Juicio del 17-A

El “héroe de Cambrils”: “Tengo mucho miedo a que se me reconozca y vuelvan a atacarme”

“Venían corriendo con la intención de atacarme. Cuando ya los tenía encima abrí fuego contra ellos”, ha recordado el agente que abatió a cuatro terroristas, que sufre estrés postraumático

El mosso d´Esquadra que en la madrugada del 18 de agosto de 2017 abatió a cuatro de los cinco terroristas que intentaron repetir en el paseo marítimo de Cambrils (Tarragona) el atentado de Las Ramblas de horas antes ha asegurado en el juicio que juzga esos ataques terroristas que todavía hoy sufre un estrés postraumático y episodios de depresión “en los cuales me encierro e intento aislarme de todo”. El agente, que ha declarado como testigo, ha afirmado que tiene “mucho miedo” a que le reconozcan y “vuelvan a atacarme”. Pero lo peor, ha contado, es “un sentimiento de culpa muy alto por cómo está afectando a mi familia”.

El mosso, que estaba destinado en esas fechas en la unidad de seguridad ciudadana de la comisaría de Tarragona, se desplazó esa noche junto a una compañera para establecer un punto fijo de vigilancia en la entrada del club náutico de Cambrils, una zona de gran afluencia donde, además, “detrás de nosotros había una orquesta en vivo con unas 60 o 70 personas bailando y disfrutando de la velada”, ha recordado.

“Sobre la una -ha rememorado- me percato de que viene un vehículo a gran velocidad, encara hacia nosotros y acelera a fondo con la intención de embestirnos”. En ese vehículo viajaban cinco terroristas -los hermanos Mohamed y Omar Hichamy, El Houssaine Abouyaaqoub, Said Aalla y Moussa Oukabir, hermano de uno de los acusados-. El agente intentó alertar a su compañera y se tiró al suelo para intentar esquivar el Audi con el que habían embestido a los viandantes y que terminó empotrándose contra el coche policial que habían cruzado en la vía. “Me di cuenta de que mi compañera había sido atropellada y vi como el coche volcaba. Empezaron a salir personas con chalecos adosados al cuerpo con cinta americana, lo que parecía un chaleco bomba en toda regla”, ha explicado.

En su alocada carrera, los terroristas (que ya habían herido mortalmente a una mujer), hirieron a otras once personas armados con cuchillos y un hacha. De no haberse interpuesto ante ellos, el objetivo de los terroristas, ha apuntado, era seguir matando en el concierto que se estaba celebrando a espaldas del agente.

“Nada más girarme veo que uno de ellos viene corriendo hacia mí con un hacha en la mano gritando Allahu Akbar (Alá es el más grande) y no me dio más tiempo que a prepararme y, cuando lo tenía a pocos metros, disparé hasta abatirlo. Desconozco cuánto disparé ni cuántos cartuchos tenía”. Su subfusil se había quedado sin munición. “Cuando cae veo que vienen tres personas más corriendo hacia mí posición con toda la intención de venir a por mí a atacarme y me desplazo corriendo hacia la derecha porque no tenía munición -ha recordado-. Logro colgármelo al cuello y ya puedo coger mi arma reglamentaria. Cuando me giro ya los tenía encima”.

“Venían gritando Allahu Akbar -ha añadido-. Algo portaban en las manos, pero desconozco si eran armas blancas, no lo recuerdo. No me dio más tiempo, cuando ya los tenía encima, que abrir fuego contra ellos y abatirlos a los tres”.

“En ese momento acaba todo y quedo en estado de shock. No entiendo muy bien lo que ha pasado. Ha sido todo muy rápido. Oigo gritos de gente y gente ensangrentada pidiendo ayuda. Vi a varias personas tendidas en el suelo. Me di cuenta mi compañera estaba con la cara ensangrentada y cojeando”, ha contado. Inmediatamente pidió ayuda y que vinieran ambulancias.

“Me quedé por allí sin saber cómo ni dónde ni cuando”, ha explicado. El mosso sufrió un trastorno grave por estrés postraumático del que aún no se ha recuperado. ”Tengo serias dificultades para dormir y sufro una hiperalerta constante”, ha reconocido. Sin embargo, a día de hoy no ha sido reconocido como víctima del terrorismo (una petición que tres años después sigue tramitándose) ni ha recibido indemnización alguna. “Estoy de baja y no me he podido reincorporar”, ha dicho. En un primer momento le reconocieron una incapacidad parcial y ahora está pendiente de que se le conceda la incapacidad total.

“Se me lleva por delante sin que pudiera hacer nada”

Las mismas secuelas ha sufrido su compañera, quien ha recordado que cuando escuchó al mosso gritar “cuidado” miró al frente y vio “el capó de un vehículo impactando en mis piernas”. “Se me lleva por delante sin que pudiera hacer nada y pierdo el conocimiento. Lo siguiente que recuerdo es estar tumbada en el suelo. Intento levantarme y veo que me falta un zapato y estoy sangrando en la cabeza y también tengo sangre en las manos. Empiezo a mirar a mi alrededor y veo una señora en el suelo que no se movía y un vehículo volcado sin gente dentro. Y cuando miro al frente veo a unos individuos en el suelo con una especie de cinturón en el tórax de botellas de plástico y papel de aluminio”, ha relatado con evidente congoja.

“Se estaban levantando. Había uno que no se movía. En ese momento veo claramente que ha sido un atentado y saco el arma de fuego y empiezo a disparar. Veo a otro que me pasa al lado y continúo disparando. Me quedo sin munición y se me presenta enfrente otro, yo no sabía cuántos había, y empieza a mover los brazos y a hablar. Yo no lo escuchaba porque me pitaban los oídos del impacto. Le dije con la mano que se parara y no avanzara más y se dio media vuelta y se fue en dirección contraria”.

“No sabía si mi compañero estaba herido. Allí no había nadie más. Se podía escuchar un silencio aterrador”, ha dicho antes de enmudecer unos segundos.

Tras alertar de que se había producido un atentado y pedir una ambulancia empezó a ver “llegar gente del paseo herida” e intentó tranquilizar a las personas. “Me decían que les habían atacado, que les habían rajado la cara. “Me encuentro muy mareada en ese momento”, ha explicado. Quería seguir allí, pero Tenía un traumatismo craneoencefálico y una tibia rota. A consecuencia de esa dolorosa e impactante experiencia, ha asegurado, lleva “casi los tres años de baja” y se le ha otorgado una incapacidad total.

“Se ríe diciéndome con la mirada te voy a matar”

Los mossos que abatieron al quinto terrorista a 500 metros del club náutico también han testificado en la sala. “Vimos un vehículo policial cruzado y dos compañeros de paisano y justo delante una persona sentada en el suelo mirando hacia nosotros y lo que parecía un cinturón de explosivos alrededor del cuerpo, parecía herido. Llevaba una camiseta rosa con una mancha de sangre. Le ordenamos que se tumbara en el suelo, pero se levantó y empezó a andar hacia nosotros. Desobedeció todas nuestras órdenes y tomé la decisión de disparar”, ha explicado uno de ellos, quien ha contado que en ese momento no sabían si había más atacantes.

“Pasados los minutos esa persona empezó a moverse, alzó el puño al cielo con el dedo índice, como rezando, y se acabó incorporando de nuevo. Ordené abrir fuego y cayó neutralizado otra vez. Se quedó inmóvil. A mí se me hizo larguísimo, muy largo. Al cabo de un rato volvió a moverse y las manos iban en dirección al cinturón. Nuestra posición era límite. Volví a ordenar abrir fuego”.

“Era difícil saber dónde dispararle porque pensábamos que según dónde le disparásemos podíamos saltar por los aires”, ha contado otro de los mossos que se encontró con el agente que había matado a los otros cuatro terroristas. “Vi a un compañero muy en shock. Me dice que los había abatido”.

Otro de los agentes ha recordado la mirada que cruzó con el terrorista. “Me mira, se ríe, diciéndome con la mirada te voy a matar... Hace ademán de venir hacia mí y vuelvo a disparar, momento en el que cae al suelo. Se me hizo eterno...”. Este mosso, que también padece un estrés postraumático, ha dicho que “la impresión que me dio al acercarse y hacer el ademán de correr era “o me matas tú o te mato yo y me llevo todo lo que tenga por delante”, la mirada que tenía hacia mí era “me da igual morir si te mato antes””.