
Verde
El sector del corcho se moviliza para resistir
La producción en España ha descendido un 30 % desde los 80. Hongos, cambio climático y sequía, sus enemigos

Segundo productor mundial, 70.000 toneladas y 630 millones de euros anuales. Son las cifras actuales de la producción de corcho en España, según datos los datos del sector. Pero, si bien se mantiene la posición en el ranking, tras Portugal, la preocupación entre los productores es importante. Porque desde los años 80 se ha venido produciendo un descenso continuado hasta llegar a un 30% menos.
Su uso, no obstante, no está en declive. En su forma natural o en diversos granulados y aglomerados, las propiedades físico químicas del corcho lo hacen idóneo en aplicaciones que abarcan la construcción, incluida la naval y la de maquinarias, la industria del frío, los accesorios para automóviles y aeronáutica, la industria química y farmacéutica, la del calzado y complementos de moda, la imprenta y en la fabricación de artículos deportivos. Y, por su puesto, la mayoritaria: los tapones.
Además, como explica Francisco Blanco, experto en alcornocales y asesor de la COSE (Confederación de Organizaciones de Silvicultores de España), «los alcornocales son territorios con una rica biodiversidad, que proporcionan servicios ecosistémicos, como fijar carbono, retener agua, barrera contra los incendios forestales, producen pastos para ganados y albergan cabaña cinegética. Y mantienen empleo rural. En definitiva, -concluye Blanco-, beneficios que no se cuantifican, pero importantísimos».
Esas 70.000 toneladas de corcho, la corteza de los alcornoques, se extraen de las casi medio millón de hectáreas de alcornocales que hay en España, mayoritariamente en Andalucía, -con Cádiz y Málaga a la cabeza-, Extremadura y Cataluña.
El declive de la producción de corcho en España se debe a una combinación de causas: los hongos causantes de la seca, -una enfermedad que debilita los alcornoques-, la madurez de los alcornocales, el cambio climático, las sequías y la competencia de materiales más baratos pero derivados del petróleo. El descenso de la producción de corcho, además de a los valores ecosistémicos, perjudica a los propietarios forestales, a las cuadrillas que trabajan en la extracción del corcho y a las diversas industrias asociadas a este material.
Un proyecto transformador
Para mitigar esta situación se está desarrollando el proyecto Futurecork, que está enmarcado en Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Fundación Biodiversidad, y uno de cuyos socios es la COSE, (Confederación de Organizaciones de Silvicultores de España).
Con él se trata de «recuperar y potenciar el aprovechamiento forestal del monte mediterráneo, la promoción de la bioeconomía, divulgar las cualidades del corcho como recurso natural de origen biológico y adaptar la situación del sector corchero a la realidad ecológica, económica y social», afirma Blanco.
El proyecto prevé desarrollar 16 acciones trabajo. Las experimentales incluyen pruebas de distintas técnicas de repoblación y regeneración de los bosques y tratamientos forestales. Otras están enfocadas al aprovechamiento de los subproductos del corcho. Por ejemplo, recogida de tapones para reciclar.
Igualmente, se espera avanzar en conocimiento de las patologías forestales, como las plagas de Phytophthora cinnamomi, causante de la seca, «un hongo del suelo, que se filtra por las capas freáticas, se adhiere a las raíces que no pueden absorber los nutrientes del suelo y el árbol acaba secándose».
Las estaciones meteorológicas permitirán también recoger datos para «conocer mejor cómo influyen la temperatura, la humedad, la lluvia y el viento en la explosión de otra amenaza del alcornoque: la lagarta peluda. Un lepidóptero que se alimentan de hojas, debilita al árbol y provoca daños muy importantes, pero que tiene un comportamiento poco estudiado».
Estas acciones se realizan en fincas de propietarios de alcornocales que «son sufridores de una realidad que les supera». Para Blanco «este proyecto es una aportación al gran objetivo de recuperar ese monte mediterráneo singular que es el alcornocal. Y revertir una situación en la que tenemos más demanda de la
que podemos abastecer. De hecho, industrias corcheras han perdido importantes contratos por no poder garantizar el suministro a largo plazo».
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