Terrorismo
“Mikel Antza” asumió una “aportación” de los presos etarras para dar la orden de matar a Gregorio Ordóñez
La banda abrió un debate tras la desarticulación de “Artapalo” y concluyó que había que asesinar políticos para que se sentaran a negociar
La decisión del asesinato del teniente alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián y presidente del PP de Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez, fue fruto de un largo debate en el seno de ETA, dirigido por el “aparato político” de la banda, cuyo responsable era Mikel Albisu Iriarte, “Mikel Antza”, que el martes presta declaración en la Audiencia Nacional para dirimir su responsabilidad en este crimen. Este individuo recogió una “aportación” enviada por algunos presos en el sentido de extender los atentados a los políticos y, junto con los otros miembros de la “Dirección”, emitió la orden correspondiente.
Tras la operación de Bidart, en la que fueron detenidos los tres miembros de la “dirección” etarra que componían el colectivo “Artapalo”, del que formaban parte Francisco Múgica “Paquito”; José Luis Álvarez, “Txelis’', y José María Arregui, “Fiti”, la banda terrorista “se encontró sumida en una absoluta desorganización estructural y operativa”, según un documento del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC), aportado a la Audiencia Nacional.
Los nuevos cabecillas, entre los que se encontraba “Antza”, con el importante cometido de marcar las líneas estratégicas de la organización criminal, abrieron un debate, que concluyó con la decisión de realizar atentados contra dirigentes del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE-PSE).
Durante ese debate, la ·dirección” recibió diversas aportaciones, entre ellas algunas elaboradas por los presos; se trataba de crear un “ambiente de desestabilización mediante la “confrontación constante con el Estado a todos los niveles”.
Lo primero que se concluyó es que “los ataques terroristas contra miembros de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas acababan convirtiendo la “lucha armada” en una guerra particular contra la policía, una guerra que el Estado podía resistir indefinidamente sin ninguna contradicción. De esta forma, ET A se desgastaba sin obtener ningún beneficio y sin tener ni siquiera perspectivas de lograrlo”.
Las citadas aportaciones fueron incluidas en publicaciones internas y clandestinas de la banda, como el “Barne Buletina”.
Para ETA ha sido fundamental poder contar con una publicación que les sirviese como medio para que la “Dirección” pudiera comunicarse con toda su militancia, contrarrestando la supuesta “manipulación informativa de que es objeto nuestro pueblo’' por parte de los medios de comunicación social. Para ello, creó el un “Aparato de propaganda”. dependiente directamente del “Aparato político”. Que mandaba “Mikel Antza”.
En uno de los citados “Barne Buletina”, se publicó una aportación que adelantaba lo que después se consumó con el asesinato de Ordóñez: “y digo a por ellos como personas que tienen en este momento la llave de una solución verdadera (se referían a los políticos). Porque, aunque peguemos a txakurras (miembros de las Fuerzas de Seguridad), narcos y ese tipo de gente, ellos no ven en peligro sus vidas, mientras nosotros sí la vemos y somos consecuentes. Entonces, aunque a ellos les suponga un coste social y político alto el que se sigan haciendo ekintzas (atentados) creo es hora de que empiecen a ver peligrar lo que más queremos todos, la vida. Pues el día que un tío del PSOE o PP, PNV va al funeral de un txakurra o cien y se le llena la boca de palabras de condena y lágrimas de cocodrilo, no ve en peligro su situación personal y asume ese tipo de ekintzas pues están hechos una piña en contra de nuestros derechos como pueblo. Pero el día que vayan al funeral de un compañero de partido, cuando vuelva a casa quizás piense que es hora de encontrar soluciones o quizás le toque estar en el lugar que estaba el otro (o sea en caja de pino y con los pies por delante”. También se refería a los “zipayos” (ertzainas)
“Este salto cualitativo en la actuación terrorista de ETA no se produjo por mera casualidad. --subraya el informe del SIGC-- sino que fue fruto de un meditado debate interno y de la posterior aplicación de esa nueva estrategia. La idea fuerza de la “Dirección” de ETA era intentar que se produjera una mayor desestabilización del Estado al atacar directamente a los representantes políticos, pensando que este tipo de acciones terroristas dirigidas contra los mismos causarían un mayor terror entre la clase política que los atentados terroristas que hasta el momento ET A venía cometiendo mayoritariamente contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad”.
“Esta dura estrategia se tradujo en las correspondientes órdenes que el “Comité Ejecutivo” de ETA trasmitió a sus “comandos” armados, de forma que la aplicación práctica de esta nueva reorientación estratégica se plasmó en un aumento de acciones terroristas contra objetivos muchos más selectivos y más significativos”, en especial el de Gregorio Ordóñez.
De hecho, en otra de sus publicaciones internas, el “Zutabe”, al hacer un “Balance positivo del último año”, se plasmaba una cronología política de los acontecimientos más relevantes acaecidos entre septiembre de 1994 y marzo de 1995 y “que han tenido influencia para el reforzamiento de la nueva estrategia”. Uno de estos hechos a los que hace referencia en varias ocasiones es el asesinato de Ordóñez que sirvió para “comenzar a asimilar la nueva estrategia que debíamos encaminar, y sobre todo para asimilar el verdadero alcance de esta nueva estrategia”.
“Esta acción -- decían en un “Zutabe” posterior-- supuso un verdadero terremoto, en toda la sociedad vasca pero también dentro de la izquierda abertzale. Tanto con miras a la una como a la otra, esta acción daba a ver que la lucha no se limitaba a un “partido” entre la Guardia Civil y ETA, que también los políticos que hasta ahora aparecían como “fuera del conflicto” tenían una gran responsabilidad en el mismo y que también los afectaba”. Pero la consecuencia en esta acción no sólo sirvió para clarificar la línea política de la izquierda abertzale; sino para golpear la estrategia del enemigo, que quedó totalmente “fuera de juego” frente a esta acción. Los partidos fueron incapaces de plantear una respuesta común, no pidieron asimilar un golpe como aquel. Por eso, se agarraron como un clavo ardiendo a la inestabilidad que en un principio surgió en la izquierda abertzale y sobre todo a /as voces críticas que se levantaron en la misma para buscar esa respuesta común.
“La acción contra Ordoñez demuestra el alcance político de la vía abierta, y se ve que no es una acción de venganza. No se plantea el esquema de responder al odio por el odio, no tiene que ver con esa tesis del posible enfrentamiento civil, y en cambio es una acción para condicionar la situación política. Por eso se ha comprendido y se ha asentado”.
“En resumen, de lo anteriormente expuesto se infiere que la acción terrorista llevada a cabo por ETA contra el teniente alcalde de San Sebastiáestaba enmarcada dentro de la nueva línea oficial de la banda terrorista y por consiguiente de la “estrategia de la desestabilización” diseñada por su “Comité Ejecutivo” en la que se determinaban qué acciones terroristas había que cometer en ese momento. “Mikel Antza” fue determinante en la fijación de esta estrategia y, por lo tanto, en la decisión de que se cometiera el crimen por el que se le va a preguntar en la Audiencia Nacional.
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