo que habrá que ver cómo se recompone en los próximos días. La responsabilidad es del juez Pablo Llarena y del Alto Tribunal, dicen oficialmente los independentistas. Pero a quien miran es a Moncloa y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde el convencimiento, no reconocido en público, de que el líder socialista es un "pato cojo" que también les ha engañado. Incluso a pesar de que haya torcido las costuras del Estado de Derecho para satisfacer sus reivindicaciones: "Nos ha dado lo que no podía dar".

Puigdemont tiene una fortaleza que hoy no tiene ERC, y es la unidad de acción dentro de su partido. Nadie se atreve a levantar la voz y lo que diga, se hará. ERC es un caos bajo el imperio de una clase "aristocrática", como definen desde dentro del partido a la secretaria general, Marta Rovira, y a sus peones. El partido tiene un problema más grande que el de los malos resultados electorales cuando entra en una fase en la que desde dentro se apunta contra quienes dirigen las negociaciones de cara a la sesión de investidura y se les acusa de actuar con cobardía, sin independencia, más pendientes de sus "carguitos" que de cumplir con sus obligaciones, y sometidos, ante todo, al poder que tiene Puigdemont en el ámbito mediático. Un ejército de tuiteros vale para doblegar la posición de ERC en esta negociación, se lamentan.

Mientras Rovira busca ningunear al PSC y llama a la puerta de Madrid, el presidente del Gobierno no se queda con los brazos cruzados. Sánchez juega a ganar en Cataluña, pero, si pierde el partido, sus socios le ven capaz de doblar la apuesta e ir a una doble convocatoria electoral el 13 de octubre, catalanas y generales.

Por si acaso, en Moncloa ya han empezado a dar barniz a la estrategia y a preparar los eslóganes de una nueva campaña. Sánchez está seguro de que, si llega el caso, podrá otra vez echarse encima la responsabilidad de sostener al partido frente a la derecha con las mismas armas que utilizó en la anterior convocatoria de unas generales, el miedo a la derecha, el victimismo y el liderazgo de una izquierda para el que ya no necesita hacer de tándem con Yolanda Díaz. El PSC sería su enganche y la maquinaria de Moncloa ha comenzado a difundir argumentarios del fango contra el principal partido de la oposición. Entramos en una etapa de duras acusaciones de corrupción en la que habrá que hacer un ingente esfuerzo para distinguir la mentira de la verdad.

Y si no ahí queda ese argumentario que ayer distribuyó Moncloa entre sus afines a días de que Begoña Gómez, la esposa del presidente, tenga que atender la citación judicial que ha recibido por la investigación de un presunto delito de tráfico de influencias. Los socialistas han repartido un panfleto en el que lanzan acusaciones contra dirigentes del PP bajo el epígrafe "Partido Popular, el nuevo portal inmobiliario". La vieja táctica de intentar que el humo tape el origen del incendio.