El periscopio

El feminismo de doble pinza

Ante el 8M hay dos clases de feminismos: el que representa Carmen Quintanilla y otro fanático de las indocumentadas del Gobierno

Manifestación del 8M en Madrid. © Jesús G. Feria.
Manifestación del 8M en Madrid.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Jueves, seis de marzo. Solemne acto en la Diputación de Ciudad Real para otorgar un galardón a Carmen Quintanilla Barba, diputada del PP en el Congreso durante 20 años, actual presidenta de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), y parlamentaria honoraria del Consejo de Europa. Carmen recibe el Premio a la Igualdad Pastora Marcela, la gran figura rebelde y libre en El Quijote. Con ello, se reconoce su incansable labor en favor de los derechos de la mujer y su lucha por la igualdad en todos los ámbitos.

Hablar de Quintanilla, la diputada que más iniciativas legislativas impulsó en la Cámara Baja sobre las mujeres, es hablar de compromiso, entrega y una vida dedicada a la defensa de la igualdad. El premio evoca la figura de la pastora Marcela, precursora del feminismo en el magistral texto de Cervantes, acusada de la muerte de Grisóstomo por no haberle correspondido.

«Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la libertad de los campos. Los árboles son mi compañía, las claras aguas mi espejo, con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartada y espada puesta lejos», dice Marcela ante la tumba de su amante despechado. Palabras hermosas, valientes y determinadas de una mujer que defiende su sexo: «Tengo libre condición y no gusto de sujetarme».

Al acto acuden dirigentes del Gobierno del presidente Emiliano García-Page, políticos del PP y empresarios de Castilla La-Mancha, prueba de que la figura de Quintanilla no despierta ningún sectarismo. De hecho, ha llevado la voz de las mujeres por todo el mundo y este año volverá a ser la única española en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de Naciones Unidas en Nueva-York.

Viene ello a coincidir con el 8M, Día Internacional de la Mujer, reivindicado por la izquierda política y mediática con un fanatismo vergonzante. Y mientras escribía antes de la manifestación, me surgían preguntas: ¿Acudirán a la tradicional marcha callejera las ministras socialistas con una pancarta enarbolada con la imagen de José Luis Ábalos y su corte de prostitutas bien pagadas? ¿Voceará con su impresentable oratoria la lideresa de Sumar, Yolanda Díaz, bajo la imagen de su antiguo protegido, imputado por agresión sexual, Íñigo Errejón? Y por supuesto, ¿Gritarán con sus berridos radicales las podemitas Ione Belarra e Irene Montero con el estandarte del acosador Juan Carlos Monedero?

Dos clases de feminismos

Como bien ha escrito la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso en este periódico, «las feministas de pancarta ocultan los abusos de sus partidos». Muy cierto. Hete aquí ante el 8M dos clases de feminismo. Uno, el que representa Carmen Quintanilla y que exhibió con orgullo el centroderecha español. Ahí están los nombres de Soledad Becerril, Isabel Tocino, Esperanza Aguirre, Luisa Fernanda Rudí, Loyola de Palacio o Celia Villalobos, entre otras muchas, con currículums brillantes y profesiones acreditadas.

Igualito que el otro feminismo fanático de las indocumentadas que se sientan en el Gobierno de Pedro Sánchez, en cabeza Díaz y la tal ministra virtual Sira Rego, o Belarra, Montero e Isa Serra, bien aposentadas en sus sueldos públicos. Meras «apparatchick» al servicio de sus partidos, sin oficio ni beneficio, con nula experiencia de gestión y una cara dura de campeonato.

Si algún alto cargo de José María Aznar o Mariano Rajoy hubiera estado en la misma circunstancia (que Ábalos), la calle estaría ardiendo y los medios ahorcándoles en la plaza pública. Sin piedad.

Sin olvidar a doña Begoña Gómez, experta en hacer negocios como señora de su señor, o la titular de Igualdad, Ana Redondo, que pretende acabar con la prostitución. Deberá empezar por limpiar el escaparate de su antiguo compañero, el todopoderoso Ábalos, y su corte de señoritas bien pagadas y colocadas. Si algún alto cargo de José María Aznar o Mariano Rajoy hubiera estado en la misma circunstancia, la calle estaría ardiendo y los medios ahorcándoles en la plaza pública. Sin piedad.

En los hermosos prados de Ciudad Real, cuna de yacimientos únicos, castillos templarios y el Museo del Quijote, se ubican las mejores fincas de caza de España. En una de ellas, próxima al Parque Natural de las Tablas de Daimiel, figura una extensa propiedad de un gran empresario del Ibex. La pasada semana congregó en una montería a un grupo de empresarios y financieros extranjeros muy preocupados por la actual deriva política en España. «¿Pero este hombre hasta dónde piensa llegar?», se preguntaban algunos de ellos sobre el riesgo de sus inversiones en España ante el asalto total de Sánchez a las instituciones y grandes empresas.

"Ya solo queda el asalto a los jueces"

Tras la jornada cinegética, en conversación pausada con algunos políticos, entre ellos también socialistas próximos a García-Page, afloró gran preocupación por las últimas rendiciones del presidente del Gobierno a los separatistas catalanes. «La cesión de la inmigración es una bomba racimo», opina uno de ellos con intereses muy potentes en el sector naviero. El malestar es también enorme con la ministra de Trabajo, a quien acusan de arbitrar normas como la reducción de la jornada laboral o el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), totalmente letales para el tejido productivo.

«Ya solo queda el asalto a los jueces, y también lo hará», apostilló un empresario presente al analizar los ataques del Gobierno al Poder Judicial ante los casos de corrupción que atenazan a familiares de Sánchez y dirigentes socialistas. Y por cierto, el comisionista Víctor de Aldama frecuenta casi a diario un lujoso hotel de Madrid. Allí es visto pegado a su teléfono móvil que echa fuego y mantiene varias citas.

Sin pelos en la lengua, sus últimas declaraciones son de traca contra el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres: «Es un mentiroso, un mitómano que venía a Madrid desde Canarias para hacerle la pelota a Ábalos y conseguir ser ministro». Olé. Dicen que su móvil puede deparar muchas sorpresas nada buenas para la cúpula del PSOE, entre ellos el número tres del partido, Santos Cerdán y el propio Sánchez. Atentos a la pantalla.