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El PP ve un juicio político y pide reflexión interna
El partido cierra ahora filas en su defensa, mientras Rajoy, emocionado, sentencia: «Todo esto se hace muy duro».
El partido cierra ahora filas en su defensa, mientras Rajoy, emocionado, sentencia: «Todo esto se hace muy duro».
La conmoción por la noticia de la muerte de la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá quebró ayer al PP. Un estremecimiento que se convirtió en un cierre de filas sobre su persona que hacía mucho tiempo que ella había dejado de sentir. Este estado de shock lo evidenció el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en las breves declaraciones que hizo tras participar en su primera sesión de control en el Congreso. Visiblemente emocionado, Rajoy resumió su consternación ante el fallecimiento de una histórica del PP en su peor momento político, y a la que, pese a su pesar, al final tuvo que empujar a abandonar el partido al que dedicó su vida. «Se hace muy duro».
Rajoy se resistió todo lo que pudo a dar el empujón definitivo a Barberá, y aguantó, también lo que pudo, incluso contra el criterio de otros dirigentes del PP, el desgaste por la situación judicial en la que la política valenciana se encontraba. Ayer, casi conteniendo las lágrimas, transmitió a su familia el pesar de la dirección y el suyo personal. Recordó que Barberá había dedicado toda su vida al Partido Popular y a Valencia y señaló que todo el PP estaba hoy «enormemente afectado por su repentino fallecimiento.
Rajoy había hablado con ella antes del difícil trance de su declaración en el Tribunal Supremo el lunes. Trago que pasó sola, porque, al final, la evolución de su situación judicial, y la presión política y social que la acompañó, forzó que tuviera que dar el paso atrás que reclamaron durante meses desde la dirección del partido los más liberados con el pasado. Rajoy explicaba, frente a esas presiones, que su obligación era ser justo y respetar la presunción de inocencia. Pero se impuso la carga de su imputación por supuesto blanqueo de capitales en su última campaña electoral, tras haber esquivado otras cuatro acusaciones de corrupción. Han pasado poco más de dos meses.
Todos, los amigos que aún le quedaban en el partido y los que quizás sintieron dolor de conciencia por el trato que le habían dado en los últimos meses cerraron ayer filas con la ex alcaldesa.
Con la diferencia de que algunos dieron el paso de apuntar directamente contra el juicio mediático y de la oposición para insinuar una posible responsabilidad en su repentino fallecimiento. Dentro del partido nadie duda de que la situación la sobrepasaba, más por el desapego de los suyos, posiblemente, que por la presión judicial. Pero las reacciones no fueron todas igual de medidas. Rajoy optó por la contención. A diferencia de otros dirigentes de su formación que hablaron de persecución o de «cacería injusta». Sin dar nombres, con lo que la interpretación más sencilla permitía pensar que se debían estar refiriendo a la ofensiva política y mediática que cercó a Barberá según fueron acumulándose las informaciones en las que aparecía su nombre como supuesta receptora de regalos por parte de los cabecillas de la «Gürtel», acusaciones por las que nunca llegó a ser procesada. Pero también cabía pensar si se referían a otros compañeros de siglas. Algunos optaron por la autocrítica y llamaron a los de sus propias filas a hacer un ejercicio de reflexión sobre el alcance del principio de presunción de inocencia, y sobre cómo éste debería quedar a salvo de las presiones de la oposición o del clima de opinión que marque la agenda pública.
El partido no paró de elogiarla durante todo el día. Desde la secretaria general, María Dolores de Cospedal, hasta los representantes de la nueva hornada de dirigentes, más exigentes al reclamar marcar distancias políticas con quien estaba tan señalada, aunque haya muerto sin que pesara ninguna condena en su contra. Cada vez que se les preguntaba por ella, la respuesta oficial era que «ya no formaba parte del partido». Ayer, el ex presidente del Congreso, Jesús Posada, denunció la «cacería injustificada» que había sufrido. Su amiga, Celia Villalobos, reclamó una reflexión sobre la presunción de inocencia, también del PP. Aznar recordó que murió habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida. El vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, destacó que había sido «la mejor alcaldesa», mientras se sucedían las críticas al entorno exterior por haberla «linchado o condenado sin juicio previo». «Es un día difícil y doloroso para el PP», sentenció el vicesecretario Fernando Martínez-Maillo.
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