El Euroblog
El suicidio de la derecha francesa
Las elecciones internas celebradas hace una semana en la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) confirman la máxima no escrita de que en la oposición las primarias se convierten en una lucha de egos y familias por el poder. Eso mismo les ocurrió a los socialistas franceses en el Congreso de Reims en 2008, cuando Martine Aubry se impuso a Ségolène Royal por un puñado de votos tras repetidas denuncias de pucherazo por parte de la que había sido candidato del PS a las presidenciales de 2007.
El mismo escenario, pero con los papeles invertidos, se vive ahora en la derecha francesa, dividida entre los seguidores del ex secretario general de la UMP Jean-François Copé y del ex primer ministro François Fillon. Camaradas de partdido sí, pero en las antípodas del especto ideológico. Mientras que Copé representa a la derecha populista sin complejos que aspira a arrebatar a los ultras del Frente Nacional (FN) el electorado más xenófobo, Fillon, el primer ministro más longevo de la V República desde Georges Ponpidou, aboga por una derecha moderada y moderna capaz de pescar votos entre el electorado de centro y de izquierdas.
Como secretario general de la UMP, denuncian los fillonistas, Copé ha dispuesto de todas las herramientas internas necesarias para cociniar los resultados electorales a su favor y hacerse con una escueta victoria de 98 votos en un proceso en el que participaron 175.000 militantes. En cambio, los partidarios del contestado vencedor acusan a Fillon de presuntas irregularidades en Niza.
A la espera de que en las próximas horas la comisión electoral del partido (COCOE) -en manos de un hombre próximo a Copé- proclame al nuevo presidente de la formación política tras analizar todos los recursos presentados, la escisión de la UMP, el partido fundado en 2002 por Jacques Chirac y Alain Juppé para reunir a la dividida derecha francesa, es una hipótesis muy probable. Y es que hasta hace diez años, la división de la derecha había favorecido en las urnas a la izquierda, que desde tiempos del ex presidente François Mitterrand, estaba acostumbrada a hacer frente común para alcanzar el poder. De hecho, esta fragmentación del voto conservador favoreció la primera victoria del primer presidente socialista en las presidenciales de mayo de 1981, cuando el neogaullista Jacques Chirac (RPR) no pidió el voto por su rival y presidente de la República, Valéry Giscard d'Estaing (UDF).
Ahora el RPR y la UDF pueden ser sustituidos por la UMP y la Unión de Demócratas e Independientes (UDI) de Jean-Louis Borló, que ha abierto sus brazos a los descontentos fillonistas. Según afirman, han recibido 6.000 solicitudes de nuevos militantes en la última semana. Se calcula que de mantenerse la actual situación, un centenera de diputados podría abandonar el grupo parlamentario de la UMP en la Asamblea Nacional.
Retirado de la política desde que fue derrotado por el socialista François Hollande la pasada primavera, Nicolas Sarkozy debe contemplar con infinita atención lo que está ocurriendo en el partido desde cuya presidencia conqusistó el Elíseo en 2007. Desgastados Fillon y Copé ante la opinión pública por el vodevil de las primarias, el ex presidente francés puede ambicionar un regreso triunfal como salvador de la derecha. La oportunidad se la brindarían las primarias que la UMP tiene previsto celebrar en 2016 para elegir a su candidato a las presidenciales de 2017. Hasta entonces, el futuro del principal partido de la oposición es más bien incierto. Aunque es evidente que el electorado conservador recuerda con nostalgia a su antiguo líder y, según un sondeo de la cadena iTéle, un 73% apoyarían su vuelta, no está tan claro que el electorado francés en su conjunto apruebe la rentrée del presidente más impopular de la V República.
pgarcia@larazon.es
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