A fondo
Seis meses de crisis con Argelia: ruptura política, presión migratoria y boicot comercial
El apoyo de Pedro Sánchez a las posiciones de Marruecos en el Sáhara abrió de inmediato una crisis diplomática que el Gobierno ha sido incapaz de contrarrestar en medio año
Seis meses se cumplirán este lunes desde el cierre de un capítulo y la apertura de otro en las a menudo turbulentas relaciones de España con sus vecinos del Magreb. Si la carta enviada por Pedro Sánchez al rey Mohamed VI, en la que presidente del Gobierno reconocía la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental como “la base más seria, creíble y realista” para resolver el conflicto, cerraba el largo desencuentro con Rabat, también abría una nueva crisis con Argelia que, a día de hoy, no da signos de remisión. El apoyo de España a Marruecos en el Sáhara indisponía de manera inmediata las relaciones con Argelia, principal patrocinador del Frente Polisario en su enfrentamiento con Rabat –una rivalidad que acabó en ruptura de relaciones diplomáticas hace un año- por el territorio que fuera colonia española hasta finales de 1975.
Transcurrido medio año del estallido de la crisis con Argelia, que el pasado 19 de marzo –horas después de que la agencia estatal de información marroquí diera noticias de la carta remitida por Pedro Sánchez al soberano alauita-, el régimen argelino retiraba a su embajador en Madrid como primer gesto de rechazo (no volverá: el diplomático Said Moussi continúa su carrera diplomática como embajador de la República argelina en Francia desde el mes de julio).
Después, y a lo largo de una primavera convulsa, vendría el fin de la cooperación con Madrid en materia de repatriaciones de ciudadanos argelinos en situación irregular, las amenazas del Gobierno argelino de cortar el suministro del gas a España -si parte de su hidrocarburo acababa siendo revendido a Marruecos desde la Península por el gasoducto Magreb Europa-, la confirmación de la subida de los precios del gas a nuestro país en plena crisis energética mundial, la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación firmado por los dos países en 2002 y el boicot comercial, que, si bien el Gobierno de Argel ha negado, agentes estatales, empresas y entidades financieras practican contra los exportadores españoles desde el pasado 8 de junio, como confirman fuentes conocedoras de la situación a LA RAZÓN.
Presión migratoria sin precedentes
No ha sido la única manera en que el régimen militar presidido por Abdelmadjid Tebboune ha mostrado su enfado con el Gobierno español y, de manera particular, con Pedro Sánchez:Argel ha empleado la baza migratoria contra España al relajar los controles en sus costas. Y lo está haciendo de manera especial en las últimas semanas del verano, pues se baten récords de llegadas de embarcaciones con ciudadanos en situación irregular a las costas del Levante español y Baleares procedentes de Argelia.
No en vano, el pasado fin de semana se registró un repunte inédito en la inmigración irregular procedente del gigante norteafricano. De viernes a domingo llegaron a las costas baleares, murcianas, alicantinas y andaluzas un total de 927 sin papeles, la inmensa mayoría argelinos. El incremento coincide con el buen tiempo en el mar, pero también con un momento crítico en las relaciones bilaterales. Además, las autoridades argelinas no cooperan con las autoridades españolas en las devoluciones de estas personas a su territorio desde el pasado mes de abril.
El gas: “La dulce venganza argelina”
La crisis española con el octavo productor de gas del mundo se produce en medio de una crisis económica mundial que ha convertido las reservas argelinas del hidrocarburo en objeto del deseo de las economías europeas. Argelia presume, con razón, de que no le faltan clientes en estos momentos: Italia ha sellado en los últimos meses una alianza energética plasmada en el compromiso argelino de incrementar un 40% las exportaciones al país transalpino a partir del año próximo, lo que lo convertirá en ‘hub’ europeo del gas, y Francia, tras la visita a finales de agosto de Emmanuel Macron a la que fuera su antigua colonia, ha expresado su deseo de aumentar nada menos que un 50% las compras de gas desde Argelia. Frente a la alianza hispano-marroquí emerge un eje franco-argelino que el régimen militar quiere reforzar con los vecinos Italia y Túnez.
Paralelamente a las prometedoras alianzas energéticas con Italia y Francia, en los dos últimos meses con registros completos, julio y agosto, Argelia no vendió una sola gota de gas natural licuado a España, que tuvo que hacerse con el hidrocarburo mediante metaneros llegados desde Estados Unidos y en Rusia -en un momento crítico para las economías europeas en que los socios comunitarios tratan de limitar al máximo o prescindir del gas ruso-, a precios obviamente superiores a los del gas argelino.
En un año, el gas argelino ha pasado del entorno del tradicional 40% del total de las compras españolas –que situaban al país magrebí en la posición de honor como primer proveedor- a representar apenas el 23% del pasado mes de julio. Comparando julio pasado con el mismo mes el mismo anterior, las importaciones de gas argelino cayeron nada menos que un 51%.
En ausencia de declaraciones de los líderes argelinos al respecto, su prensa, habitual correa de transmisión de las posiciones del Estado en política exterior, era lo suficientemente nítida esta semana: Con el mercado del gas, “Argelia se venga dulcemente” de España, titulaba este martes el principal digital argelino, TSA Algérie.
Además, en estos momentos se encuentran en la fase decisiva en las negociaciones para fijar el alza del precio del gas entre el grupo español Naturgyy el argelino Sonatrach en el marco del megacontrato que vincula a ambas empresas hasta 2032. Por ahora no hay acuerdo, a pesar de que en las últimas fechas se están intensificando los contactos entre responsables de Naturgy y el grupo estatal argelino, que presiona desde el pasado mes de octubre. Está por cerrar no sólo la tarifa, sino los plazos del incremento. Sea como fuere, la subida de los precios del gas tendrá repercusiones en una inflación que marca ya cifras preocupantes para la economía española desde hace tiempo.
Medio año después del estallido del desencuentro, las discretas tentativas de acercamiento al régimen argelino practicadas por la diplomacia española no han dado demasiado resultado. Desde Argel se da por amortizado a Sánchez y se espera que una administración del Partido Popular pueda matizar la posición española en el Sáhara.
“El régimen ha suspendido el Tratado de Amistad, pretende aumentar los precios del gas y juega la carta migratoria, pero no ha logrado hacer cambiar al Gobierno español de opinión en la cuestión del Sáhara. Argelia no ha ganado nada después de seis meses de crisis diplomática con España”, asegura a LA RAZÓN el politólogo argelino Oualid Kebir. El especialista advierte de que “es posible que las autoridades argelinas intensifiquen la presión hacia España, pero hay incluso sectores en el seno del pouvoir argelino que son ya conscientes de que lo que están haciendo no sirve para nada y sólo esperan un cambio de Gobierno en Madrid”.
Por su parte, el Gobierno de Sánchez, que da por descontado el perjuicio a los empresarios españoles en su actividad comercial con Argelia, confía en que el contrato del gas en vigor entre Naturgy y Sonatrach ponga a salvo el suministro del hidrocarburo en los próximos meses y que la presión migratoria descienda con la llegada del otoño. Aunque Pedro Sánchez admitió hace unos días que le “encantaría” viajar a Argelia –guante que no recogió nadie en Argel-, no parece que desde la Moncloa se tenga por ahora otro plan mejor que dejar pasar el tiempo.