Estrategia
Feijóo pacta con los barones mantener a todo el PP en estado de «alerta electoral»
Los líderes autonómicos movilizarán a dirigentes provinciales, alcaldes y a las bases como si se enfrentaran a unas elecciones generales
La dirección del PP se siente tan avalada con la mayoría absoluta obtenida en Galicia como para no variar ni una coma en su estrategia política ni tampoco en el equipo del presidente nacional. La segunda semana de la campaña, y el ruido que generó la conversación de Alberto Núñez Feijóo con un grupo de periodistas, sobre la amnistía y el indulto a Carles Puigdemont, volvió a dar alas a la izquierda y a los gurús que creen que el PP cojea por ser «demasiado gallego» y no dejarse llevar por alguien supuestamente con más conocimiento de la «selva» madrileña.
Sin embargo, con estos resultados, pero también sin ellos, Feijóo no habría movido ninguna pieza en su entorno de confianza, con quienes lleva prácticamente toda su vida en política. El mantra que difunde Moncloa sobre que son demasiado «provincianos» y «poco sofisticados», a su juicio, en el manejo de la propaganda, y que supuestamente no entienden las reglas de Madrid, tiene en su contra todas las victorias electorales que han conseguido desde que se hicieron con las riendas del partido, y Feijóo no cambiará ni de estrategia ni de «fontaneros» en Génova, sobre los que tiene una confianza inquebrantable.
En clave política esto implica que, igual que ya ha sucedido con las gallegas, el líder popular insistirá en su apuesta por convertir cada una de las próximas elecciones en un plebiscito sobre la amnistía. Lo hará en las elecciones vascas y lo hará en las elecciones europeas. En el País Vasco esperan mejorar resultados, y en las europeas dan por descontado que podrán sacarle al PSOE una diferencia de puntos que haga que «se tambalee» el liderazgo socialista. El optimismo sobre una legislatura que no llegará a buen puerto se ha multiplicado desde el domingo.
Por eso, de aquí a las europeas el PP mantendrá su oposición combativa, institucional y socialmente, contra los acuerdos con el independentismo que ha firmado Pedro Sánchez, sin perjuicio de que al mismo tiempo intente construir una agenda legislativa paralela a la de la coalición a la que pueda sumar, en el terreno económico y social, al PNV y a Junts. Pero siempre con la amnistía como tema capital porque en la dirección popular consideran un «desvarío» la tesis de la izquierda de que aquella conversación con periodistas, en la que Feijóo habló de las condiciones para un posible indulto a Puigdemont o reconoció que estudió durante 24 horas la constitucionalidad de la amnistía, le inhabiliten para mantener su discurso. Moncloa intentará usarlo, y se verá en los próximos duelos dialécticos entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, pero esto no moverá al PP.
Por otra parte, el PP ha decidido aparcar los debates ideológicos, que podrían tomar forma en una convención nacional, hasta más allá de las europeas, y la decisión que comparten Feijóo y los presidentes autonómicos es que toca mantener plenamente en activo la maquinaria electoral, como si mañana mismo pudiera haber elecciones generales. Ese runrún de que la legislatura está acabada entrará en el día a día de los mensajes del «aparato» popular, en una operación ligada a seguir desplazando del espacio político a Vox.
Génova confía en que Galicia haga de motor expansivo de la concentración del voto útil y sus primeras estimaciones les llevan a confiar en que tanto en el País Vasco como en las europeas esta estrategia llegue a funcionarles.
La maquinaria electoral a pleno funcionamiento exige un implicación en la labor de movilización de alcaldes y dirigentes provinciales, utilizando el amplio poder territorial que ha conseguido el PP en los últimos procesos electorales para hacer presión conjunta en una misma dirección frente a Moncloa.
El PP sigue teniendo pendiente de resolver qué hace con el liderazgo de su organización en Cataluña. Es una decisión que han ido retrasando ante la negativa de su actual presidente regional, Alejandro Fernández, a gestionar las señales que le mandaban sobre la conveniencia de su relevo. Su resistencia, con entrevistas que en Madrid han interpretado como un desafío al camino más aconsejable para el interés general, no han sentado bien en el mando nacional, pero el actual presidente de los populares catalanes también ha creído que jugaba a su favor la política de Génova de esquivar siempre el conflicto. Ha sido una decisión con la que marcar distancias de la etapa anterior, y hasta el momento han conseguido ir rematando los ajustes orgánicos pendientes sin generar ruido de sables. Éste también es el principio que quieren que rija en Cataluña, en una gestión que depende ya de la nueva vicesecretaria de Organización, Carmen Fúnez. En cada uno de los próximos procesos electorales el PP medirá su éxito en el daño que le hace al PSOE, pero también en su capacidad de seguir menguando a Vox. En eso hay una tendencia inversa y la principal diferencia con el PSOE: el ciclo del PP apunta hacia ensanchar su mayoría social, mientras que en el PSOE lo que temen es que no vuelvan los votantes que se les están yendo a otras siglas.
La dirección popular cree que la amnistía y las elecciones en Cataluña marcarán un punto de inflexión en este ejercicio y los resultados de Galicia les han dado fuerza para seguir peleando por construir una agenda legislativa paralela a la de la coalición y para confiar en una legislatura nacional que no vaya mucho más allá de las catalanas.
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