Interferencia

El adelanto electoral al 23-J complica la presidencia española de la UE

No es la primera vez que un país que ostenta el timón europeo debe ir a las urnas. La última vez que esto sucedió fue en 2022 durante los comicios presidenciales franceses

Pedro Sanchez, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Bruselas, a 22 de junio de 2022
Pedro Sanchez, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Bruselas, a 22 de junio de 2022STEPHANIE LECOCQAgencia EFE

El adelanto electoral anunciado ayer por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parte en dos la presidencia española del Consejo Europeo que comienza el 1 de julio y añade incertidumbre a qué sucederá en los seis próximos meses.

No es la primera vez que un país que ostenta el timón europeo debe ir a las urnas. La última vez que esto sucedió fue en 2022 durante los comicios presidenciales franceses, pero en esta ocasión las elecciones se celebraron en la recta final. Emmanuel Macron logró imponerse a la eurófoba Marine Le Pen, lo cual contribuyó a un cierre perfecto del semestre francés para el europeísta inquilino del Elíseo. Tampoco resultaría inédito un cambio de gobierno como el que puede suceder en España. En 2009, el checo Mirek Topolanek se quedó sin gobierno tras perder una moción de censura y Bélgica, fiel a y su identidad como país, ostentó toda la presidencia con un gobierno en funciones, ante la imposibilidad de formar Ejecutivo tras las elecciones federales.

Pero que estos hechos no sean tan extraordinarios como puedan parecer a simple vista, no significa que el trabajo de la presidencia española se complique. A pesar de que muchos de los dosieres más técnicos serán negociados por funcionarios de carrera que no dependen de un partido, el impulso político resultará determinante para actuar como árbitro en temas tan sensibles como la reforma de las normas fiscales, el sistema de fijación de precios del mercado eléctrico o el pacto de migración y asilo.

Hasta ahora, era un lugar común decir que, pese a algunas excepciones, los dos partidos mayoritarios no hacían de la política europea un arma electoral y que, en este ámbito, predominaba el concepto de «cuestión de Estado». Pero en los últimos años esto ha ido cambiando progresivamente y el escenario europeo ha ido caldeándose. Antes de la convocatoria electoral, ya se daba por supuesto que la reforma del Consejo General del Poder Judicial (la Comisión Europea emitirá su informe justo a principios de julio), la ampliación de regadíos en el parque de Doñana o la gestión de los fondos post-pandemia podían emponzoñar la presidencia española, sobre todo en la recta final antes de los comicios.

Como preámbulo de este malestar y falta de entendimiento entre los dos principales partidos, los eurodiputados españoles del PP dieron plantón en el mes de abril al ministro de Exteriores José Manuel Albares en el hemiciclo de Estrasburgo en protesta por que Pedro Sánchez no se hubiese reunido antes con Alberto Nuñez Feijoo para explicarle las prioridades de la presidencia española. Ante un posible cambio de gobierno en medio de la presidencia – con el parón del mes de agosto en las instituciones europeas- la coordinación se convertirá en un aspecto clave.

Ahora el panorama ha cambiado y Sánchez se enfrenta a tres semanas, antes de los comicios, plagadas de citas internacionales en los que la política europea puede quedar completamente secuestrada por la agenda nacional, lo que no suele ser la mejor carta de presentación de un país ante el resto de los socios mientras ostenta el rumbo de la UE. Al comienzo del semestre español, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y todo el colegio de comisarios viajará a España como pistoletazo de salida. El siguiente acto será ya en campaña electoral propiamente dicha con el discurso de Pedro Sánchez ante el hemiciclo de Estrasburgo para explicar las prioridades de la presidencia española y, después, la cumbre de la OTAN del 11 y 12 de julio en Vilna y la que se celebrará en Bruselas los días 17 y 18 de julio con los líderes latinoaméricanos y del Caribe, justo antes de que los españoles acudan a las urnas. Este último encuentro resulta de especial importancia para el Gobierno que quiere revitalizar las relaciones con estos países y ve cómo cada vez más cancillerías comparten estas inquietudes de intentar contrarrestar la influencia china y rusa en la región.

Otro de los interrogantes reside en si una buena actuación en estas citas internacionales puede impulsar a Pedro Sánchez antes de las elecciones, aunque los plazos se hayan acortado. Se daba por supuesto que la agenda de los diferentes consejos informales que van a tener lugar en España y la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Granada los próximos 5 y 6 de octubre había sido diseñada para aupar su candidatura.