Defensa

La adrenalina de la Bripac: «Saltar por España nos llena de orgullo»

LA RAZÓN vive desde la cabina del Chinook uno de sus saltos en su 71º aniversario

El sol baña el fuselaje del Chinook de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, mientras la aeronave surca el cielo con su característico rugido grave. Dentro, la cabina vibra con cada latido de los rotores, pero entre los paracaidistas de la Bripac reina un silencio tenso y solemne. Es el instante previo al salto, donde la adrenalina se entrelaza con la concentración absoluta. Las manos firmes ajustan el equipo en repetidas ocasiones, los altímetros se chequean con un gesto de confirmación, y las miradas se cruzan en un pacto invisible de confianza y hermandad. Cada uno sabe su papel, cada uno entiende la trascendencia del momento. Cuando la luz verde se encienda, no habrá dudas ni vacilaciones: el cielo será suyo y la misión comenzará en el aire. Porque para ellos, «caer», no es simplemente llegar a tierra, será el inicio de la segunda fase del operativo.

Así ha sido desde su origen. La Brigada «Almogávares» VI de Paracaidistas no es solo una unidad de élite, es la heredera de una tradición de guerreros que se remonta a los almogávares, temidos infantes que asolaban las líneas enemigas en los siglos XIII y XIV. Como ellos, los paracaidistas de hoy están preparados para infiltrarse en lo profundo del territorio hostil, adaptándose a cualquier escenario con rapidez y determinación. Forjados en el sacrificio, el valor y el espíritu de nuestros Tercios, su historia está escrita con honor desde su primer salto el 23 de febrero de 1954, una fecha que ayer volvieron a conmemorar con un salto en el que participaron los miembros de la Compañía de Reconocimiento Avanzado (CRAV) junto con una exhibición deportiva que portaba las banderas de la Brigada Paracaidista (Bripac) y la de España.

Desde Ifni hasta las misiones internacionales actuales, su legado se ha construido con sangre, esfuerzo y la firme convicción de que allí donde España los necesite, ellos descenderán desde el cielo para hacer historia.

Reportaje de la Bripac. Imágenes de los saltos de los paracaidistas desde un helicóptero para una exhibición.
Reportaje de la Bripac. Imágenes de los saltos de los paracaidistas desde un helicóptero para una exhibición. Jesús G. FeriaFotógrafos

Caida "invisible"

Existen dos modalidades principales de lanzamiento: el HALO (High Altitude, Low Opening) y el HAHO (High Altitude, High Opening). En la modalidad HAHO, los militares abren sus paracaídas casi al instante de saltar, permitiéndoles navegar hasta 60 kilómetros antes de aterrizar. Por otro lado, el HALO implica abrir el paracaídas a una altitud de 1.000 a 1.500 metros, permitiendo que los paracaidistas caigan casi en el objetivo. La principal ventaja de estos saltos es la «invisibilidad»: al lanzarse desde gran altura, los militares no son detectados por el enemigo. «Las tropas paracaidistas seguirán siendo siempre una capacidad fundamental a mantener por parte de todos los ejércitos modernos. Es una forma única de insertar tropas rápida y eficazmente en escenarios difícilmente alcanzables de otra manera, tanto en ambientes degradados como en escenarios de combate convencional o guerra asimétrica», destaca el capitán Juan de la Casa.

Reportaje de la Bripac. Imágenes de los saltos de los paracaidistas desde un helicóptero para una exhibición.
Reportaje de la Bripac. Imágenes de los saltos de los paracaidistas desde un helicóptero para una exhibición. Jesús G. FeriaFotógrafos

Esta vez saltaron para conmemorar su aniversario. Lo hicieron a 2.000 metros de altura. En los primeros 25 segundos, en caída libre, para después abrir sus paracaídas manuales tomando tierra, a 200 km/hora, en siete minutos.

A primera hora de la mañana un briefing obligatorio reúne a toda la tripulación con las dos patrullas que van a saltar: la CRAV, que se lanzará en primer lugar, y la patrulla deportiva, que lo hará después. Ahí repasan los detalles tácticos, las maniobras y, sobre todo, el deber que cada uno tiene con la misión y con sus compañeros. Hacen también un listado de todos los que integrarán la tripulación, por lo que pueda pasar.

A pie de pista, el jefe de salto revisa meticulosamente uno por uno a cada miembro de la patrulla. Es el garante de que todo esté en orden, porque un solo error podría poner en peligro la misión. Situado al filo del helicóptero, estudia la velocidad y la dirección del viento, un aspecto crucial para garantizar el éxito del salto. Con una mirada experta, lanza unos papeles de colores, conocidos como derivómetros, que se despliegan en el aire y permiten calcular el comportamiento del viento. Esta información permitirá ajustar el punto exacto de lanzamiento, ya que el viento puede alterar la trayectoria de los paracaidistas. Su tarea es asegurar que todos los caigan en el lugar preciso, ajustando el curso según los movimientos de esos papeles, que actúan como indicadores clave en la misión. Antes del lanzamiento algunos se persignan, otros sonríen, confiando en que «todo va a salir bien». Previo a la salida se hacen un gesto con la mano: es el momento de sincronizar los altímetros para confirmar que marcan lo mismo. En fila comprueban las agujas del paracaídas del compañero de delante y también del reserva. Antes de saltar, su ritual: un saludo chocando el puño: «¡Buen salto!».

El altímetro que los paracaidistas sincronizan antes de lanzarse.
El altímetro que los paracaidistas sincronizan antes de lanzarse.Jesús G. Feria

Nunca hay un lanzamiento igual a otro. El capitán del CRAV dice que es una «sensación única y difícil de explicar»; una mezcla de «adrenalina, emoción y concentración absoluta». ¿Y cuál ha sido la situación más difícil que le ha tocado afrontar? «Por suerte, no he tenido ninguna situación extrema en un lanzamiento. Podría decir que difícil sí, ya que me ha tocado liberar alguna vez la campana principal y utilizar la de reserva. Sin embargo, es una frase que decimos constantemente en la CRAV: hay dos tipos de paracaidistas, los que han liberado y los que faltan por liberar».

También se entrenan por si algo no sale como esperan. «Pensar en que algo puede salir mal no es algo negativo, es algo necesario que nos ayuda a sentirnos aún más seguros cada vez que salimos de la aeronave. De esa manera piensas en qué procedimiento tienes que seguir en ese caso».

Preparación física y mental

La preparación física y mental es «una condición indispensable para superar los retos». Cuando saltan desde un avión, sólo en equipo suelen llevar de 40 a 60kg de peso extra (paracaídas 30kg, mochila 20kg, fusil, chaleco, casco...). "Tener una buena forma física es una condición indispensable para superar los retos que se nos presentan día a día en los lanzamientos paracaidistas y en la posterior operación que nos espera". "También hay que tener fortaleza mental, ya que sabemos que cualquier pequeño fallo puede ocasionar un error fatal. Hay que estar muy concentrados y no permitir que factores externos nos distraigan del salto, los procedimientos de seguridad y la posterior misión a cumplir", subraya De la Casa.

El capitán asegura que, como militar, «saltar por España» es una tarea más que «nos llena de orgullo realizar con el objetivo de seguir cumpliendo fielmente con nuestra labor vocacional de servicio» a nuestro país.

Además, cuentan con un perro «paracaidista» entrenado para saltar en tándem en las misiones. "En la Bripac tenemos la capacidad de insertar a ese guía canino para que, en el marco de la operación que se esté desarrollando, una vez sobre el terreno su guía pueda emplear con eficacia al perro en las labores de combate, detección de explosivos, de personas...", apunta el capitán.