Opinión
La capacidad estratégica de un pez
Presentar una moción de censura en un año plagado de elecciones no parece que sea la mejor recomendación para derribar un gobierno
Vox debe andar desesperado, porque presentar una moción de censura en un año plagado de elecciones no parece que sea la mejor recomendación para derribar un gobierno, por el contrario, es difícil que le deteriore y le puede dar nuevos bríos movilizando a sus votantes.
El efecto que tiene sobre el electorado socialista cualquier agresión de la extrema derecha, es un cierre de filas con el partido y con su líder, dejando atrás las discrepancias.
Podría ser que a Abascal solo le interese mantener sus escaños y, ante el riesgo de que Feijóo siga sumando de aquí a final de año a costa de sus votantes, haya decidido llamar la atención rompiendo cristales.
Le salió mal la moción de censura del año 2020. El regusto que quedó fue negativo debido a la carencia de un proyecto de país, a la pésima oratoria y a su bisoñez en las réplicas. Los sondeos de opinión mostraron claramente su fracaso, pero la mala situación que atravesaba el Partido Popular, le ayudó a recuperarse en poco tiempo.
En esta ocasión, Vox ha decidido buscar un candidato ajeno a sus filas. Tan lejos se ha ido, que ha elegido a un ex dirigente del PCE con casi 90 años al que le han movido más las ganas de darle un homenaje a su ego que las razones políticas.
Si Ramón Tamames hace lo que dice, Vox no quedará bien. Contradecirá en su discurso algunos de los pilares esenciales del pensamiento de Abascal y se mostrará como un outsider.
Muchos en Vox no entienden la operación. Unos por la fobia que profesan a un veterano antifranquista, otros porque detectan que quedan al desnudo por la incapacidad de tener un candidato propio y los últimos por el temor a las consecuencias de la moción de censura.
En Moncloa se espera un paseo militar, aunque han rebajado las expectativas tan positivas que tenían al principio sobre las consecuencias del debate. Las dificultades de debatir con un octogenario retirado de la política activa hace años, pero con una biografía indiscutible, dificulta tanto el tono como el contenido de los mensajes presidenciales.
En todo este espectáculo, el que podría salir ganando unos cuantos cientos de votantes es Feijóo, que se postulaba, en sus inicios, como primer damnificado del movimiento estratégico de la extrema derecha. Sea como sea, la capacidad estratégica de Vox es similar a la de un pez.
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